Moon. Duncan Jones. Comentario.




Imagen cedida por BMA House a cinelodeon.com



Ficha técnica:


Título original: Moon.
País: Reino Unido.
Año: 2009.
Duración: 91 minutos.

Dirección: Duncan Jones.
Guión: Nathan Parker, basado en un relato de Duncan Jones.
Casting: Jery Zimmermann y Manuel Puro.
Dirección de Fotografía: Gary Shaw.
Música: Clint Mansell.
Edición: Nicolas Gaster.

Diseño de Vestuario: Jane Petrie.
Diseño de maquillaje y peluquería: Karen Bryan Dawsen.
Diseño conceptual: Gavin Rothery.

Productores: Stuart Fenegan, Trudie Stiler.
Co-Productores: Niky Moss, Alex Francis.
Productor en línea: Julia Valentine.
Productores ejecutivos: Michael Henry, Bill Zysblat, Trevor Battie, Bill Bungay.
Diseño de producción: Tony Noble.
Compañías: Sony Pictures Classics Release & Liberty Films.


Intérpretes:


Sam Rockwell:
Dominique McElligot
Kaya Scodelario
Benedict Wong
Matt Berry
Malcolm Stewart.


Sinopsis:


Duncan Jones nos cuenta en este relato espacial, la vida de un astronauta que se encarga de vigilar la extracción de helio-3 en la superficie lunar, un producto escaso en la Tierra, cuya producción automatizada en la Luna resulta, por añadidura, más económica. Al frente de la extracción se encuentra Sam Bell, un hombre que está a punto de terminar un contrato de tres años en la Base Minera Sarang, perteneciente a la compañía  Lunar Industries Ltd., en la cara oculta del únic planeta que gira sobre  sí misma y se traslada de la Tierra . Este empleado debe permanecer, obligado por un contrato, durante tres años en la Base Minera Sarang con la única compañía de una curiosa y simpática máquina de inteligencia artificial, mucho más modesta que Hall, por imposiciones de financiación, y decorada con un sonriente sticker, GERTY, programado para ayudarle y protegerle en su turina diaria, que consiste en comprobar el buen funcionamiento de 3 excavadoras-cosechadoras (Mark, Matthew y Luke), que realizan la función de extraer el valioso isótopo Helio-3, necesario para alimentar los reactores de fusión terrestre. Un accidente fortuito le descubre un terrible secreto, cuando le quedan tan sólo tres semanas para acabar su contrato y reunirse con su familia, con la que se comunica diariamente, mediante mensajes grabados transmitidos Vía Júpiter. El descubrimiento de la verdadera naturaleza de su misión supondrá una terrible convulsión que afecta a  los cimientos de la esencia del ser humano y propone una profunda reflexión.


Premios:


  1. Mejor Película Británica Independiente de 2009.
  2. Premio Douglas Hickox para Duncan Jones.
  3. Mejor películas en el Sitges Film Festival de 2009.

Críticas:


Javier Ocaña, con todo el derecho que le asiste, nacido en 1971, muestra, en ocasiones una visceralidad hacia los renovadores del cine que no se entiende bien en un hombre relativamente joven, que aunque ya bien adentrado en la cuarentena, se muestra muy contrario a la introducción de las nuevas tecnología, y más inclinado al cine hipster e indie, nostálgico, de la moda del mundo del vinilo, la máquina de escribir y el VHS, y las fotos delante de estanterías repletas de libros, algo que los hipster asocian con la modernidad intelectual. Curiosamente, como tantos otros, -un hecho incomprensible cuando ya comenzaban a caminar programas de estudios relacionados directamente con las  artes audiovisuales -, procede como otros del mundo del derecho, y un simple master (la palabra mágica en la Europa de los mercaderes), realizado en su caso en 'El Diario 'El País', lo elevó al Olimpo de la crítica cinematográfica. Lo mismo ocurre con Tomás Fernández Valentí, también Licenciado en derecho, y tantos otros que aprendieron a hacer crítica criticando (como recomiendo San Francisco de Sales, usando un viejo proverbio latino), y chocan con las nuevas generaciones que han crecido estudiando teórica fílmica y semiótica de la imagen. Los másters vienen después.

Esta fisura se hace patente en el análisis de esta película del hijo de David Bowie, que molestó extraordinariamente, entre ellos al crítico de 'El País', algo que se desprende con claridad de sus propias palabras: "En una división quizá un tanto restrictiva, la ciencia-ficción puede apelar a la mente o puede apelar a la sangre, al intelecto o al entretenimiento. Así, 2001: una odisea del espacio y Solaris pertenecerían a la primera categoría; La guerra de las galaxias, a la segunda; y mientras, en un término medio podría estar Blade runner (...) Por sus características esenciales, Moon, debut del británico Duncan Jones, debería suplicar a la neurona (...) ¿Qué es entonces Moon? Si apelamos a la mente: la nada. Si apelamos a la sangre: un peñazo.(Gravedad Cero. Diario 'El País', 9 de octubre de 2009). Es obvio que no necesita más explicación de cuales son las líneas que rigen la crítica española.

