La ciudad de las estrellas. Damien Chazelle. DVD y Blu-ray




Ficha técnica, sinopsis, premios, cartel y trailer (Pinchad aquí)



COMENTARIO:

Estos días ha salido al mercado el DVD y el blu-ray del film que elevó al director de Whiplash, Damien Chazelle, a un lugar en esa ciudad  de las estrellas que sonó en La La Land. Es otro momento para el cinéfilo, que ya la ha visto en el cine y la puede analizar, destripar y aplicar su moviola en forma de mando a distancia para revisar lo que sintió, percibió o le pasó por alto en un primer visionado más emocional que analítico. 

El cineasta norteamericano, de padre francés, se inclina por una estética minimalista, con referencias puntuales al cine de Nicolas Winding Refn, sazonadas con la herencia recibida del cine norteamericano y francés, del musical clásico de los Estados Unidos y su influencia en directores de la Nouvelle Vague, como Jacques Demy, al que rinde un tributo muy claro en la secuencia inicial con un cameo a 'Las señoritas de Rochefort', un cineasta en el que se inspira al dar forma a una historia que tiene mucho que ver con 'Los paraguas de Cherburgo'. Ryan Gosling, un actor contenido de sonrisa 'desarmante', no es un bailarín ni lo pretende, pero su trabajo es deslumbrante. La magia procede de la música envolvente, las localizaciones, la iluminación, el color propio del cuento, y la capacidad de los actores protagonistas de inspirar esos sentimientos. Pero también notamos cierta mirada nostálgica al film más celebrado de Michael Curtiz, 'Casablanca' (1942) en la secuencia más mágica de la película en la que se construye una visión de un amor romántico incombustible, de lo que pudo haber sido y no fue  más modesto en lo económico, pero más apasionante en lo personal. Esta posibilidad reside precisamente en que su relación se truncó cuando empezaba y las con tradiciones en la pareja comenzaban a emerger.

'La La Land'  un film ecléctico, que combina el drama romántico  con  la persecución de los sueños de hombres y mujeres que no se conforman con vegetar, muy influenciado por los musicales  que hicieron en su momento cineastas franceses como,  ya hemos dicho arriba, homenajea  los estudios de la Meca del cine de los que salieron grandes películas, superproducciones que gozan de la veneración  de amplios sectores de cinéfilos.Luís Martínez habla en el mismo título del artículo que escribe para  el diario 'El País' de un musical 'schopenhaueriano, en el sentido de "devolver quizá al musical la gracia perdida de su sentido', de la posibilidad de acercarse  al deseo puro sin los inconvenientes siempre cargantes y tristes de lo cierto, lo real, de desmontar certezas. Mas unas cosas son las que se sitúan en la extradiégesis y otras las que se relatan en el texto fílmico, que nos muestra qué significa dedicarse a una profesión liberal relacionada con la creación, ya sea la música o la interpretación, un sentimiento sublime que puede llevarse por delante otros tan elevados como los que definen al hombre por lo que hace y que tiene mucho más que ver con las emociones que con la esencia del ser, como es el amor, que no se libra de valoraciones más prosaicas y acosos más incisivos, relacionadas con éstas.

Más explícito es José Manuel Cuellar Campoy, (ABC) que en el propio título habla de "bellas ilusiones entre duras realidades", aunque desvirtúa los sueños a los que todo hombre tiene derecho con calificaciones como ambiciones personales, necesidad de salir del hoyo, decepciones e imposibilidad del amor, que han tratado cineastas de todos los tiempos. Y es precisamente de eso de lo que no va el film de Damien Chazelle. algo que entiende cualquiera que ha tenido a un músico cerca. Sebastián es ese músico que sueña con vivir de aquello para lo que está dotado, no de aquello con lo que simplemente sueña, cuyas creaciones son muy vulnerables, -las primeras que sufrieron el asalto de la nueva era-; Mía quiere ser actriz, ocupar un lugar entre las estrellas hollywoodienses, muy difícil de alcanzar pero más fácil de mantener. En medio de ambos el amor y la posibilidad de compartir sus vidas compitiendo con actividades muy exigentes. Un mundo que no permite que los hombres y las mujeres dediquen su tiempo a actividades no productivas al servicio de las grandes, pequeñas y medianas empresas que fabrican cosas necesarias para la vida cotidiana o especulan simplemente con dinero, muy apreciadas por las clases medias siempre que proporcionen estabilidad al individuo. ¿Es esto cierto? ¿Es real? ¿Por qué hay que elegir entre vivir con quien quieres y hacer lo que deseas?

Pero no sólo las profesiones libres distancian a los hombres, como demuestra la bella historia que nos contó Jacques Demy en 'Los paraguas de Cherburgo', otro musical,  entre la bella e inocente Catherine Deneuve y un joven que soñaba con montar una gasolinera y a los que separa la Batalla de Argel. Demy radicaliza el discurso, que siempre es cantado y jamás hablado. La espectacular secuencia que abre el film de Chazelle evoca el comienzo de Las señoritas de Rochefort (1967), también de Demy, que muestra el desembarco de un grupo de bailarines norteamericanos, entre los que se encuentra George Chakiris (West Side Story)  y que incluye en su reparto al genial Gene Kelly. Mientras el film está producido por Summit, una compañía productora independiente, rinde un cálido homenaje a los viejos estudios de Hollywood con una película que, realizada en la ciudad de los Ángeles mira a la Francia de la Nouvelle Vague, poniendo en evidencia que cineastas europeos y norteamericanos se prestaron una admiración y respeto mutuo, se influenciaron unos a otros e incluso participaron en películas en uno y otro lado del Atlántico, como ocurrió con François Truffaut en 'Encuentros en la tercera fase' de Steven Spielberg.




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