The Young Pope II. PaoloSorrentino.





Ficha técnica, sinopsis, críticas, cartel, fotografías y trailer. (Pinchad aquí)


Comentario:


Paolo Sorrentino insiste en sus películas en la necesidad de los movimientos espirituales e ideológicos de mantenerse en la oscuridad, de evitar el compromiso y la mundanidad, algo que los romanos perciben mejor que el resto de los católicos porque en su ciudad reside la Santa Sede, y sus ministros se mezclan en eventos, celebraciones y actos sociales, laicos y religiosos, con las clases altas ociosas, mestizaje que los cineastas denuncian en sus películas (inigualable desfile de hábitos y uniformes eclesiásticos de Fellini en 'Roma', al que asiste la nobleza italiana). El realizador napolitano mira siempre al Norte, en especial a Venecia, de la que nos ofrece una imagen onírica de la Plaza de San Marcos inundada: la ciudad fue anexionada a Italia definitivamente en el Tratado de Viena de 1866, y  cualquiera que haya visitado este país conoce la inquina que existe entre los paisanos del Norte y Sur, que acusan a la burguesía del Norte y a la nobleza, -española. austriaca e italiana -, del Sur, de haberse confabulado contra las clases populares. No es fácil interpretar esas imágenes.




Fotografía de TripAdvisor.





Ignoramos la razón por la que esta imagen nocturna de la Plaza de San Marcos se cuela en los sueños de un realizador del Sur de Italia, el gran cronista de  la vejez, como un Cicerón actual bastantes más joven que el senador romano enemigo de Julio César, pero nos vamos a aventurar con el riesgo de equivocarnos. Los españoles podemos entender el enfrentamiento emotivo y sentimental de  los pueblos del sur (los furgones de cola, como los llaman los poderosos norteños) y los prósperos del Norte. En 'La juventud' , la hija de Fred Ballinger (Michael Kaine), interpretada por Rachel Weiz, mantiene durante todo el desarrollo de la historia la expectativa en torno a la mujer del músico, a la que él espectador cree muerta, hasta que por fin descubre que sólo ha perdido su memoria y su voluntad, convertida en una muerta en vida; Lenny Belardo, el primer papa norteamericano que toma el nombre de Pío XIII, evoca esta misma imagen, y otras de la ciudad, en relación con unos padres hippies que lo abandonaron, fomentando su conservadurismo. ¿Asocia Sorrentino la bella Venecia con sus peores experiencias? Sólo él lo sabe.





A diferencia de sus anteriores películas el protagonista, el omnipotente,el que es visto por la cámara en profundos contrapicados y éxtasis cínicos y burlescos, es el joven, que sitúa a los viejos en la mira de su 'ametralladora' y los obliga a dar un paso atrás, recordándoles que los hombres más importantes de la historia, no los mejores (el virtuosismo es propio de arrogantes), han sido quienes han sabido colocarse en un segundo plano, el de la invisibilidad, (Salinger, Kubrick, Banksy...), al tiempo que denuncia la decadencia de Harvard, una institución que no ha entendido la mayor manifestación cultural del siglo XX, el rock and roll; la Iglesia debe hacerse tan inaccesible como una estrella de rock. Lenny, semper puer,siempre con un cigarro en la boca, ha declarado la guerra a la gerontocracia italiana y está preparado para la revolución. Es una música que hoy  nos suena. 'El joven Lenny no quiere ayuda, sólo quiere, como cualquier hijo, que su padre lo apruebe. Y es lo que un buen padre debe hacer. A esto se debe dedicar la vejez y no a conspirar, a buscar compromisos que acrecienten su poder.




La primera cuestión que el joven debe dilucidar es por qué y para qué fue elegido, y si nos adentramos en el ámbito de las creencias, mientras los cardenales trabajan en equipo, la ventaja del jefe es que trabaja solo, inspirado por Dios, que le da la legitimidad para arremeter contra la curia vaticana, los medios e incluso los fieles, y está dispuesto dispuestos a seguirles donde sea guiados por una fe ciega;  si es necesario a sacrificar a la Iglesia milenaria, con vocación ecuménica, tras entender cómo se obtiene el poder, está dispuesto a hacerlo. Frente a la temporalidad y laicización de la santa sede no tiene complejo y se presenta como un intolerante que cree más en la jerarquía que en la democracia, con el argumento de que la Iglesia es el cimiento de la sociedad, y los pilares no se mueven. Los viejos jerarcas la han derribado como los créditos echan a bajo la imagen de Juan Pablo II,cuya degradación física fue exhibida por los que tenían el poder hasta más alláde lo que es honesto.



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