Si Dios quiere. Edoardo Falcone.Crítica.





Ficha técnica, sinopsis,  críticas,fotografías, trailer (pinchad aquí).


Crítica.


Edoardo Falcone, escritor, guionista y director de cine, debutó como realizador con esta película en 2015, recibiendo  las mejores críticas de la prensa y el público, un buen aval para conseguir el premio David de Donatello, que otorga la Academia de Cine Italiano. Con la ayuda de un inmejorable reparto, en el que Marco Giallini y Alessandro Gassman (hijo del gran Vittorio) en los papeles estelares, acompañados por la bella Laura Morante, Ilaria Spada y Edoardo Pesce y otros actores secundarios magníficos en su papel, todos ellos apoyados en unos diálogos de infarto y un savoir faire, que convierte en verosímil lo que toca, que caracteriza al buen cine italiano, garantizan el divertimento del público, que ríe a carcajada batiente.



Se ha calificado al film de Falcone, por quien suele imponer sus criterior de forma bastante desorientada, de complaciente, de animada por las ganas de agradar por encima de todo (Javier Ocaña, diario 'El País'), propagandística de la propuesta, diseñada como una sibilina campaña de reclutamiento de la espiritualidad contra el zafio materialismo que domina el mundo (Alberto Bermejo. Comedia con mensaje), de comedia de costumbres e incluso de comedia previsible de humor inofensivo. En realidad ignoramos si alguien se ha molestado porque se ha sentido tocado y hasta qué punto herido en su ego, observándose a sí mismo como el protagonista que ha sacrificado parte de su juventud en pro de un mundo mejor, ha conseguido sus objetivos con el esfuerzo y el sacrificio personal hasta llegar a convertirse en el mejor, o al menos entre 'los mejores' de su profesión y, una vez alcanzada la edad madura se encuentra con una hija que, como él mismo la define, tiene menos actividad que una ameba, un hijo que quiere abandonar la carrera de medicina, a la que por nacimiento está predestinado, para hacerse sacerdote (el colmo de un ateo) y una mujer que se siente descolocada ¿O es así como él lo siente invadido por la altivez y la soberbia?. A todo ello se une una situación, no sólo inesperada, sino ni de lejos imaginada por cualquiera de nosotros, un cambio de era, precedido por una crisis provocada por la acumulación precapitalista, condición necesaria para todas las revoluciones industriales (¡No es una crisis es una estafa!, gritan los trabajadores en sus manifestaciones), de la que nadie sabe cómo y cuándo vamos a salir.




En esta situación, dos verbos cobran especial relevancia:seducir y fascinar. Y eso es lo que hace Don Pietro, el cura interpretado por Alessandro Gassman, un religioso de orígenes muy humildes y oscuros que buscó la regeneración y la catarsis en el servicio a Dios. Mas como ya advirtió, un politólogo podemita en un programa televisivo, el medio de comunicación  por excelencia de los-emos frente a los -ismos, el populismo es una forma de democracia que se adapta a la idiosincrasia y las insatisfacciones de cada pueblo, ya sea la pesca en Inglaterra, que anima a las masas populares a votar el brexit,  los desahucios en España o los nacionalismos en diversas partes de Europa, y cuyo denominador común es el desafío al establishment, que comienza por la misma forma provocativa de vestir, algo de lo que los italianos saben bastante, ya que el movimiento Cinco Estrellas acaba de alcanzar la alcaldía de Roma con una alcaldesa vestida ala angtigüa usanza, una prueba evidente de que, tomado el poder, triunfa siempre la 'realpolitik'. La aparición por primera vez de Don Pietro, como líder de un espectáculo ante una curia de jóvenes que lo esperan no sólo fascinados, sino incluso embelesados, descendiendo como una estrella de Hollywood por una escalera, mostrando tan solo los pies, calzados con unas zapatillas deportivas que revelan un gesto irreverente frente a las jerarquías de la Iglesia, es una buena prueba de ello.




Afirma Luís Prados hoy en el diario 'El País' : "Más de 17 millones de británicos han decidido desoír las advertencias de todas las instituciones económicas y políticas mundiales y elegir la incertidumbre del Brexit antes que seguir obedeciendo a un establishment que ni controlan, ni respetan ni sienten que les representa. La ira, la frustración y la nostalgia por un pasado imaginado han podido más que la razón, las emociones más que la política, como prueba el hecho de que ocho horas después de conocerse el resultado se triplicasen en Reino Unido las búsquedas en Google sobre qué es la Unión Europea. (...) Es tendencia global, de Donald Trump a Podemos, de Marine Le Pen a la crisis brasileña. La manipulación de las emociones por el nacional populismo, venga por la extrema derecha como en Estados Unidos y el norte de Europa o por la nueva izquierda como en los países del sur, tienen un vehículo natural en la era digital cuando los dueños de las redes sociales priman las emociones instantáneas sobre los hechos y cualquier otro criterio. Y la democracia horizontal de Internet permite que la mentira, la media verdad, la boutade demagógica se propague a una velocidad casi imposible de contrarrestar, dejando que el dato objetivo, la jerarquía que da el conocimiento, la opinión informada, la moderación en la toma de decisiones parezcan cosas del pasado."



Y así ocurre en la película, en la que todos se rebelan contra el eficiente cirujano que se ha alejado de su familia, la ha incluso menospreciado al considerar que no estaba a su altura y la ha convertido en un grupo susceptible de ser fascinado y seducido (verbos podemitas) por un cura brillante, o un ama de casa combativa que se siente marginada en su hogar y echa de menos su pasado  subversivo. Carla dejará la botella y buscará la caja en la que guarda las fotos de su etapa contestataria y acudirá a una asamblea de jóvenes a los que incita a actuar y abandonar los parlamentos: su triunfo está garantizado tras unos minutos de perplejidad de los jóvenes con rastas que acuden a la asamblea. Es cierto que Tommaso, el cirujano encumbrado, acaba por simpatizar con el cura-espectáculo que lo chantajea y lo obliga a realizar trabajos manuales, alejados de su práctica habitual, ya que, en cierta medida se complementan, pues, mientras uno es el sanador de los cuerpos el otro es el de las almas, aunque, en realidad el sacerdote funciona más como psicólogo que como catequizador, si bien logra introducir la duda en el médico. Pero, supongo que es de esto de lo que se habla cuando se reivindica la transversalidad: todos unidos, sin que la ideología suponga una barrera, contra el poder establecido. Después de oir una y otra vez el mismo discurso a nadie le puede extrañar ver recreada una diégesis representativa del mismo, aunque alguno pueda llegar a pensar, como Denys Arcand en 'La edad de la ignorancia' (2015) que la vida de las personas es en ocasiones demasiado difícil y la situación demasiado compleja; la decepción  está servida de antemano si no tenemos en cuenta factores como el individualismo, la avaricia, el egoísmo o el intento de emular a los afortunados a través de la experiencia vicaria, elementos encargados de distorsionar cualquier discurso y quemar a los políticos a marchas forzadas.

Un film divertido, una crónica de nuestro tiempo por medio de una historia que puede hacer saltar las contradicciones de más de uno.





(1) Vendrán más referendos La manipulación de las emociones por el nacional populismo es tendencia global. Diario 'El País, 25 de junio de 2016).



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