Todos queremos algo. Comentario.
Bellísimo cartel que realizó Matt Taylor para la empresa MONDO, la más importante del mundo en la edición de carteles, que realizó una colección sobre la obra de Richard Linklater para el Festival más raro del mundo, SXSW, el certamen multicultural más prestigioso de Estados Unidos, que toma su nombre, 'South by SouthWest', del título que rindió un homenaje al original de 'Con la muerte en los talones', 'North By NorthWest'.
Ficha técnica, sinopsis, críticas, cartel, trailer. (Pinchad aquí)
Comentario:
LA BELLEZA DE LO VIVO NO ESTÁ EN LOS ÁTOMOS QUE LO CONFORMAN, SINO EN CÓMO SE ESTRUCTURAN. CARL SAGAN
Todos queremos algo/Everybody wants some, la última película del realizador de la trilogía de 'Antes', Escuela de Rock o Boyhood, entre otras, es un cineasta de culto, que triunfa en el que algunos consideran el festival más raro del mundo, el SXSW que se celebra en Austin, la ciudad en la que se han localizado la mayor parte de sus películas, el certamen multicultural más prestigioso de los Estados Unidos, en el que se dan cita el cine, la música y la tecnología, y que en su propia denominación recoge un homenaje a una de las películas más emblemáticas de Hollywood. 'North by NortthWest', (Con la muerte en los talones).
Desde los primeros minutos de recorrido de la cinta, un espectador atento observa la forma libidinosa en que la cámara recorre los cuerpos redondeados, mórbidos, carnales y sensuales de los jóvenes, enfundados en ajustados pantalones, unas imágenes pensadas para el placer de otros hombres, y con puntuales presencias femeninas que contribuyen con sus acoplamientos a sus compañeros de baile a lanzar un mensaje visual homoerótico. Lyz Calvario marca su crítica con una advertencia: "
Richard Linklater discute el subtexto gay 'No Inadvertido' en 'Everybody Wants Some !!' (1) Linklater no niega que su película tiene estos elementos que favorecen el voyeurismo homosexual, aunque se justifica afirmando que procuró que su película fuera vista desde un ángulo distinto a las de otras sobre adolescentes, con las que se la ha comparado".Ya veremos cómo. De momento, la luz ilumina a los personajes de tal forma que nos los presenta como pillados desprevenidos en la intimidad de sus cuartos, con una encarnadura alejada de la apariencia de plástico de los actuales cuerpos ciclados o excesivamente estilizados a causa de su delgadez.
Lector empedernido de Kirt Vonnegut, escritor y humanista, que reflexionó en torno a recuperar el tiempo perdido, un elemento con el que le gusta jugar a Linklater, realiza en esta ocasión la versión "más carnal y abrasiva hasta encontrar las fronteras del lugar al que todos queremos ir y hace una obra maestra furiosamente intemporal. Y gozosa". (1) En este viaje nos ayudará la música que sonó durante nuestra juventud, y que dará sentido a cada momento de los tres días y medio que dura esta transición de la adolescencia vigilada a la juventud sin control; sonará My Sharona, interpretada por The Jnack, Gold, en la versión de John Stewart, Driver's Seat a cargo de Sniff'n The Tear o Rapper's Delight, interpretada por Sugar Hill Gang, entre otras canciones memorables.
Otros críticos prefieren pasar por alto esta forma de mirar a los personajes, que es precisamente la que convierte el film en singular, y prefieren ceñirse a la atención que presta Linklater a ese periodo de transición en el que los jóvenes dejan la enseñanza secundaria y emprenden un nuevo camino, generalmente en la Universidad, fuera del control de los padres y, -como no podía ser de otra forma en esta sociedad convencional y casposa -, de las madres, unas mujeres que ya no son jóvenes, que han sacrificado los mejores años de su vida para cuidar a su familia (trabajen fuera de casa o no) y ahora sufren la doble marginación: la que deriva del género y la que provoca la edad. Las jóvenes que van a girar a su alrededor están ahí, -eso sí estudiando -, para satisfacer las necesidades de los vigorosos cuerpos masculinos, aunque, a la vez, son receptoras de las bromas de quienes no están dispuestos a sacrificar su futuro para hacerse cargo de las consecuencias del sexo impulsivo y de la satisfacción inmediata de los deseos, sin prevención. La desinhibición de los jóvenes, su escaso pudor para mostrar sus desnudeces, o tocarse entre ellos, sin problemas, favorece la interpretación ambigua de su comportamiento habitual.
