La Bruja: una leyenda de Nueva Inglaterra. Robert Eggers. Comentario.





Cartel, ficha técnica, sinopsis, críticas (Pinchad aquí).


Crítica:


El periodista destacado por 'The Hollywood Reporter', Jonathan Holanda,, para asistir a la proyección de la inquietante película "Regresión" de Alejandro Amenabar, financiada por 'The Weinstein Company", llegó a una más que lúcida conclusión: " "El siempre subversivo Amenabar ha realizado uno de sus grandes trucos inteligentes: "En lugar de revelar toda la extrañeza que hay debajo de la superficie de normalidad, ha revelado la normalidad latente bajo una capa de rareza." Es impresionante cómo ha podido profundizar tanto en la psique del español un foráneo, y no haya podido profundizar lo más mínimo la prensa y el público patrios. Quizás para que tal cosa no vuelva a suceder, se ha encargado la crítica de  'La Bruja: una leyenda de Nueva Inglaterra' al mejor crítico de cine español: Antonio José Navarro, y el resultado es el de un análisis de una película que se mueve por los mismos terrenos pantanosos que la película del español, aunque en un tiempo diferente, la época en que los colonos ingleses se instalaron en las tierras del continente recién descubierto, llevando consigo todos los viejos prejuicios del viejo pedazo de Tierra que dejaban atrás para emprender una nueva vida. Robert Eggers, con un bajo presupuesto y una puesta en escena que revela sus orígenes como director de teatro experimental, realizó una de las mejores películas que se pudieron ver en el ejercicio de 2015, que llega a España tras triunfar en el Festival de Sundance, en el que fue distinguida, en enero de 2015, con el galardón al  'Mejor Director de Drama Estadounidense' y nominada al 'Gran Premio del Jurado' y el Premio Sutherland al la mejor ópera prima en el London Film Festival . No obstante, hasta comienzos de 2016 no fueron adquiridos los derechos por una compañía distribuidora A24 Films, que comenzó su distribución por Europa, llegando a las salas españolas en la segunda quincena de mayo.

Robert Eggers nació y fue educado en New Hampsire (Nueva Inglaterra), y como consecuencia conoce bien el sustrato ideológico y las creencias de la población, aunque prefiere dejar en la indefinición el origen de la disidencia del padre de familia respecto al colectivo de procedencia inglesa al que pertenece, ¿ puritano, calvinista ?, y pone el énfasis en la autoridad de Dios sobre todas las cosas, una creencia que rezuma por todos los poros de la película. El cineasta demuestra cómo se pueden utilizar los recursos audiovisuales que la nueva tecnología pone a su disposición, y desde el primer momento en el que esta familia desemboca en el lugar elegido para formar su hogar (un hecho en off visual, mostrando, ya construidos, los tres o cuatro edificios necesarios para una vida ordinaria de la ´época :casa, establo, pajar...), el espectador siente una inmensa pared que se levanta ante él, formada por una banda sonora realizada por Mark Korven, un músico procedente del rock, de las jams en bares y locales hasta que decide dar el salto profesional y comienza a componer su propia música, una aterradora 'partitura' que reproduce un sonido demoníaco que emana de un denso bosque situado ante el valle, frente al que la familia ora sin aparente luz artificial. Una imagen bergmaniana que estremece al espectador sentado en su butaca.

