Paranoid Park. Gus Van Sant.







Ficha técnica:


Título original: Paranoid Park.
País: Estados Unidos.
Año: 2007.
Duración: 87 minutos.

Dirección: Gus Van Sant. 
Guión: Gus Van Sant. basado en la novela de Blake Nelson.
Casting: Lana Veenker, Bernard Telsey, C.S.A. David Vaccari.
Fotografía: Christopher Doyle, H-K-S.C.,  Rain Kathy Li 
Montaje: Gus Van Sant. 
Sonido: Leslie Shatz, C.S.T.
Director artístico: John Pearson-Denning.
Decorador del set: Sean Fong.

Diseño de Vestuario: Chapin Simpson.
Estilista de peluquería: Kristenlee Morton.

Producción: Neil Kopp David, David Cress., MarinKarmitz y Nathanael Karmitz
Compañías: MK2 Productions, asociado con Meno Film Company


Intérpretes: 


Gabe Nevins: Alex,
Jake Miller: Jared,
Taylor Momsen: Jennifer,
Dan Liu; Detective Richard Lu,
Lauren Mekinney: Macy,
Scott Green.; Scratch,
Grace Carter: Madre de Alex,
Jay 'Smay' Williamson: Padre de Alex.

Sinopsis:


Alex es un adolescente aficionado al monopatín que accidentalmente mata a un guardia de seguridad de los alrededores de Paranoid Park, un parque público confñlictivo en Portland. Él decide no comentar  nada a nadie.


Críticas:



El film ha gustado mucho a la prensa y a amplios sectores del público, si bien dudo acerca de si la posición es de rechazo a la actitud de un joven sin empatía, capaz de mantener el pulso de la policía o de ensimismamiento y celebración de ciertas actitudes correctas y solo aparentemente desapasionadas. Aunque se empeñe Jordí Costa en celebrar y enaltecer la actitud del protagonista, que muestra la misma frialdad que el observador de la matanza en Elephant, quien ha visto muchos adolescentes de cerca, como los profesores, sabe que son vulnerables,y se derrumban con facilidad. El crítico, sin embargo utiliza la función poética del lenguaje para  intentar explicar la fortaleza del joven: "En Paranoid Park, Gus Van Sant logra atrapar la verdad de una voz y una mirada adolescentes, a través de una elaborada estrategia formal y de un control absoluto de su lenguaje. Sobre la pantalla, el cineasta, con la complicidad del director de fotografía Christopher Doyle -que rompe toda expectativa sobre su reconocible estilo-, crea una eficaz ilusión de ese estado sonámbulo, entre la desconexión y la culpa, que define un esquivo limbo vital que es más fácil definir por contraposición -ni infancia, ni madurez- que, como hace Paranoid Park, por concienzuda inmersión en su insondable incógnita." (1)



Me temo que hay más de deleite poético que de reflexión profunda sobre las razones que empujan a niños de clase media acomodada a buscar refugio entre jóvenes marginales, asaltadores de trenes, skateboarders, parkours y delincuentes de poca monta, que emulan a los ex-carcelarios y convierten su piel en un pizarra, como Mel Gibson en Blood Father,  unas experiencias que les proporcionan un valor añadido, un plus con el que amortiguar su mala conciencia, asociándose, al menos en el look, con los más pobres. Pero Peter Travers prefiere  hablar de un estilo desafiante con el de Hollywood, aunque con sus películas Gus Van Sant inaugurara por aquellos tiempos una nueva forma de hacer cine adolescente del que hay mucho que hablar, que meterse en profundidades sobre la educación de estos chicos de clase media, con frecuencia abandonados por sus padres en colegios caros, con mucha libertad de movimientos (en esto se distancia Joachim Trier a través de un padre que ejerce también como madre). Manohla Darguis  (The New York Times) que, con demasiada frecuencia evoca a la crítico de Birdman de Alejandro González Iñarritu, nos da la razón y refuerza nuestros temores cuando afirma que la película es "Un inquietante y voluptuosamente bello retrato de un adolescente" La conversación que mantienen estos jóvenes respecto al interrogatorio policial es muy significativa: Los polis preguntan solo a los skaterboarders porque les pagan poco y no se molestan dmasiado en investigar . Esa es la idea que tienen estos jóvenes derivada de la actitud de unos progenitores que no tienen otra presencia en sus vidas que pagar su educación y cubrir sus gastos, por lo que jamás se muestran ( sólo en una ocasión el padre que vive con un compañero, cuando se ofrece para lo que sea, incapaz de  discernir que 'el lo que sea' que tiene delante es muy grave), a no ser de forma fragmentada o en un segundo plano borroso, un elemento que sólo sirve para dar profundidad al plano.

