Ahora me ves 2. Jon M.Chu.







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Comentario:


En esta segunda entrega de la saga 'Ahora me ves', dirigida por  Jon M. Chu, un joven cineasta de origen asiático, cuyos padres son propietarios de un popular restaurante en Palo Alto, (una parte del film se ubica en este tipo de establecimientos en Macao), un equipo de 'criminales' expertos en magia, 'Los Cuatro Jinetes', los 'Robin Hood' del siglo XXI, intentan revolucionar el estatus actual desde el mundo del espectáculo, utilizando todos los recursos que ponen a su disposición las tecnologías más avanzadas, de una nueva era en la que ciertos avances no sólo son visibles, sino que están ya asentados; la gente disfruta de su presencia,- reconoceremos entre todos que es más prudente y elegante que los reality a que estamos acostumbrados en nuestra vida cotidiana, y que nos asaltan cada vez que encendemos nuestros televisores, especialmente en verano, cuando los privilegiados se trasladan a sus lugares de veraneo y descargan toda la basura sobre quienes permanecen en las ciudades haciéndolas funcionar mínimamente. Los veraneantes buscan la naturaleza acompañados de sus ipods, ipads, shmarphones, tabletas y portátiles, y los hoteleros se ven obligados a instalar wifis en la misma orilla del mar, para que puedan disfrutar de lo más rústico, sin olvidar sus comodidades urbanitas: mojitos, champagne, bañadores de lujo,o cervezas de lata y bikinis de grandes superficies comerciales para las masas, que sienten el placer vicario de mirar cómo disfrutan los ricos de los placeres de la vida. Nadie esperará que lasmasas se emocionen con el romanticismo de la magia de conejo y de chistera (que también la hay).

El grupo actúa en su corto recorrido de existencia contra hombres de negocios corruptos y hacen llover el dinero robado sobre los espectadores, que lo cogen sin remordimientos, ante la atónita mirada de los equipos de élite del FBI. Estos magos, en plena era de la hipervisibilidad y amparados en un poderoso show audiovisual, liderados por el personaje interpretado por Jesse Eisenberg, se reafirman como evocadores de la fantasia y protectores de una forma de concebir el mundo desde el misterio, según Alberto Alcover Ortí, capitaneados por un agente del servicio de inteligencia, un ilusionista que vivió durante treinta años para vengar a su padre, muerto en un terrible accidente. Fue una adolescente quien me recomendó encarecidamente el primer film de Louis Leterrier, que actúa a sabiendas de que todo  en el cine no debe ser explicado que no hay que aclarar todas las dudas sino encerrar secretos y sellarlos con un candado y por fin tirar la llave al río para que descanse junto a cientos de compañeras que guardan todo aquello que sus dueños no han querido que salga a flote.

En este segunda entrega, Jon M-Chu parece más interesado en enfrentarse a una nueva realidad, unas nuevas  formas de latrocinio y piratería que afectan a todas y cada una de las personas que meten contenidos de cualquier tipo en la red, ya sea lúdicos, festivos o muy profesionales, que la enriquecen; muchas proceden desde las Universidades y los centros educativos de secundaria, así como gabinetes de todo tipo de profesionales que  circulan por los mismos transmisores que nuestras nóminas, las pensiones, las becas y otras ayudas- Todos somos esclavos de la red y de los que la hacen progresar con programas cada vez más potentes entre los que se encuentran virus y malwares que roban la información de los trabajadores frilance, que al realizar su faena gratis están reduciendo a cero los costes marginales de cuatro o cinco multinacionales que todo el mundo conoce y por ende de todas las demás.

