El desafío: Annapolis.(Annapolis)




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Ficha técnica:

Título original País: Estados Unidos.
País: Estados Unidos.
Año: 2006.
Duración: 103 minutos.

Dirección: Justin Lin.
Guión: Dave Collard.
Dirección de Fotografía: Phil Abraham.
Música: Brian Tylr.
Edición: Fred Raskin.

Diseño de Vestuario: Gloria Gresham.

Productor: Damien Saccani, Mark Varahdian.
Compañías. Touchstone Pictures

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Intérpretes:

James Franco : Jake Huard.
Tyrese Gibson : Cole.
Macka Foley : Ref.
Jim Parrack : A.J.
Donnie Wahlberg : LCDR Burton.
Brian Goodman : Bill Huard.
Billy Finnigan : Kevin.
Jordana Brewster : Ali.
Katie Hein : Risa.
Jimmy Yi Fu Li : Guardia marino Lin.
Charles Napier : Supt. Carter.
Heather Henderson : Daniels.
Vicellous Reon Shannon : Marcus Nance.
Roger Fan : Loo.
McCaleb Burnett : Whitaker.
Wilmer Calderon : Estrada.
Chi McBride : McNally.
Matt Myers :  Sr. Nance.
John Fahy :  Guardia marino.
Samuel Winder : Guardia marino Flaming.
Lisa Crilley : Jen.


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Sinopsis:

1.200  aspirantes a la escuela naval de Annapolis son aceptados de un total de 50.000 aspirantes, entre ellos Jake Huard (James Franco) , un joven de origen humilde, pero un rebelde con dignidad que tiene que sobrevivir en un contexto adverso, para sobrevivir en una de las academias militares más exigentes del mundo, unas condiciones adversas a las que une la inquina del comandante de la compañía.


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Críticas:

Hasta qué punto fracasó Justin Lin  en su intento de realizar un film bélico o relacionado con la milicia, lo pone en evidencia la ausencia de críticas, buenas o malas, acertadas o  desacertadas, manipuladoras o de cualquier otro tipo, y no tiene nada que ver con el momento actual, en el que Sam Mendes, Kathryn Biguelow, Paul Greengrass, Clint Eastwood e incluso Angelina Jolie se han lanzado a realizar películas del género, en el que, al parecer cualquier cineasta da la medida de su capacidad de enfrentarse a un gran reto y superarlo.



El problema reside en que Justin Lin se ha quedado en la superficie, le ha faltado profundizar en lo que mueve a un joven a enrolarse o a lanzarse a las calles a protestar contra las guerras, lo que puede significar para un muchacho de orígenes humildes empeñarse en querer llegar a ser oficial de la armada y no conformarse con ir a una fábrica todos los días hasta el fin de su vida. Se ha interesado por los enfrentamientos que puso de moda Kubrick y su 'Chaqueta metálica', por el  ¡Señor, sí Señor! y otros rituales tantas veces repetidos en las películas, sin profundizar en las causas de las dificultades de este joven orgulloso que cree no necesitar a nadie, pero que escucha reiteradamente de sus instructores que es un protegido de alguien importante y que no merece estar allí.

Quizá la marginación de que es objeto el joven no ha sido tratada de una forma suficientemente atractiva para el público que no acaba de entender qué quiere ser Jake Huard, un buen boxeador o un buen guardia marino, o si utiliza esta pequeña ventaja para conseguir sus objetivos. El clima de la Academia se asemeja más al de una universidad cualquiera de Estados Unidos que a una escuela militar, El resultado es que el realizador taiwanés, que se ganó al público dirigiendo varias entregas de Fast & Furious, ha fracasado con este film demasiado blandengue para aquellos a quienes les van las proclamas y los panfletos militares, y absolutamente  prescindible para quien espera mucho más de un film bélico en un territorio como el americano en el que abundan los buenos cineastas que han sentido la necesidad de analizar las diferentes guerras que han padecido sus ciudadanos, dentro y fuera del país, ya fueran independentistas, secesionistas o colonizadoras, que se han cobrado miles de víctimas jóvenes, y de las que estas vacaciones las diferentes cadenas están ofreciendo una buena muestra. Lin se ha quedado en el éxtasis, menos popular de lo que él podía creer, que provoca la parafernalia militar.

Lo mejor que se puede decir de esta película, porque hasta el peor film siempre nos puede enseñar algo, es la idea que tiene Lin del individualismo americano, de cómo un hombre que desea más que nada llegar a ser oficial de la marina y lucha con todas sus fuerzas para conseguir su sueño, no pierde en el camino la dignidad ni  la solidaridad con sus compañeros. Un valor muy americano que Lin  ha sabido apreciar y que es la mayor aportación de este pueblo, junto con una acción, que aquí se echa en falta, al arte y el pensamiento occidental y que ha derribado muchos más muros de los que la falta de perspectiva nos permite vislumbrar. Muchos se quedan en el camino, otros, como el protagonista de 'La soledad del corredor de fondo' se paran antes de llegar a la meta, porque su objetivo era demostrarse su valía a sí mismos, y otros, al fin, rompen la cinta. Pero detrás de cada una de estas decisiones está el libre albedrío del individuo.que se siente un ciudadano de pleno derecho de su república y que es consciente de que, si se empeña, puede llevar a un negro a la Casa Blanca. Y todos sabemos que  esta nación tiene sus buenas dosis de conservadores republicanos, que se agrupan bajo la bandera de la Confederación, lo que produce la paradoja de que su presidente sea de origen afroamericano, mientras en ciertos estados se sigue segregando y maltratando a los negros. Una lucha que está simbolizada por un duro combate de boxeo que decidirá en un cuerpo a cuerpo entre dos hombres hacia qué lado se inclina la balanza. Jake no puede luchar sólo contra el mundo, ni contra todas las decisiones injustas, pero la recompensa le llega a través de la mayoría de sus camaradas. Un final realista y noble, que endereza la falta de interés del resto de la cinta, aunque el hombre no haya alcanzado todavía el nirvana, es decir la posibilidad de asociar a la justicia social el derecho del individuo a subsistir como tal, con esa conciencia plena que reclamaban los socialistas utópicos y científicos del siglo XI y que estamos muy lejos de alcanzar..



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