Comentario:



 Antes de pasar a comentar el film de Gus Van Sant quería hacer unas consideraciones basándome en el Editorial de Carlos F. Heredero (Número extraordinario de Cahiers du Cinema. Abril 2011) que comparto totalmente, en el sentido de que " (...) tenemos que dar luz al activismo de los cineastas, escrutar todo tipo de imágenes, volver al revés los materiales que se nos ofrecen, someterlos a examen, confrontar puntos de vista y cuestionar la realidad mediática que nos envuelve y que nos conforma". Paranoid Park es cine en estado puro, en el que la diégesis la construye una cámara constituida en narrador objetivo, que no penetra en los personajes, sólo los observa; las escenas se repiten, unas veces más explicativas o expresivas y otras más frías. Los primeros planos no son enunciativos ni expresivos, no transmiten los sentimientos de los personajes, sino su apatía, terrible para la edad de los protagonistas. Ni tan siquiera nos muestra la habitación de Alex, para evitar que cualquier pequeño detalle revele información; muebles impersonales de Ikea, paredes de madera, y otra estancia en un sótano, con una maleta en la que guarda su ropa, como el que está de paso, sin arraigo. Sólo unas pulseritas en las que reza New Yellow Ball y su afición por el skate.







En una ocasión lo tumba en la vía pública como a Mike Waters en Mi Idaho privado, afectado de narcolepsia o de relajación de la conciencia. A través de una misiva catártica que está escribiendo, por consejo de su amiga Marcy, sabemos que sus padres están en proceso de separación y que su progenitor vive con un tal tío Tommy, pero no se da más información. Si escrutamos cada imagen, la primera y única vez en que vemos al padre exhibe unos brazos completamente tatuados, como afectados por un horror vacui, que cada espectador interpretará de acuerdo con su experiencia e ideología. Alex acude a un colegio de clase burguesa, en el que los adolescentes se inician en el sexo y las drogas, sin profundizar demasiado en el tema, pero disfrutan acudiendo a una pista ilegal, un skatepark, Paranoid Park, en una zona marginal del eastside de Portland, al que acuden skaters de los bajos fondos. Paradójicamente el Día de la Ciudadanía, Alex le pide prestado el coche a su madre, (los americanos conducen siendo menores de edad) para ir con su amigo Jared al parque, pero éste tiene un plan con una chica y le deja solo.





Acude a Paranoid Park y traba amistad con unos jóvenes mayores que él, unos chicos que asaltan trenes, y practicando el deporte de subir en un tren en marcha, mata accidentalmente con su monopatín a un guardia de seguridad, hecho que se va mostrando poco a poco a lo largo del film y que crece en paralelo con el desarrollo de los interrogatorios policiales, actitudes extrañas del joven y fragmentos de la fatídica noche. Lo más tremendo son esos primeros planos inexpresivos, en los que los adolescentes, hieráticos y fríos, jamás miran a la cámara, desvían la vista, miran al vacío, se apoyan en la ducha...Alex decide guardar su secreto y no contarlo a nadie, y, tras quemar la carta, se muestra tal como al principio, impenetrable y pasivo. Los jóvenes skaters ríen cuando ven el cuerpo fragmentado en dos del guardia en las vías; los interrogatorios de la policía, suaves y correctos por dirigirse a jóvenes muy bien protegidos por sus familias, no logran traspasar la barrera impenetrable compuesta de indiferencia y silencio.




El agente Lu, (policía en la vida real) es incapaz de derribar ese muro; los jóvenes lo desprecian porque gana menos que un conserje. Muchas familias burguesas creen que pagando un colegio privado, en el que sus hijos no se mezclen con elementos sociales marginales, están comprando un seguro de vida para ellos, pero la realidad es muy diferente. Estos jóvenes salen a la calle y lo que para los 'otros' es una miseria impuesta, una atracción ilegal, porque no pueden tenerla legal, para ellos es un riesgo emocionante, una salida de la cotidianidad. La soberbia, la frialdad y el orgullo en que han sido educados les veta para una declaración humilde y sincera y genera culpas que les acompañarán toda la vida.




El film te deja muy mal cuerpo, pero te obliga a una profunda reflexión: muchos padres desconocen las tragedias que ocultan los rostros impenetrables de sus hijos, sin imaginar jamás que no es que estén en riesgo, sino que el peligro son ellos. La película está filmada en momentos de recuerdos fatídicos, relacionados con el deporte de los skaters, con escasa luminosidad que produce trazo espeso, imágenes poco nítidas y grano grueso, que recuerda el cine de Tarkovski e incluye un homenaje a Federico Fellini mediante el uso de la música de Nino Rota de sus filmes más emblemáticos. Sus personajes recuerdan a los de Elephant, ese niño rubio terrible que contempla la matanza sin expresar nada, o Last Night, que observa la decadencia de Curt Cobain desde el exterior de la casa en la que se degrada. Efectos de distanciamiento, de ostranenie, que pretenden mover al espectador, sacarlo de su ensimismamiento y obligarlo a reflexionar. La experiencia del espectador enriquece el mensaje del director y las valoraciones no dejan de ser subjetivas. Algunos afirman que la separación de los padres produce desamparo en el joven, pero nada en el film te permite extraer esa conclusión, pues la aparición de sus progenitores consume apenas unos minutos y muestran lo contrario. El propio Alex, al que no le interesa lo que pasa en el mundo y que produce extrañeza en sus compañeros cuando busca en el periódico la noticia del accidente, considera las separaciones como algo cotidiano y normal; los padres de su amigo no están separados pero la actitud de ambos es gemela. Film que muestra que en la vida no hay atajos y que el ventajismo puede tener consecuencias no programadas.


(1) La culpa del ángel. Diario 'El País', 10 de julio de 2009.
 

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