En este sentido, y sólo en este, algunos la consideran una 'secuela de Amreican Graffiti, /1973), y de Movida del 76' , (1993), del propio Linklater, en que unos jóvenes dejan su pueblo, su familia y sus amigos y amigas para buscar su futuro fuera del lugar en el que han nacido. Para Javier Ocaña las películas del cineasta de Huston han procurado reflejar la sensación del (re)encuentro con aquellos instantes juveniles que marcan una vida, de la que sólo caes en cuenta cuando han pasado los años. El archivo del proceso de madurez, a veces grandilocuente, otras idiota, tiene mucho de nostalgia, pero también de puesta en claro de lo verdaderamente esencial (2)
Jordi Costa prefoere decodificar la escritura del film, cuando afirma que Linklater ha definido 'Todos queremos algo' como una suerte de secuela espiritual de 'Dazed and Confused', y, sin duda, lo es en términos narrativos, aunque muchos otros aspectos invitarían a considerarla como su desviación o su antítesis. Entre otras cosas, porque desde la primera imagen queda claro que, en esta ocasión, la tecla de la nostalgia sí que ha sido pulsada premeditadamente: no hay aquí objeto, camiseta o bigote que no sea, al mismo tiempo, fetiche y autoconsciente máquina del tiempo. También resulta significativo que la banda sonora haya pasado de evocar una personal mixtape (en la cinta precedente) a emular la apuesta por el reconocimiento colectivo de una emisión en radiofórmula." (3)
(1) " Richard Linklater discute el subtexto gay 'No Inadvertido' en 'Everybody Wants Some' . Indie Wire.
(2) Luís Martínez. Una sinfonía hormonal. Diario 'El Mundo', 30 de junio de 2016.
(3) Jordi Costa. Para esos nostálgicos de lo no vivido. Fotogramas
Lector empedernido de Kirt Vonnegut, escritor y humanista, que reflexionó en torno a recuperar el tiempo perdido, un elemento con el que le gusta jugar a Linklater, realiza en esta ocasión la versión "más carnal y abrasiva hasta encontrar las fronteras del lugar al que todos queremos ir y hace una obra maestra furiosamente intemporal. Y gozosa". (1) En este viaje nos ayudará la música que sonó durante nuestra juventud, y que dará sentido a cada momento de los tres días y medio que dura esta transición de la adolescencia vigilada a la juventud sin control; sonará My Sharona, interpretada por The Jnack, Gold, en la versión de John Stewart, Driver's Seat a cargo de Sniff'n The Tear o Rapper's Delight, interpretada por Sugar Hill Gang, entre otras canciones memorables.
Otros críticos prefieren pasar por alto esta forma de mirar a los personajes, que es precisamente la que convierte el film en singular, y prefieren ceñirse a la atención que presta Linklater a ese periodo de transición en el que los jóvenes dejan la enseñanza secundaria y emprenden un nuevo camino, generalmente en la Universidad, fuera del control de los padres y, -como no podía ser de otra forma en esta sociedad convencional y casposa -, de las madres, unas mujeres que ya no son jóvenes, que han sacrificado los mejores años de su vida para cuidar a su familia (trabajen fuera de casa o no) y ahora sufren la doble marginación: la que deriva del género y la que provoca la edad. Las jóvenes que van a girar a su alrededor están ahí, -eso sí estudiando -, para satisfacer las necesidades de los vigorosos cuerpos masculinos, aunque, a la vez, son receptoras de las bromas de quienes no están dispuestos a sacrificar su futuro para hacerse cargo de las consecuencias del sexo impulsivo y de la satisfacción inmediata de los deseos, sin prevención. La desinhibición de los jóvenes, su escaso pudor para mostrar sus desnudeces, o tocarse entre ellos, sin problemas, favorece la interpretación ambigua de su comportamiento habitual.
En este sentido, y sólo en este, algunos la consideran una 'secuela de Amreican Graffiti, /1973), y de Movida del 76' , (1993), del propio Linklater, en que unos jóvenes dejan su pueblo, su familia y sus amigos y amigas para buscar su futuro fuera del lugar en el que han nacido. Para Javier Ocaña las películas del cineasta de Huston han procurado reflejar la sensación del (re)encuentro con aquellos instantes juveniles que marcan una vida, de la que sólo caes en cuenta cuando han pasado los años. El archivo del proceso de madurez, a veces grandilocuente, otras idiota, tiene mucho de nostalgia, pero también de puesta en claro de lo verdaderamente esencial (2)
Jordi Costa prefoere decodificar la escritura del film, cuando afirma que Linklater ha definido 'Todos queremos algo' como una suerte de secuela espiritual de 'Dazed and Confused', y, sin duda, lo es en términos narrativos, aunque muchos otros aspectos invitarían a considerarla como su desviación o su antítesis. Entre otras cosas, porque desde la primera imagen queda claro que, en esta ocasión, la tecla de la nostalgia sí que ha sido pulsada premeditadamente: no hay aquí objeto, camiseta o bigote que no sea, al mismo tiempo, fetiche y autoconsciente máquina del tiempo. También resulta significativo que la banda sonora haya pasado de evocar una personal mixtape (en la cinta precedente) a emular la apuesta por el reconocimiento colectivo de una emisión en radiofórmula." (3)
(1) " Richard Linklater discute el subtexto gay 'No Inadvertido' en 'Everybody Wants Some' . Indie Wire.
(2) Luís Martínez. Una sinfonía hormonal. Diario 'El Mundo', 30 de junio de 2016.
(3) Jordi Costa. Para esos nostálgicos de lo no vivido. Fotogramas
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