Deep Impact. Mimi Leder






Fotografía cedida por BMA House a cinelodeon.com



Ficha técnica:

Título original: Deep Impact
País: Estados Unidos
Año: 1998
Duración: 121 minutos

Dirección: Mimi Leder
Guión: Bruce Joel Rubin, Mikael Tolkin
Casting: Allison Jones
Dirección de Fotografía: Dietrich Lohmann
Música: James Horner
Edición: Paul Cichocki, David Rosenbloom, a.c.e.
Supervisor efectos visuales: Scott Farrar
Directores artísticos: Andy Nelson, Anna Behlmer, Tom Perry, Andrew Neskoromny
Decorador del set: Peg Cummings, s.d.s.a.

Diseño de Vestuario: Ruth Myers
Maquillaje artistas: Michael Lorenz; supervisor: John M.Elliot Jr.
Peluquería: Waldo Sánchez; supervisor: Kathryn Blondell

Productores: David Brown, Richard D.Zanuck,
Productores ejecutivos: Steven Spielberg, Walter Parkes. Joan Bradshaw
Diseño de producción: Leslie Dilley
Compañías. Productoras: Paramount Pictures, DreamWorks Pictures


In memoriam de Dietrich Lohmann, que murió de leucemia en 1997, antes de finalizar el film.


Intérpretes:


Robert Duvall: Capitán Spurgeon
Téa Leoni: Jenny Lerner
Elijah Wood: Leo Biederman
Morgan Freeman: Presidente Tom Beck
Vanessa Redgrave: Robin Lerner
Maximiliam Schell: Jason Lerner
Leelee Sobieski: Sarah Hotchner
James Cromwell: Al Rittenhouse
Jon Favreau: Dr.Gus Partenza
Dougray Scott: Eric Vennekor
Ron Eldard: Dr.Oren Monash
Laura Innes: Beth Stanley
Mary McCormack:  Andre Andy Baker
Richar Schiff: Don Biederman
Blair Underwood: Mark Simon
Charles Martin Smith: Doctor Marcus Wolf

Sinopsis:


Un joven aficionado a la astronomía descubre que un planeta se dirige a la Tierra. El inminente desastre obliga al Presidente de los Estados Unidos a poner en marcha una misión especial.



Comentario:


Jeffrey Katzenberg, junto a Steven Spielberg y David Geffen, fundó en 1994 DreamWorks, tras renunciar a su puesto en The Walt Disney Company. Con el dinero obtenido por la indemnización de Katzenberg, los nuevos socios decidieron dar salida a películas como Deep Impact, productos de ciencia-ficción basados en las nuevas tecnologías, videojuegos y programas de televisión. Entre 2005 y 2006  DreamWorks fue vendida a la Paramount, aunque en este momento ambas compañías  todavía estaban asociadas.

El film relativiza las miserables y pequeñas vanidades del ser humano que se estrellan insignificantes contra un meteorito de 13 kilómetros de  extensión que impacta contra la Tierra. La periodista que, inspirada por un sentimiento conspiranoico paranoide,  cree haber descubierto un triángulo amoroso en la Casa Blanca es un paradigma de esta situación, una mujer dispuesta a servirse de lo que ella cree que es un escándalo para prosperar en su periódico. Descubierto el  intento de chantaje, le servirá al menos para ser la portavoz de la Casa Blanca durante el conflicto, tras amagar con seguir utilizando lo que cree espíritu crítico, para ahondar en las divergencias de los políticos sobre la posibilidad o imposibilidad de evitar un desastre. De nuevo el sueño americano reaparece en la conversación entre el Capitán Spurgeon (Robert Duwall) y el joven astronauta Oren (Ron Eldard), como ocurre en tantas ocasiones, representado por el sentimiento común de algunos hombres que, procedentes de las clases medias, luchan por sobrevivir y garantizarse un futuro, privados del presente: la lucha por convertirse en 'los mejores'. Un sentimiento que no puede animar a quienes han nacido en las clases altas, que desde el clasicismo antiguo greco-romano, creen haber nacido con esta cualidad, autodenominándose boni u optimates (los mejores); los hombres honrados de William Shakespeare. Un buen motivo para la reflexión.

Fracasada la operación internacional, rusos y norteamericano colaboran con el objetivo de explosionar el meteorito desde una estación espacial, de nombre bíblico, 'El Mesías',  mediante el uso de armas  de destrucción masiva; los tripulantes de la nave, perdido uno de sus activos y seriamente lesionados otros, deciden realizar una última misión suicida para salvar la Tierra, convirtiéndose en los héroes de una película coral con múltiples focos de atención. Mimi Leder aprovecha esta circunstancia para hacer una defensa de la literatura ante la generación que ha crecido con el cine; el capitán se ha llevado consigo a la misión los libros que marcaron su adolescencia y su juventud: Moby Dick de Herman Melville, y Huckleberry  Finn de Mark Twain, cuya lectura incentiva la imaginación del joven Oren que ha perdido la vista y puede seguir disfrutando de una historia recurriendo a las imágenes que tiene almacenadas en su cerebro. Bonita metáfora de la complementariedad de ambos modo de expresión.

Pero lo más conmovedor e interesante del film es el acento que pone en la injusticia de cualquier forma de discriminación que, en esta situación extrema, separa a padres e hijos por la edad, a los seres queridos de sus parejas, a los beneficiados de un sorteo justo, realizado por un ordenador, de quienes no han resultado agraciados. El objetivo  de esta discriminación es la supervivencia de la especie humana, uno de los puntos débiles de la película, ya que el meteorito sólo impacta en Estados Unidos y Canadá,  y no hay motivo para recrear el arca de Noé, introduciendo dos ejemplares de cada especie. Pero tiene la virtud de mostrar el resultado de seleccionar personas desde una perspectiva laica, problema que no tenía el personaje religioso, ya que todo el mundo era pecador, malo y corrupto y sólo se salvaban los buenos, una única familia. Es este el punto en el que hace aguas, ya que es impensable que se salven quienes están a más de mil metros de distancia de la costa este norteamericana donde cae uno de los fragmentos del meteorito y sin embargo mueran millones de personas en Europa y África. Esa es la diferencia entre la religión y la ciencia, por muy ficticia que sea: el hombre de fe no puede dudar, el científico debe (personaje de Hypatia en Ágora de Alejandro Amenabar).

Otra cuestión importante es el papel que ocupa la propiedad en la sociedad occidental: a punto de producirse una catástrofe que va a eliminar al hombre de la faz de la Tierra, el Presidente de Estados Unidos declara el estado de excepción, acompañado de toques de queda y juicios sumarísimos para quienes osen saquear las viviendas privadas y los locales comerciales. Tampoco deja de llamar la atención las veces que los norteamericanos han  creado la ficción de desastres que acaban con sus monumentos más emblemáticos; son incontables las veces que hemos visto caer la Estatua de la Libertad, arrollada por las aguas, y ahora también las Torres Gemelas del World Trade Center, tres años antes del atentado que acabó con ellas.

De lo comentado se deduce que el film no sólo narra una aventura espacial, una misión para salvar la Tierra de un riesgo exterior fortuito, no originado por un ataque alienígena, sino que al multiplicar el número de historias derivadas de los personajes principales, permite revisar el modo de concebir la vida de los terrícolas en casi todos los aspectos: religioso, afectivo, económico, social, y no evita la muerte de algunos de ellos como consecuencia del desastre. No hay happy-end para los humanos.

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