Retornados. Comentario.




Ficha técnica, sinopsis, críticas, trailer (Pinchad aquí)

Comentario:

Retornados es un buen ejemplo  de como el cine español, y en especial el que se hace  en Cataluña, va entrando con bastante fortuna en la senda del género. No son pocos los realizadores que están haciendo carrera en Estados Unidos y están recibiendo financiación de empresarios de ese país, -Jaume Balagueró, Jaume Collet Serra, Vicente Plaza, los Hermanos Pastor,  Guillem Morales...-, una situación en la que algo tendrá que ver el Instituto de Cinematografía y  Artes Audiovisuales y el Departament de Cultura  de la Generalitat de Catalunya, que han financiado en parte la película de Carballo, un cineasta del que apenas se sabe nada, excepto que dirigió dos largometrajes con anterioridad, 'El último justo', (2007),  y 'La posesión de Emma Evans' (2010), ambas muy mal tratadas por la prensa del país. Es entonces cuando una se pregunta qué vieron las compañías americanas, españolas o catalanas que les animara a invertir en un personaje que al parecer era un desastre, y de la noche a la mañana se convirtió en un hombre capaz de dirigir una película como 'Retornados'. Algo falla en la detección de talentos en nuestro país.

La película va un poco más allá que sus homólogas anteriores  y no se detiene en el objetivo de ir construyendo una sociedad solidaria, mediante la denuncia  de las  maniobras para la marginación del 'otro', 'el diferente', el que se aleja del hombre o la mujer 'normales' (¿?) por cualquier razón, (¿porque es músico y le gustan las guitarras, como le ocurre a Alex, el protagonista, que enfermó y fue vampirizado por querer adquirir una vintage que buscaba hace ya tiempo, a la que se abraza mientras muere?), ¿porque es negro, está enfermo de SIDA, parado, o viene de otro lugar...?. Esta es la historia, que viene precedida por otras como 28 días después de Danny Boyle (2002),  Infectados de los Hermanos Pastor, (2009),  o  Guerra Mundial Z de Marc Forster (2013). La historia se sustenta sobre un background más negro y profundo: el instinto de supervivencia y el miedo a perder la vida, impulsos vitales y sentimientos que sólo pueden ser vencidos por otros superiores a ellos como el amor que puede sentir un padre por un hijo, o u una mujer por su amante, que anteponen la supervivencia de sus seres queridos a la conservación de su propia vida, algo que   Carballo nos dice con imágenes: la primera la del dueño de una gasolinera que está siendo devorado por su hijo, un retornado que la sociedad no ha podido salvar, que funciona a modo de augurio sobre cómo va a ser el final del protagonista, atado voluntariamente por unas cadenas de acero a la pared para no poder dañar a la persona con la que conviven, una visión terrible que ilustra el cartel de la película.

Por encima de nuestros sentimientos, nuestras filias y nuestras fobias está el destino, el azar que lo rige todo y que convierte un pequeño dato, aparentemente sin importancia, como  la pérdida de un móvil, en un elemento decisivo para derivar la historia hacia una tragedia que no debía haberse producido, salvo que los afectados tuvieran en contra a los hados. Para contarnos esta historia y sus múltiples implicaciones Carballo recurre al lenguaje formal del thriller convencional, con más técnica que pasión y con los molestos subrayados de las cámaras lentas, que dirigen la mirada del espectador hacia los objetivos que se le señalan; a pesar de lo dicho, 'Retornados' tienen la suficiente dignidad para ser tenida en cuenta y, con toda probabilidad, las objeciones que se hacen al director son las que se suelen hacer a este tipo de películas, en las que los grupos sociales más vulnerables se identifican con frecuencia con los zombis, la clase más baja y desfavorecida de los muertos que recobran la vida con una merma significativa de sus capacidades y habilidades sociales. Los 'retornados', por el contrario, son personas que se mantienen en la plenitud física y psíquica y que pueden sobrevivir siempre que utilicen un fármaco determinado. Una forma de enfrentarse a este género tradicional absolutamente nueva.

Al perder el aspecto terrorífico, -sólo en una ocasión vemos a uno de ellos comiendo las vísceras de su padre-, los sustos están ausentes del relato, aunque la forma de acabar con ellos sigue siendo la misma que en la iconografía tradicional: disparándoles en la cabeza. Hay acentos innecesarios, redundancias verbales de imágenes que el espectador sabe interpretar, como la asociación de los lugares a los que se conduce a los enfermos mientras no existe una forma eficaz de tratarlos, rodeados de concertinas y vigilados por el ejército, con los campos de exterminio, así como la forma en que se los liquida y se les hace desaparecer,  sin necesidad de que se nombre a la Gestapo. Pequeños errores sin importancia si  este esfuerzo el cine español abandona ya el costumbrismo exasperante y comienza a ser capaz de construir tropos y metáforas cinematográficas en torno a la realidad que lo circunda y las cosas que le importan, y en este aspecto Carballo ha tenido más de un acierto.


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