El año más violento. J.C.Chandor





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COMENTARIO.

Terminábamos nuestro reciente post, (1 de marzo del año en curso) sobre la última película de J. C. Chandor con la opinión de Joshua Rothkopf, acerca del joven cineasta: "Un paso más en la aclaración de la que puede ser la carrera más prometedora en el cine americano: la de un cineasta urbano, en sintonía de tiempo y lugar con la economía actual, que mira al trono vacante de Sidney Lumet. (A Most Violent Year. Time Out ). 

Se ha dicho también que el joven realizador se está abriendo un espacio para convertirse en el cineasta experto en el análisis de la política de su país, y no sólo porque nos muestra las zonas hundidas y marginales de la city, el deterioro del suburbano, una pizarra en la que ya no quedan huecos y los graffitis se sobre imponen unos a otros, sino por la denuncia clara, contenida y elegante de la práctica imposibilidad de los empresarios de hacer crecer sus negocios y hacer realidad el sueño americano, en la tierra de las oportunidades, sin cometer un montón de delitos, entre los que se encuentran la evasión de impuestos, el blanqueo de dinero y las zancadillas a un recién llegado que se llama Morales, al que sus camaradas recuerdan los años de sufrimiento de sus antepasados para llegar al lugar que ocupa él, y que con frecuencia los ha llevado a la cárcel.

La justicia y la policía roba-gallinas están más expectantes y atentas a los que progresan, dispuestos a hacerles favores con el objetivo de cobrárselos cuando estén en la cima de la política, a la que llegan los hombres más poderosos, que a hacer cumplir las leyes y proteger a quienes son víctimas de los múltiples delitos contra la vida y la propiedad. Julian (Elyes Gabel) , el joven  conductor de un camión- cisterna que transporta combustible, hecho que lo convierte en la víctima propiciatoria de los cacos más pobres todavía que él, desempleados a los que les resulta fácil atracarle y vender el producto robado a los grandes empresarios a muy bajo precio, se erige como el Jean Valjean moderno, que debe pagar con su vida o con la cárcel el haber cometido el error de defenderse, aterrado, de quienes ya lo mandaron gravemente herido al hospital, con una pistola. Morales se niega a que sus hombres lleven armas, una línea roja que no piensa atravesar, porque supone un aumento de la tensión que no favorece a sus empleados. No todos ellos piensan así; tampoco su mujer.

Chandor nos presenta con una fotografía ensombrecida, oscura, tanto como el objetivo de su denuncia, de forma elegante, contenida y con pretensiones de autor, el lado turbio de la actividad empresarial, que se aleja de forma determinada y firme de los despachos brillantes de los thrillers habituales, en los que reina una actividad desbordante, que florecen en Manhatttan no siempre dentro de los márgenes que marca la ley, como demostró en Margin Call. Para conseguir este clima de realidad, que no se aleje de lo cotidiano y no celebre el mundo de los negocios, se apoya en dos sólidos pilares: Oscar Isaac, el alter ego de Al Pacino, el hombre duro y resuelto que pretende conseguir sus objetivos con honestidad, pero al que no le tiembla el pulso, ni muestra temor jamás. Un gran descubrimiento, que ha recibido la atención que se merece de los certámenes cinematográficos. Frente a él, su partenaire Jessica Chastain, una mujer capaz de representar cualquier papel, casi siempre de fémina dura, y que ahora une otras cualidades como el pragmatismo indolente y menos puritano que el de su marido. Hija de un mafioso carece del prurito y las prevenciones morales de su esposo, que llega a comprender que hará siempre su trabajo siguiendo el camino más correcto. Un adverbio que introduce cierto matiz a la integridad mantenida hasta que las instituciones y el colectivo empresarial se unan para obligarlo a doblar la cerviz o tener que sufrir la ruina de sus negocios y el fin del bienestar de su familia.



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