Como en un espejo. Ingmar Bergman.


Ficha técnica, sinopsis, cartel y trailer (Pinchad aquí)


NO SE PUEDE VIVIR EN DOS MUNDOS, HAY QUE ELEGIR




Crítica:


'Como en un espejo', un titulo polisémico que engloba todos los miedos y dudas existenciales del realizador sueco, no desdeña ninguno de nuestros tormentos, que con frecuencia son más livianos en la vida real, porque procuramos evitar análisis introspectivos que nos pueden hacer mucho daño y conducirnos a la locura, como ocurre con los personajes de sus relatos, que han influido en autores más jóvenes, como Lars Von Trier que desvían la atención desde la existencia de Dios al temor de una naturaleza omnipotente y destructora, sin excluir a los seres humanos.

Las películas de Bergman se estrenaron en España para disfrute casi exclusivo de juventudes universitarias de formación religiosa que se agrupaban en sindicatos que acabaron convirtiéndose en el germen de las revueltas estudiantiles que estallaron poco antes de que muriera el dictador. Estos escasos universitarios, la élite de la sociedad franquista, llevaron mal reformas como la del Ministro de Educación de Franco Villar Palasí, cuando el régimen se abría al exterior, o la que años después hicieron los socialdemócratas con la LOGSE, normas que favorecían el acceso a estudios superiores y extendían el derecho a la educación de todos los jóvenes hasta los 16 años (todavía llevamos dos de retraso con los países que forman el núcleo duro de Europa), difundiendo consignas contrarias a lo que se dio en llamar 'café para todos'. No es gratuita esta introducción, ya que los debates en torno al cine de Bergman giraron, en especial, en torno  al debate interno de sus personajes en torno a la existencia de dios.

José María Pérez Lozano se preguntaba  en 1963: " ¿Significa todo esto, como ha escrito Fernández Cuesta, una "preocupación enérgica por ahuyentar toda posible duda sobre la existencia de Dios? La sugerencia parece algo pueril y no suficientemente fundada. Más bien diríamos, razonable, que Bergman vuelve a darnos una obra traspasada de este problema social. Que Dios sigue siendo para él más una necesidad que una convicción. Una necesidad lógica, incluso. Y que algo parece ir intuyendo, hasta que llegue -ojalá - a la definición de San Juan. No tanto que el amor es Dios como que Dios es amor."

Y es cierto que Bergman se debate en esta duda, pero, junto a ella le preocupan otras cuestiones como la imposibilidad trascendida de la pareja, el desapego de los progenitores de su descendencia, del padre en este caso, o de la madre en 'Sonata de otoño", el incesto, la manipulación política que lleva al suicidio a un hombre en 'Los comulgantes' por temor a los chinos o el miedo a la enfermedad y la evasión y desentendimiento de aquellos que la padecen, ya sean pareja, ascendientes o descendientes.

Si hoy los expertos en semiología  y teoría de los lenguajes sostienen que la forma es la función, sorprende la afirmación de Pérez Lozano: "No hay más remedio que sonreír ante las más o menos juveniles olas que tratan de renovar el cine renovando, sólo sus medios mecánicos, (literal y propio de una época en la que se hacían galeradas), el modo de fundir, la eliminación de campos y contracampos, etc. Bergman ha hecho su cine sin preocuparse para nada de estas cosas- Su estilo (¿?) es perturbadoramente eficaz. Sus climas están ahí, llenos de fuerza y de misterio, palpitantes: el agua, el bosque, el viejo navío muerto, las luces  sombrías que enmarcan a David..."  (1) Increíble pero, cierto. Lástima que por aquel tiempo psiquiatras y psicoanalistas, herederos de Freud, ya andaban preocupados por las teorías fílmicas e interpretando el significado de los espejos o de las grietas sobre el papel amarillento de las paredes, a las que habla Karin, encarnada por Harriet Anderson,  que no sólo ponen de relieve el desdoblamiento  múltiple de su personalidad, sino la escasa estabilidad y las contradicciones internas de la mujer, que expresan optimismo, pero también enojo (contra un padre que la ha abandonado y la ha obligado a echarse en brazos de su hermano y su marido), o los celos.

Karin ve a Dios en esas grietas del papel, cuyo color sólo intuimos, ya que la película está realizada en blanco y negro; la deidad adopta la forma de una araña que simboliza sus propias pesadillas, verdaderamente terribles porque sabe interpretarlas, y decide recluirse en un sanatorio con el argumento de que no se puede vivir en dos mundo, sino que hay que elegir, Y elige la reclusión.

José Luís Egea se queja del flaco servicio que le ha hecho Como en un espejo a los problemas religiosos. Como en la imagen fiel de un espejo, todas las confusiones  del autor, defendidas sólo por unos discursos en clave, se refleja en la frustración estética del film. Porque contrariamente a las opiniones de algunos críticos, me parece que el último Bergman no se destaca por su  sinceridad, sino por su frustración, su derrumbe de la obra..." (2)




(1)José María Pérez Lozano.Cinestudio, número 7. Madrid, marzo de 1963.
(2) José Luís Egea. Nuestro cine, número 18. Madrid, marzo de 1963.

Ambas reseñas en el libro de Juan Miguel Company 'Ingmar Bergman', págs. 162-163. Editorial Cátedra.



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