Pingpong. Mathias Luthardt
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Ficha técnica:
Título original: Pingpong
País: Alemania
Año: 2006
Duración: 89 minutos.
Dirección: Matthias Luthardt
Guión: Matthias Luthardt y Meike Hauck
Casting: Karen Wendland
Dirección de Fotografía: Christian Marohl
Música: Matthias Petsche
Montaje: Florian Miosge
Diseño de Vestuario: Andrea Schein
Maquillaje: Birgit Weitzmann
Producción: Anke Hartwig, Niklas Bäumer; MDR: Wolfgang Voigt
Diseño de producción: Friederike Hagen
JUNI FILM, en co-producción con HFF, MDR, KOPMEDIA
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Intérpretes:
Sebastian Urzendowsky: Paul,
Marion Mitterhammer: Anna,
Clemens Berg: Robert,
Falk Rockstroh: Stefan,
Arko: Schumann
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Sinopsis:
La aparente armonía de una familia de clase media se desmorona debido a la imprevista visita de su pariente Paul, un joven de 16 años. Muestra el mundo aparentemente intacto de esta familia cuyo equilibrio se desmorona debido cuando se inserta Paul, que llega buscando cariño y apoyo tras el suicidio de su padre, mientras que su tía Anna lo utiliza como instrumento para mantener a su hijo Robert atado a ella. Cuando finalmente Anna se aparta de él, Paul, herido, reconoce que ya no queda nada que le vincule a esa familia y comete un acto desesperado.
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Comentario:
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Las relaciones personales, y en especial las familiares que son prácticamente impuestas, derivan hacia la sordidez y sacan lo peor de los sentimientos que anidan en el interior del ser humano. Matthias Lauthardt construye una diégesis de lo mezquino, lo miserable, el aprovechamiento que algunos hombres y mujeres hacen de la desgracia ajena, narrado en un tono sombrío, con una gama cromática gélida y una ambientación en la que nada transmite calidez . Ni tan siquiera las notas que Robert arranca al piano.
Toda la violencia queda soterrada, presentida, percibida y sentida pero disimulada por todos los miembros de la familia, incluso ante el cruel asesinato de la mascota en la piscina, la mayor salida de tono de un film que se recrea con el discreto encanto de la burguesía, que en su intimidad llega a la agresión física, pero que prefiere, si es posible, mantener la cabeza bajo tierra. Nada de desmadre a la americana, cine intimista, crónica de la contención represiva de las clases medias europeas, llevada a su máximo extremo.
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