Escándalos romanos. Frank Tuttle.





Ficha técnica:

Título original: Roman Scandals.
País: Estados Unidos.
Año: 1933.
Duración: 92 minutos.
Comedia/peplum.

Dirección: Frank Tuttle.
Guión: Historia original de  George S. Kaufman y Robert E. Sherwood, adaptada por William .
Anthony McGuire; material adicvional de George Oppenheimer, Arthur Sheekman y Kat Perrin.
Dirección de fotografia: Greg Toland, Ray June; secuencias de las cuádrigas: John W.Boyle.
Música: Score: Alfred Newman.Canciones de Harry Warren y Al Dubin.
Dirección coreografías: Busby Berkeley.
Scuencias de cuádrigas: Ralph Ceder.
Edición: Stuart Heisler.
Sonido: Vinton Vernon.

Diseño de Vestuario: John W.Harkrider.

Productor: Samuel Goldwyn.
Compañías Productoras: Samuel Goldwyn Classics, United Artist, Film Classics. Howard Productions Inc.


Intérpretes:

Eddie Cantor: Eddie / Oedipus
Ruth Etting: Olga,
Gloria Stuart: Princesa Silvia,
Edward Arnnold : Emperador Valerius,
David Manners: Josephus,
Werree Teasdale: Emperatriz Agripa,
Alan Moweray: Mayordomo,
Jack  Rutherford: Manius,
Willard Robertson: Warren Finley Cooper,
Lee Kohlmar: Storkeeper,
The Goldwyn Girls: Slave Girls.


Sinopsis:

Un joven es expulsado de Roma y se ve obligado a buscar una nueva ciudad donde vivir. Una noche ca en un profundo sueño en el que revive su vuelta a la gloriosa Roma de los emperadores. Su regreso estará plagado de aventuras, intrigas palaciegas e intentos de asesinato del emperador.







Comentario:

Esta misma mañana buscaba algo nuevo y diferente para ver. El calor ahogaba, y la gente soñaba con poder descansar en su casa, si era posible con aire acondicionado o un buen ventilador, sentada en su butaca viendo una buena película. Con este objetivo me he puesto a revolver en las oportunidades de un importante centro comercial, al que sólo me acerco cuando he agotado todas mis posibilidades, y me he encontrado con esta pequeña joya de 1933, una película pre-code, una comedia peplum que me miraba sugerente. El film no sólo mostraba la liberalidad de las costumbres en la época anterior a la censura establecida por el Código Hays, llamado así por William Harrison Hays, Director de la MPPDA (Motion Picture Producers and Distributor of Amércia), que se encargó de sacar adelante el mayor proyecto de código censor realizado hasta el momento, escrito por David Lord, sacerdote jesuita, Martin Quigley, periodista y editor, ferviente católico seglar y Joseph I.Breen, católico de origen irlandés, sino que era imaginativo, inteligente, divertido y verdaderamente inteligente.

La historia se ubica en la depresión que siguió a la crisis del 29, que provocó, como ahora, una oleada de desahucios, que tuvieron como consecuencia que la gente, a la que se apela, por parte de algunos políticos, en momentos de dificultades, dirigiera sus iras hacia los servidores públicos corruptos, empresarios , policías y jueces venales. Tan pronto como comienza la película, un cartel nos recuerda que estamos en 'Roma Oeste' y que allí reside la Cámara de Comercio  presidida por un tal Warren Cooper. Las fuerzas vivas construyen edificios públicos (cárceles, museos...), para obtener pingües beneficios, expropian los terrenos, manipulan el precio y expulsan a los vecinos a la calle. Parece que en lo que se refiere a corruptores y corruptos la sociedad ha avanzado bien poco en cien años. Eddie cree que en la Roma clásica las cosas eran diferentes, hasta que  en un sueño profundo es trasladado a la época de los emperadores y descubre lo equivocado que estaba, llegando a esta conclusión con las mismas pruebas en la 'realidad' y en la 'ficción'.

Escándalos romanos no sólo es una historia bien contada, sino una fuente inagotable de referencias para películas posteriores, especialmente la comedia de romanos británica ( 'La vida de Brian (1979) de los Monty Phyton, con esos carceleros tan estrambóticos; 'Golfus de Roma' (1966) de Richard Lester, y la imagen de Buster Keaton dando vueltas a las colinas de Roma en medio de las más bizarras persecuciones, pero también las carreras de cuádrigas de Ben Hur (1959) de William Wyler, que en esta película estuvieron dirigidas por Ralph Ceder). Las coreografías con rubias oxigenadas, ligeras de ropa, muy sugerentes, tenían los días contados, así como los blancos con la cara pintada para hacerlos pasar por negros. Un film divertido, interesante, que nos ilustra acerca de cómo era el cine antes de que en Norteamárica se introdujera la censura con el fin de evitar que se vieran tantas películas diferentes como estados tiene la Unión. Una institución que persiste en el mundo anglosajón y que en Inglaterra corre a cargo del Lord Chamberlán.

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