La mayor parte de los análisis hablaron del talento de Duncan Jones, del que alguien dijo que era menos listo de lo que él creía. Pero lo que nos ha llamado poderosamente la atención y nos ha dejado muy descolocados ha sido la coletilla de un tal Suso Aira que finaliza su crítica del  último film de Ridley Scott, The Martian, evocando a David Bowie y su Space Oddity con un  !'Anda y chínchate, Duncan Jones"!  ¿Qué molestó tanto del film? ¿Qué callos pisó el novel Duncan Jones?

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Comentario

El 27 de octubre de 2010, cuando ya nadie dudaba que nos encaminábamos hacia un via crucis causado por la depresión que dio su pistoletazo de salida en septiembre de 2008 con la caída de Lehman Brothers , (lamento tener que repetir el argumento cada vez que nos encontramos con un film que refleja el trauma que produjeron los atentados del 11 de septiembre de 2001 y la caída de la bolsa de 2008), el mundo comenzó a tomar conciencia de que estaba asistiendo a una recogida de beneficios del capital financiero y preparándose para la nueva era tecnológica. No era la primera vez que el cine abordaba el tema de los clones y realizaba un relato de ciencia-ficción sobre las posibilidades que abrían las investigaciones genéticas, incluida la aplicación espuria que denunciaban las nuevas películas nacidas en medio de un pesimismo generalizado. No era la primera vez que los clones hacían su aparición en la gran pantalla. En 1992, Ridley Scott había presentados a sus replicantes en Blade Runner, pero su bello Roy Batty, interpretado por Rutger Hawer, muere en pleno esplendor, un diseño del personaje que lo aleja de forma radical del orwelliano protagonista de Moon.

Nuestro post surgía como un lamento por los estragos que la crisis estaba ya provocando, en sus primeros momentos, en las masas más desfavorecidas: "Una bochornosa y agotadora noche de julio de unas vacaciones en plena crisis económica, me tumbo en mi sofá con la intención de ver una película de ciencia ficción, dirigida por Duncan Jones (hijo de David Bowie ), Moon, cuyo estreno coincidió con el de Agora, de Alejandro Amenabar ), y no había tenido la oportunidad de ver en el cine; me compro el DVD, que me habían recomendado encarecidamente, no por su triunfo en Sundance, Sitges..., sino por su singular forma de ver el mundo y su magnífica realización. Allá vamos.

Puede que alguno piense que lo que voy a decir es un poco complicado, pero entre nuestros alumnos tenemos algunos que se han de enfrentar a Platón, Kant o cualquier otro fílosofo que desde las instituciones educativas se considere que es útil para su formación. Y lo hacen; incluso algunos, muy pocos, deciden dedicar su vida al estudio de la Filosofía, aparentemente tan árida, pero en el fondo tan apasionante. Hay que reconocer que un joven, educado en un ambiente más que cómodo, (y con un padre como el suyo al que ha hecho célebre su esfuerzo y sus cualidades innatas para la música) utiliza bien la materia gris, y conoce mejor de qué se nutren disciplinas como la teoría literaria y fílmica, la crítica literaria o cinematográfica...o movimientos como el feminismo, el afrocentrismo...

Theodor Wiesengrund Adorno, de la Escuela de Frankfurt criticaba a Hegel y a los pensadores marxistas porque reducían la negación ( la antítesis ) al papel de simple mediadora en el proceso dialéctico, que siempre acababa resolviéndose en positividad; es decir, si en el proceso tésis-antítesis-síntesis todo se encamina hacia el logro de una identidad y una superación, perdiéndose el papel revolucionario de la negación en cuanto negación. Pongamos un ejemplo que nos interesa: si el movimiento feminista se ve históricamente como un momento de negatividad hasta que se llegue a una situación social de emancipación de la mujer, donde todos queden igualados, se pierde el papel revolucionario de ese colectivo diferente, y su posibilidad de mantener su papel crítico. La función de la dialéctica negativa es emancipar lo que no es idéntico, y en este contexto la dialéctica positiva no juega ningún papel.

Como consecuencia su función es la de rescatar los restos, lo que queda fuera del concepto, sin importancia, perecedero; estos restos encuentran un correlato en la lógica onírica (aportación del psicoanálisis) que descubre una dimensión del sujeto social que se opone al mundo empírico. El sueño, las fantasías, la literatura, el cine o el arte y sus mundos imaginarios, funcionan negativamente en relación con el espíritu objetivo. Duncan Jones nos cuenta una historia, que unas veces te remite a Solaris, de Tarkovski, otras a Blade Runner, de Ridley Scott, pero rápidamente percibes que el camino elegido es otro muy diferente. Sam Bell (Sam Rockwell), es un minero que ha sido enviado por Lunar Industries a la cara oculta de la Luna, como único humano que está al frente de la extracción de Helio-3, material energético fundamental en ese momento para la Tierra. Sus únicos contactos son elementos telemáticos: el ordenador de la base, Gerty, y cámaras que le conectan con el mundo exterior, a través de las cuales recibe mensajes de su mujer y su hija de tres años.

