El Clan. Pablo Trapero.





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Ficha técnica:

Título original:El Clan.
País: Argentina/España.
Año: 2015.
Duración: 110 minutos.

Dirección: Pablo Trapero.
Casting: Javier Braier.
Director de Fotografía: Julián Apezteguía.
Música: Sebastián Escofet.
Edición: Alejandro Carrillo Penovi, Pablo Trapero.

Diseño de Vestuario: Julio Suárez.
Maquillaje: Araceli Farace.

Productores: Agustín Almodovar, Pedro Almodóvar, Matias Mosteirin, Hugo Sigman, Pablo Trapero.
Productor ejecutivo: Leticia Kristi y Pola Zito.
Diseño de producción: Sebastián Orgambide.

Compañía: Kramer & Sigma Films, Matanza Cine. El Deseo, Telefé, Fox International Productions (FIP), INCAA, ICAA.

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Intérpretes:


Guillermo Francella:  Arquímedes Puccio,
Antonia Bengoechea : Adriana Puccio,
Gastón Cocchiarale : Maguila Puccio


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Sinopsis:

El Clan', película basada en hechos reales dirigida por Pablo Trapero y protagonizada por Guillermo Francella, Peter Lanzani, Antonia Bengoechea y Gastón Cocchiarale, cuenta la historia de los Puccio, una respetada familia argentina que hizo del secuestro y el asesinato su modo de vida. El patriarca, Arquímedes Puccio (Guillermo Francella), planifica los operativos mientras el hijo mayor Alejandro Puccio (Peter Lanzani) se sirve de su popularidad para identificar a los posibles candidatos. El film, que esta ambientado a comienzo de los años 80, fue la ambición de Trapero "desde el momento en que empezó a estudiar cine" y se basa en testimonios de amigos y parte de la familia que decidieron hablar.

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Críticas:


Hay algo en la crítica de Luís Martínez que no me acaba de complacer, y es el intento de enmarcar a un clan de asesinos en un contexto de normalidad, avalada por la mal llamada culpa colectiva,  un constructo intelectual artificioso que no existe y que sirve de coartada para los que en realidad se mueven empujados por la avaricia y el deseo de poder. Sin citarlo habla del fascismo alemán o del terrorismo del Norte de España. Sin embargo conviene señalar que no todos los alemanes compartieron el ideario de Hitler, apoyaron a la Junta Militar Argentina o se adscribieron o se vincularon a cualquier sistema basado en el terror, sino que fueron sus víctimas y de eso saben mucho los argentinos.Quien ha vivido en un sistema privado de libertades entiende a la perfección qué significa ser un 'boni' de la Roma clásica y a los que Shakespeare llamó hombres honrados (Julio César), que es una forma de denominar a la gente que tiene una buena posición, es amable y se relaciona bien con la gente que lo rodea. Es la normalidad de los cementerios que suele ir acompañada del silencio de los muertos.

"Ahora, borren, -dice Luis Martínez-,  todos los lugares comunes sobre el asunto. No eran una nueva versión de los Dalton ni muchos menos de Ma Baker y sus polluelos. No eran, para entendernos, criminales. Nótese que no decimos que no parecían maleantes; la carga de la prueba está en el verbo ser. Repetimos: no lo eran. Gozaban de la protección de la policía. Afincados en el barrio bien de la capital, existían perfectamente integrados como padres de familia ejemplares, jugadores de rugby de prestigio (el hijo) o maestras con una contrastada devoción por la infancia (la madre). Eran, ya se ha dicho, normales, patológicamente normales." ( 'El clan' o la normalidad como patología. Diario 'El Mundo', 6 de septiembre de 2015).

Carlos Boyero acierta más cuando habla de bien común, que, en demasiadas ocasiones impone el doblegamiento  y la humillación de las víctimas, una fractura que es aprovechada por quienes, apoyados en la impunidad siguen enriqueciéndose: " El clan comienza con imágenes en las que Alfonsín, ese señor tan civilizado y nada radical que presidía el Partido Radical, reconoce a Ernesto Sábato (un grandioso investigador del mal, lean ante todo Sobre héroes y tumbas) la terrorífica autenticidad de su informe sobre la impune barbarie que practicó la Junta Militar. Y como siempre, no ocurrió nada, los villanos no pagaron su culpa. La reconciliación nacional lleva a no agitar más las aguas convulsas, esas mierdas que justifican la paz no haciéndole pagar cuentas a la atrocidad en nombre de esa cosa tan falsa llamada el bien común." Y concluye afirmando: " Da mucho miedo esta película. Y ninguna compasión por el destino trágico de esa familia ejemplar." (El mal, tan familiar y tan protector. Diario 'El País', 13 de Noviembre de 2015).

Parece que, en los tiempos que corren, se ve bien no tomar postura ante hechos como los que narra este film, un ejercicio que realiza Jordi Batlle Caminal: "Trapero no nos endilga un sermón ni en momento alguno se tiene la sensación de que está tomando postura ante los hechos narrados, a los que se aproxima con loable objetividad y ecuanimidad. El clan alterna escenas de plácida vida familiar (no tan armónica como parece: uno de los hijos, que ahora retorna, huyó del país y otro, estrella deportiva, tiene problemas de conciencia y se enfrenta al padre) con otras de secuestros y muerte, contundentes algunas, otras elípticas." ('El clan': los ojos del demonio. La Vanguardia, 13 de Noviembre de 2015).

Sergi Sánchez pone el dedo en la llaga al decir que : " (...), lo más interesante de «El clan» es examinar los cambios sufridos por la sociedad argentina en el tránsito (del 82 al 85) de la dictadura a la democracia y comprobar cómo se proyectan hacia lo que ocurre hoy en día. Los Puccio son lo que el autor de «Mundo grúa» denomina «el síntoma» de un cáncer que ha hecho metástasis, y cuyo alcance es universal: a los españoles perfectamente podría recordarnos la transición del franquismo a la democracia, y cómo los misterios sin resolver de aquella época convulsa se han ido transformando en la alarmante avalancha de casos de corrupción de la actualidad (...) Sin embargo, le falta la intensidad necesaria para provocar la náusea. Y debería provocarla." ("El clan": la matanza no fue en Texas, sino en Argentina. Diario 'La Razón', 6 de septiembre de 2015).




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