No es la primera vez que el bosque, un lugar en el que puede resultar fatal perderse, es visto por el hombre como una entidad hostil, desde los cuentos tradicionales como 'Hansel y Gretel' (también llevado al cine por Eggers ) hasta que en la modernidad ha sido  emulado por directores como  Wes Ball, en  'El corredor del laberinto', como la valla de una prisión, cuya amenazante existencia hace auto-reprimirse al hombre de adentrarse en esa masa boscosa o de cemento en la que habitan brujas, duendes, o laceradores, ya sean ficticios o reales, como el oso que despelleja a Leonardo DiCaprio en 'El renacido'. Pero aquí el miedo yace en lo más profundo de la psique humana, que inventa todas estas historias para evitar ponerse ante el espejo y conocer su propia deformidad, algo que sí hizo Amenábar y lo ha pagado bien caro. Aquí el temor a Dios y a los hombres, según Antonio José Navarro tiene su origen en su propio proceder y poco o nada tiene que ver con el Dios al que se hace una referencia constante: "Según apuntan teorías muy recientes, el pánico a la brujería que acompañaba a los colonos puritanos de la América del siglo XVII se debía, más allá de fanatismos religiosos, a causas muy "terrenales". La primera y quizá más importante, fue la expresión traumática del terror provocada por las diversas masacres indígenas como consecuencia de la  King William's War (1688-1697 ) entre Francia e Inglaterra y el acoso sistemático de los indios Abenaki, Mi'Kmaq, Malise-et y Penobscot, con su sangriento repertorio de torturas y mutilaciones..." (1) que provocaron un Estrés Pos-traumático, que recogen las actas de los Juicios de Salem.

La desintegración de la familia se convierte en una gran metáfora de la descomposición de una sociedad integrista y radical, un constructo masculino, patriarcal, en el que los gestos, las acciones, las miradas definen al hombre y muestran a la mujer en la gacela amedrantada que acabará convirtiéndose en la culpable de los sentimientos libidinosos que el florecimiento de sus atributos femeninos despierta en los hombres de la propia familia, (no hay más hombres en el grupo que el padre y los hermanos), una actitud que la va transformando en aliada de Satán y empujándola, incluso contra su voluntad, hacia el lado oscuro, en el que, al fin, tampoco parece encontrarse tan mal. El núcleo primigenio que ha nacido de la intransigencia acabará devorando a sus propios hijos, como Cronos devora a los suyos en las pinturas negras de Goya, una imagen que vemos más de una vez en el film, y llevando al 'patíbulo' a quien ha provocado la rebelión, incapaz de convivir en su propio grupo, bañado en su propia soberbia y autocomplacencia espiritual. "Este sombrío matiz recalca, aún más si cabe, el tono enfermizo de las relaciones entre los miembros del clan, marcado por un nauseabundo fundamentalismo religioso." ( Antonio José Navarro, Opus cit.).

Antonio José Navarro formula una duda, que  compartimos y adoptamos como argumento de autoridad: "El plano final de Thomasin, desnuda durante el aquelarre, libre de sus opresivos ropajes puritanos, ascendiendo hacia el cine estrellado que corona el espeso bosque, no deja lugar a dudas. Si bien, a tenor de todo lo visto con anterioridad, todo podría tratarse de una fantasía producto de una mente desquiciada por un entorno familiar tóxico." (Opus cit.) . Y es cierto que, una vez producida la desgracia familiar y antes de adentrarse en el bosque, la chica ya se había desprendido de sus corsés y las largas cintas que lo ataban a su cuerpo, y vestida únicamente con una camisa hasta los pies, pero sólo cubierta por esta prenda, se queda dormida encima de una mesa hasta que algo irrumpe en la estancia, en la que dormita una joven que acusa a sus dos hermanos pequeños de ser aliados del diablo.

Muchos concluyen que la 'cultura del miedo' instalada en Estados Unidos tras el 11-S no está originada por este excepcional acto de terrorismo, sino que forma parte de la idiosincrasia del pueblo americano, por el sentimiento de culpa que invade sus manifestaciones artísticas, desde la pintura de Hartung, la literatura o el género épico por excelencia, el western y que tiene una manifestación explícita en aquel himno generacional que realizó Dennis Hopper, Easy Reader (1969), cuando soplaban vientos de libertad. En la crisis actual, en la que se ha extendido la idea de la gratuidad de cualquier trabajo, se goza de la libertad suprema del que no depende de nadie, aunque esta libertad suponga la de morirse de hambre. Una independencia que. asentada en la pobreza, labora en favor de los blogs; es la libertad del que no tiene nada que perder y sí mucho que ganar.

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