Good morning, Vietnam. Barry Levinson


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Ficha técnica:

Título original: Good Morning, Vietnam
País:  Estados Unidos.
Año: 1987.
Duración: 120 minutos.

Dirección: Barry Levinson.
Guión: Mitch Markowitz.
Casting: Louis Digiaimo,
Dirección de Fotografía: Peter Sova.
Música: Alex North.
Edición: Stu Linder.
Director artístico: Steve Spence.
Coordinador de especialistas: Clive Curtis.

Diseño de Vestuario: Keith Denny.
Maquillaje: Eric Allwright,
Peluquería: Michael Lockey,

Productores: Mark Johnson y Larry Brezner.
Co-productor: Ben Moses
Productores ejecutivos:
Productores asociados:
Diseño de producción: Roy Walker.
Compañías: Touchstone Pictures, asociada con Silver Screen Partners III, Rollins, Morra y Brezner Production; distribución: Buena Vista Pictures Distribution Inc.

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Intérpretes:

Robin Williams´: Adrian Cronauer,
Forest Whitaker: Edward Carlick,
Bruno Kirby: Teniente Steven Hauk,
Robert Wuhl: Marty Lee Dreiwitz,
J.T. Walsh: Sargento Mayor Dickerson,
Juney Smith: Phil McPherson,
Tung Thanh Tran: Tuan,
Chintara Sukapatana: Trinh,
Richard Portnow: Dan "The Man" Levitan,
Eddie Kirk: Floyd Vivino



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Sinopsis:

El ejército de Estados Unidos mandan a un pinchadiscos, Adrian Cronauer ( Robin Williams)  a Saigon para que levante la moral de sus tropas con un programa de radio en la emisora de las fuerzas armadas. Pero sus comentarios sobre la guerra, en contraste con sus aburridos antecesores, y sus comentarios irreverentes, sus tacos e improperios, así como sus críticas al vicepresidente, le hacen ganarse el aprecio de las tropas, pero le enemista con los jefes, que ya le habían advertido de cuál era su misión.

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Comentario:

La importante cadena de televisión privada TCM ha decidido rendir un homenaje al malogrado Robin Williams y despedirse de él con 'Good morning, Vietnam', dirigida por Barry Levinson, el realizador de Sleepers (1996), en la que, desde los primeros momentos hace gala de las virtudes que cultivó a lo largo de su carrera y que dieron forma a ese personaje que tan bien supo interpretar, situado entre la comedia y la tragedia, que tanto gustó a su público y que, en esta ficción, agradó a la tropa desde el primer momento, aunque los jefes vieron su forma de desenvolverse ante los micrófono en la mano, como una intromisión marxista, a pesar de la inocencia de sus bromas. Un film que muchos consideraron en su momento, como una película hecha para el lucimiento personal del actor, pero que, en realidad, es la más comprometida de las que ha realizado el actor. Curiosa la arenga militar contra el pinchadiscos, apoyado en un cristal en el que los soldados han pegado una enorme fotografía del gran rebelde del cine americano: James Dean.

Independientemente del trabajo que realiza Robin Williams, los representantes del ejército americano que se asoman a la pantalla parecen sacados de la película de los Monty Python, 'La vida de Brian',  con cara de atontados, narices torcidas, pelos de punta, y un sonriente y gordito Forest Whitaker, que anulan la ferocidad que se le supone a quienes tenían que acabar con los fieros comunistas. Pero la Guerra de Vietnam no fue una broma, y  Barry Levinson logra un momento climático, en el que, antes de partir a una misión, Adrian Cronauer,  consigue una comunión de todos los seres humanos. tanto en su país en el que no falta gente sin techo, como entre los  hombres que sufren y  combaten en un lado y otro, cuyos cuerpos mutilan  las bombas, cuando no les quitan sus  vidas, intercalando planos generales que muestran los movimientos de las tropas y otros de detalle en los que vemos los pies, calzados con incómodas botas, introduciéndose en el fango, dando calor humano a las imágenes de destrucción y de guerra y proporcionándoles un nivel de concreción real al relato ficticio que se desarrolla en las pantallas con la voz inconfundible de Louis Armstrong cantando What a wonderful world.

Unas imágenes por las que vale la  pena haber abandonado cualquier actividad y quedarte en casa, un horrible día de canícula, y honrar por última vez al actor que ha decidido, por razones que sólo él conoce, dejar este mundo, y que nos retrotrae a aquellos tiempos en los que Williams se enfrentaba, en un film comprometido,  a la opinión pública conservadora y republicana, en el que algunos jefes militares se empecinan en  suprimir el alivio que suponía para sus soldados, que como los de Oliver Stone en Alejandro Magno, le hablaban al periodista radiofónico, con el que empatizaban, de su patria chica, de su lugar de procedencia: New York, Irlanda, Filadelfia...Algo que no les gustaba a los jefes sólo porque les desagradaba su estilo, sus ideas políticas y su sentido del humor. "De ahora en adelante los combatientes de Vietnam oirán lo que tienen que oír". le dice el encargado de enviarlo de vuelta a casa. Su respuesta es bien acertada: "Sabe, necesita que se la chupen bien chupada, a ver si le quitan la mala leche." En tiempos de guerra se imponen las posturas contundentes y las  pasiones extremas. ¿Qué de malo tiene una música electrizante y unos chistes subidos de tono, cuando lo que está muriendo o siendo mutilado es lo más joven y mejor de cada país? . Con todo, Levinson salva al ejército americano en la figura de su Mayor, que destituye al oficial que a su vez ha tirado de la emisora a Cronauer, un sádico que no quiere ver lo que tiene delante: un montón de jóvenes con deseos de vivir. Sin embargo, desde la lógica militar en tiempos de guerra, lo que hace el periodista podría ser considerado  alta traición: avisar a un miembro del vietcom de que está en el punto de mira del ejército americano; una visión bien diferente a la humana, a la que expone el joven vietnamita y que hizo que, finalmente, los americanos perdieran esta guerra.  El joven se había enrolado con los comunistas tras ver morir a algunos miembros de su familia, que sucumbieron ante las armas americanas, que no distinguían la milicia de la población civil.

No podemos confundir el ser con el 'deber ser'; las últimas imágenes responden a esta utopía, la de que los pueblos puedan convivir en paz, intercambiando expresiones coloquiales, incluso procedentes de la gramática parda, que muchas veces expresan mejor que nada los sentimientos y la idiosincrasia de los pueblos. Un hombre vietnamita, amable, que ha asistido a unas clases de inglés, que imparte Cronauer para ligarse a una joven,  le advierte al despedirse de él : "Cuando uno parece un Goliat, debe tener cuidado porque puede encontrar un David."  El periodista le deja una cinta a Carlick (Forest Whitaker), en la que habla del consumo de marihuana y de la homosexualidad entre los soldados; su última provocación a la disciplina militar.

Magníficos Robin Wilson y Forest Whitaker, cuando todavía eran jóvenes y confiaban en poder cambiar el mundo; uno de ellos no lo ha logrado.


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