Estamos creando entre todos, sin ser conscientes de ello, un nuevo paradigma económico desde el advenimiento del capitalismo y el socialismo desde principios del siglo XIX, cuyo disparadero es según el Profesor Jeremy Rifkin, el costo marginal cero, el que se produce después de que los costos fijos han sido cubiertos, una nueva realidad que tiene y va a tener unos efectos dramáticos en cada persona durante los próximos años, ya que hay una paradoja muy arraigada en el corazón del sistema capitalista que no ha sido identificada  y que es la responsable de los excesos del sistema, que lo están llevando a la decadencia, al estar siendo sustituido por la 'economía colaborativa'. Los empresarios buscan la competitividad reduciendo el coste marginal e invirtiendo en nuevas tecnologías con este fin, aunque nunca imaginaron un desarrollo tan poderoso de la ciencia aplicada a la técnica, que reduce los costos hasta tal punto que los productos y los servicios son esencialmente gratuitos, un hecho que ya tiene presencia en el mundo 'real y físico'.La revolución camina tan deprisa que en el corto periodo que va desde la aparición de internet en 1990 debilitó hasta la agonía a los medios de papel (periódicos, editoriales...). En poco tiempo, cerca de un 40% de la población, con teléfonos móviles y ordenadores baratos, están enviando y recibiendo productos a coste marginal cero y millones de cnsumidores se están convirtiendo en generadores de productos de todo tipo (blogs, vídeos, juegos, conocimientos, contenidos para voyeurs...) de forma gratuita, esquivando el mercado capitalista y destruyendo enormes industrias, que en principio creían que esta gratuidad redundaría en su beneficio, algo que no se ha producido en absoluto.

¿Por qué hemos soltado todo este rollo? El subtexto de Ahora me ves 2 gira en torno a un nuevo producto de una empresa a la que llaman OCTA, que se instala en los ordenadores con el objetivo de robar información y penetrar en el recinto de la privacidad, que ya nadie puede garantizar, de cualquier usuario,una trampa escondida en una supuesta mejora del sistema, dirigido a blogueros, directores de páginas webs y a cualquiera que introduzca contenidos en la red, espías informáticos creados por los nuevos  piratas que trabajan a sueldo de hombres muy poderosos que no entran en  las redes sociales para evitar hacerse visibles y sufrir los daños que ocasionan a los demás (ya advirtióde este riesgo Ridley Scott en 'Red de mentiras'. Puede parecer a muchos una solemne tontería, pero la gente alucinaría si conociera los millones de estas páginas, unas mejores que otras, más o menos  útiles, que gozan de su propio público, que pueden desaparecer con la introducción en un super-ordenador de un pequeño chip (cualquier experto en SEO os puede informar). De este modo, Jon M.Chu se sitúa en el mundo contemporáneo, a la vez que intenta distraer a su público con una película de acción. Otra cosa es que acierte en el relato, que sepa construir una buena metáfora y sea inteligente en el uso del traslado del lenguaje a un mundo fantástico y todavía ubicado en una ciencia-ficción muy próxima a la que el mundo experimenta en la actualidad. No es extraño encontrar en ciudades como Roma, durante un agradable paseo nocturno, las fachadas de sus palacios de la Via del Corso, o los muros de la Via Sacra, vestidos con imágenes virtuales de los grandes maestros de la pintura que impulsaron el renacimiento de las letras y las artes.

Sabemos que es redundante y hasta cansino hablar todos los días de la transición a una nueva era y las crisis que comporta (es difícil imaginar qué burbujas se crearán en la economía colaborativa), pero por desgracia cada mañana los medios de comunicación nos despiertan con una mala noticia para nuestros bolsillos que se traduce en un nuevo obstáculo para la salud de nuestra psique. Y, ¡qué le vamos a hacer!, cualquier utopía sirve de placebo, como la de imaginar que los mejores magos del mundo al servicio de la justicia, no de la venganza, unen sus mentes y consiguen trasladar los billetes, desde los paraísos en los que duermen a los bolsillos de los ciudadanos saqueados por los Davos Men corruptos, o que consiguen parar una macro-operación de desprotección masiva de los usuarios de la red, sean estos quienes sean. Y el cine pone toda su capacidad de generar ilusión y fantasía al servicio de una creencia: existe un gran ojo, que todo lo ve, y que al final pone a cada uno en su sitio. Todos los recursos tecnológicos de última generación se ponen al servicio de los cuatro jinetes del Apocalipsis, los Robin Hood actuales, capaces de despistar al FBI y la Interpol juntos, especialmente porque gozan del apoyo y la solidaridad de las masas, muy escarmentadas por los banqueros.

