Lejos del mundanal ruido. Crítica de Juan Roures.








Crítica de Lejos del mundanal ruido (Thomas Vinterberg, 2015) 


¿Quién habría adivinado viendo Orgullo y prejuicio (2005) que la secundaria Carey Mulligan se convertiría en una de las intérpretes más emblemáticas de su generación? Probablemente nadie. Y menos tan rápido. Pero una década más tarde la joven acumula papeles tan maravillosos y distintos como los encontrados en una An education (2008) —por la que fue nominada al Óscar y comparada a la mismísima Audrey Hepburn—, Shame (2011), Drive (2011), A propósito de Llewyn Davis (2013) y El gran Gatsby (2013). El último sumado a la colección es el de Bathsheba Everdene, uno de los personajes femeninos más icónicos de la literatura inglesa gracias a la novela Lejos del mundanal ruido de Thomas Hardy, ya adaptada con aplomo por John Schlesinger en 1967 con Julie Christie en el rol principal. 

La versión del danés Thomas Vinterberg —máximo exponente del Dogma 95 y candidato al Óscar por la excelente La caza (2012)— es, como cabría esperar, más oscura e inquietante, pero también más poética, gracias en gran medida a la bella ambientación pero, sobre todo, al excelente trabajo de Mulligan, quien ilumina cada plano con su mera presencia. La joven está bien acompañada de Matthias Schoenaerts, Michael Sheen y Tom Sturridge, aunque, lamentablemente, los tres están estancados en personajes tan planos como predecibles que hacen poco por enriquecer la narración. Y, lo que es peor, entorpecen, no sólo el trabajo de Mulligan, sino la credibilidad del personaje, cuyos impulsos parecen dirigidos por un maestro titiritero caprichoso.

Por supuesto, el guionista David Nicholls —quien ya escribió hace poco el libreto de One Day (2011) a partir de su propia novela— no se inventa los deslices, sino que los toma del original. Pero toda revisión de un texto clásico requiere un trabajo de contextualización que no parece haberse llevado a cabo: lo que resultó innovadoramente feminista en 1874 es reaccionario en el 2015. Una pena, porque la atmósfera recreada por el film era digna de una obra maestra y Lejos del mundanal ruido queda relegado a mero entretenimiento de época. Eso sí, como tal es notable, ya que el trabajo visual es fascinante y la música de Craig Armstrong absolutamente evocadora. Pese a sus irregularidades, Lejos del mundanal ruido es un bello film que nos regala momentos inolvidables. Así, ver a Mulligan y Sheen interpretar “Let No Man Steal Your Thyme” en el fragor de la noche es un auténtico regalo para los sentidos (aunque, eso sí, una clara muestra del prodigio que la obra podría haber alcanzado de cuidar todos sus elementos con el mismo mimo). En cualquier caso, la bucólica fotografía de Charlotte Bruus Christensen merece ser disfrutada en pantalla grande.


 

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