Ático sin ascensor. Comentario





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Comentario:

Richard Loncraine, un realizador mediocre de cine y televisión, que no ha dejado un legado memorable de su obra, nos cuenta ahora una historia agradable, una  feel good movie, sobre una pareja de jubilados liberales, que, siendo jóvenes habían abandonado Manhattan y se habían instalado en Brooklyn, cuando todavía era un barrio en cierta medida marginal, (el que añora Spike Lee) . Ahora, ingresados de pleno en la edad madura, y cuando el barrio se ha gentrificado y se ha llenado de hipsters y pijos, deciden vender su casa y buscar un apartamento con ascensor en el centro de la Gran Manzana, por el módico precio de un millón cien mil dólares, que consiguen rebajar a 930.000. El londinense realiza un film destinado a las personas mayores que son el grupo dominante en una sociedad envejecida como la occidental, que en vez de hijos tienen perros de compañía, a los que someten a cuidados mayores que aquellos de los que disfrutan algunas personas : tacs que cuestan mil dólares, operaciones quirúrgicas y otro tipo de cuidados.

Diane Keaton marca el estilo del film con su boina y sus gafas redondas, procurando no desviarse demasiado de la imagen que la hizo famosa cuando era la actriz fetiche de Woody Allen, una imagen discreta, construida por una vestimenta de colores pálidos y fríos, que sumada a una apariencia ágil a pesar de sus años. Unas condiciones razonables de movilidad que permite plantearse a la pareja sus prioridades: ¿ prefieren subir escaleras a cambiar el contexto arbolado y agradable de los brownstone, esos edificios marrones con barandillas de hierro tan característico de algunas zonas de Brooklyn?  Morgan Freeman nos muestra en su paseo cotidiano los lugares más degradados del barrio, que lo dotan de cierto encanto, aunque algunas de sus paredes están repletas de graffitis; el banco en el que descansa, acompañado de su perro, en la ribera del East River que cruz el puente de Brooklyn, las tiendas que visita cada día y los lugares donde compra el jugoso desayuno que compartirá con su esposaLa solución que adopta esta pareja de la clase media norteamericana (una ex-profesora y un pintor) es la que corresponde a unos ciudadanos que están acostumbrados a prescindir de cualquier protección del estado: vender su casa y comprar otra. Mas, dado este paso, se percatan de que la existencia de terroristas yihadistas que hacen bajar el precio de los pisos en ciertas zonas de New York, de jóvenes que se inmolan de rodillas por una causa,  inspiran una reflexión en el hombre: ¿Qué más necesitan de lo que tienen? De momento, con paciencia, pueden subir esos tramos de escaleras.




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