Jhon Utah , protagonista de 'Le llaman Bodhi' de Kathryn Bigelow (1991), dejó escapar a Bhodi, el protagonista,, lider de la banda de 'Los Cuatro Presidentes', porque algo intuyó; lo mismo le ocurre a Alma Dray (Mélanie Laurent, Malditos Bastardos), cuando permite que huya J. Daniel. Cuatro magos sustituyen a cuatro surfistas y ya no se esconden tras cuatro caretas, sino tras unos enormes focos que sólo dejan ver lo que decide el que los maneja. La clave está en un cementerio, donde, en apariencia, sólo descansan los muertos. Dedicado a aquellos que esperan sentados en sus butacas a que desfilen los títulos de crédito que nos recuerdan quiénes han hecho posible cada una de las ficciones que se representan, unas imágenes nos recuerdan que algunos de los cuatro magos ya trabajaron antes juntos.¿Será verdad que la ciencia-ficción está al servicio de uno de los elementos de la nueva economía que reúne el 99% del beneficio en el 1 % de la población?

Esta es la idea que subyace, que algún día servirá de referente, al menos del despiste de que ahora somos objeto todos, pero no acabamos de entender qué quiere decir Javier Ocaña cuando afirma que es "más pomposa, todavía más larga y redundante, es una pompa de jabón todavía más colorida y supuestamente hermosa que, después de un rato, te cansas de mirar. Porque los más troleros no son los personajes, sino el guionista, que, empeñado en sorprender, en cada secuencia, con cada giro de guion, te lleva a una de esas preguntas de espectador que resumen lo que hay dentro de una película: ¿y qué, tanto para esto? (...) las películas de estafadores siempre han ido de la mano del entretenimiento más bullicioso y de un glorioso componente social de identificación, con el que gente de la calle culminaba una operación de acoso y derribo de las clases dominantes casi en nombre del pueblo ..." él mismo se puede contestar a estas preguntas, pero es muy discutible  que, al menos en la segunda parte (la primera es más tediosa, empecinada en desarrollar en exceso a los personajes,  y en ella vuelca su conocimiento de cómo funciona un restaurante chino de Macao, Las Vegas de China, con algún que otro gag que hace alusión al crimen que se generaliza en torno al juego), y se podrá responder si entretiene o no; al público daba la sensación de que sí, aunque como advierte uno de los personajes, interpretado por Morgan Freeman, podemos engañar a nuestros ojos, o éstos confundirnos a nosotros mismos, pero no siempre, porque un 'gran ojo (¿la cámara'? ) acabará haciendo justicia por todos nosotros, desterrando los instintos de venganza de millones de hombres, desplazados de sus puestos de trabajo, incapaces de saber dónde se encuentra ese 'gran hermano' que los vigila y les impide ganarse la vida.

Cuando escuchamos los chantajes, las presiones con los más débiles argumentos que periodistas que trabajan en rotativos en periodo de extinción, (uno de estos contertulios quiso zanjar una tonta discusión aconsejando este film), a uno acaba por parecerle inteligente la película de Jon M.Chu. Y vistosa. Noson pocos los periódicos de gran prestigio norteamerícanos que regalan diez o doce artículos semanales de expertos destacados y que han montado blogs con vocación de ocupar un puesto en la red, como el Huffington Post, víctimas también de la nueva cultura de la gratuidad que reduce los costes marginales a cero, es decir el sueldo de periodistas y expertos; vivimos periodos de anarquía y desregulación que nadie es capaz de pronosticar cuánto durarán.


Trailer en Youtube.

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