En una de las salidas para controlar las cosechadoras del material energético, sufre un accidente, cuando está a punto de terminar su misión y volver a la tierra; es trasladado a la estación y cuando se recupera observa perplejo que hay un nuevo ocupante, que es igual que él, su gemelo. Su estado de salud va deteriorándose, pero, al estar acompañado de otro humano y mantener un diálogo sobre su vida en la Luna y sus conexiones con la Tierra, descubren que sus emociones humanas son falsas, que en realidad son clones, generados a partir de células de un originario Sam Bell, del que heredan, no sólo su físico, sino su psique, sus afectos y recuerdos; están programados para vivir tres años, al cabo de los cuales son incinerados. En este punto parece conectar con Blade Runner, donde los replicantes viven cuatro años y se rebelan contra una muerte precoz, en plenitud de su forma y esplendor físico. Así mueren: bellos, perfectos, espectaculares. Pero aquí, Duncan Jones se empeña en mostrarlos como humanos, que sangran, enferman, se deterioran cuando les llega el tiempo, sufren, tienen emociones...Incluso Gerty, en contacto con ellos se humaniza y les ayuda. ¿Son seres humanos ? ¿Son esos restos de los que habla Adorno? ¿esos seres despreciables, inferiores, por los que vale la pena seguir luchando ?

Sufres como espectador al verlos degradarse hasta la muerte, atormentarse al conocer la nueva esclavitud que la ¿humanidad? ha inventado para mejorar su rendimiento económico; forman un grupo, todos iguales, igual de miserables y condenados a morir irremisiblemente, engañados, sin contacto con el resto de los hombres (no hay comunicación con el exterior ), mientras la nave de regreso a casa es el sarcófago en que serán incinerados. La sangre, ese elemento tan humano, sin el que no podemos vivir, está presente, vista en primer plano, en la escafandra, en la ropa, en el dedo cortado con un cuchillo. No se puede dudar: son humanos, son el resto ( a los que algunos llaman excluidos) del que la sociedad ni se ocupa ni le preocupa; su humanidad, mucho más humana que la de muchos humanos, les inclina a cuidar de la naturaleza, en un pequeño jardincillo que montan en la estación lunar. Incluso ellos mismos reivindican su condición ante el robot, pero cuando uno de los dos intenta evadir su destino y escapa a la Tierra para cumplir sus deseos y hacer realidad sus sueños de hombre, una voz en off le recuerda su verdadera naturaleza de resto social, de marginado al que se le niega la igualdad con el resto de los hombres.

En Blade Runner Ridelye Scott plantea el tema de la muerte, en Moon Duncan Jones la indiferencia de los mortales ante las miserias y la muerte de los marginales. Ante un suceso trágico la 'etiqueta reyerta entre bandas' tranquiliza al ciudadano medio, que se siente seguro e inmortal. Volviendo a Adorno: en el momento que se llegue a una situación de igualdad de la mayoría de hombres y mujeres (subiendo o bajando el listón, eso ya lo veremos ) ¿Qué haremos con quien no accede al 'paraíso'  (...)  Duncan Jones al abordar el tema opta por hacerlo en un mundo, 'todavía' imaginario, de ciencia-ficción, que aparentemente se opone a la lógica empírica. Así lo procesarán muchos espectadores, así lo vende Sony Pictures Classics: Moon es un inteligente y apasionante thriller de ciencia-ficción, a la altura de clásicos del cine tan destacados como 2001:Odisea del espacio..."

En estos momentos en que millones de desahuciados, de parias de la Tierra, recorren Europa buscando un lugar donde protegerse de las guerras que asolan su país, son muchos los que se ocupan de proporcionarles ayuda, ante la  indiferencia de otros muchos, pero cabe preguntarse: ¿quién se ocupa de los más pobres, de esos 'restos' que no han podido salir de su país porque no tienen con qué pagar a las mafias que, en ocasiones venden la muerte en forma de esperanza. Yo no oigo a nadie. Si queréis escucharlos os aconsejo el documental de Talal Derki, 'Return to homs' (2013), y podréis comprobar cómo vive una población marginal y depauperada, en medio del fuego cruzado del ejército a las órdenes del dictador y el de la guerrilla que ha convertido las escasas viviendas que quedan medio en pie, en un laberinto de resistencia, sin que a nadie les importen lo más mínimo.

El hecho de que alguien se acuerde de Moon y su director Duncan Jones, aunque sólo sea para decirle que se chinche, (suponemos que comparando algo incomparable: su película con la de Ridley Scott), no deja de ser significativo. Uno y otro, el primero con una distopía y el segundo reivindicando el derecho del hombre a la utopía, construyen  una fábula sobre la soledad  y en defensa de los más altos ideales de nuestra humanidad, como señala el actor noruego Aksel  Hennie.


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