Leviatán. Comentario.





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Comentario:


Andrey Zvyaginstev enmarca su historia entre una secuencia inicial y final,que a modo de quiasmo comienza con un plano largo del mar  lamiendo la costa, seguido al comienzo antepuesto al final a un montaje de fotos fijas que dejan ver los esqueletos de viejas barcas de pesca y enormes ballenas, un planteamiento que anticipa el ritmo pausado que alterna con la aceleración del relato en los momentos más trágicos y proporciona el marco adecuado 'para describir la lucha del hombre con su fe, no sólo en Dios, sino en el estado ruso, una lucha épica con un monstruo de muchas caras, capaz de adaptar la ley a sus propios apetitos' (Peter Debruge. Variety) ; en este combate el hombre se ve reducido al estado más primitivo, en el que da rienda suelta a sus pasiones y se deja arrastrar por la insatisfacción y el alcohol, que consume hasta perder la conciencia.  y lo ubica en un paraje de gran belleza en la península de Kola, alejado de Dios y de la civilización, Paisajes y hombres se van a poner al servicio de un relato oscuro, que comienza in media res, cuando el conflicto entre Kolya (Alexey Serebryakov) y el alcalde, que ambiciona sus propiedades, ya se ha desatado, y llega al lugar Dmitri (Vladimir Vdovitchenkov), un amigo y abogado de Moscú para defenderlo en el proceso de expropiación de sus terrenos en los que se encuentra la casa que ha construido con sus propias manos, que se constituye como el núcleo del relato.

Laviatán será la excusa de Andrey Zvyaginstev para demostrar que ninguna de las dos ideas humanistas que dominaron el mundo en los siglos XIX y XX, el marxismo y el cristianismo fueron capaces de  domeñar al hombre, de hacerlo sensible al sufrimiento de los demás y de controlar la avaricia que rige las relaciones humanas, a pesar de la apariencia de contrato social y estado de derecho de la Rusia actual. Para demostrarlo hace un recorrido duro y oscuro por las instituciones del estado, - políticos,policías, jueces...-, que viven de la extorsión del ciudadano y del soborno; por organizaciones religiosas, denunciando la connivencia de popes y sacerdotes con antiguos funcionarios del régimen soviético, con un pasado criminal, que se encuentran al frente de la nueva Rusia capitalista; la amistad y el amor, traicionados por el deseo sexual; las nuevas familias en las que los hijos crecen inadaptados sin aceptar a la pareja de su padre o de su madre, e incluso la traición de los amigos más pobres, a pesar de realizar trabajos pesados, capaz de entregar al desahuciado, al que las pruebas condenan, aunque no la verdad de los hechos, por una miserable paga que el estado les proporcionará por cuidar de su hijo menor. Kolya lo pierde todo, y el pope le aconseja que tenga paciencia, una virtud que le permitirá superar , con la ayuda de Dios, los cien años, como le ocurrió a Job. Nadie puede sujetar con un anzuelo a Leviatán.

Eliminadas todas las trabas que se interponen entre el alcalde y la modesta propiedad de Kolya, una batalla en la que ha utilizado el soborno, la corrupción e incluso la coacción física impunemente, puede acudir a la Iglesia con su familia, donde recibe la bendición de la Iglesia, por su ayuda inestimable para la recuperación del espíritu de Alexander Nevski, el príncipe de los príncipes, y escuchar la homilía que más le conviene: Dios no está en la fuerza, sino en la verdad, el amor, la sabiduría y la valentía que venció a los enemigos de la fe y de la patria. A cambio el gángster regaló a la parroquia una bonita iglesia decorada con los imprescindibles iconos.

No compartimos la opinión de que Leviatán es una sorprendente sátira muy divertida, que se atreve a cuestionar si la patria rusa defiende los intereses de los ciudadanos, sino que sentimos el film como una tragedia, un drama intenso, relatado por un ruso que conoció todavía la dictadura soviética y ahora debe soportar la corrupción y la tiranía de sus antiguos funcionarios, convertidos en capitalistas que desahucian a sus compatriotas de casas modestas, ubicadas en bellos lugares, a los que ahora se concede un valor turístico o de placer personal para el nuevo rico, pagando además un terrible impuesto de injusticia que en casos como el del protagonista, da con sus huesos en la cárcel. Una severa denuncia de la Rusia actual que cala hondo en el resto de una Europa debilitada por el escarnio que ha producido la crisis económica y que ve reproducidas en sus carnes las cuestiones que plantea el cineasta ruso con gran dureza.



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