Baby Driver. Edgar Wright.




¡BENDITO EDGAR WRIGHT QUE SIEMPRE LOGRA ARRANCARNOS UN SONRISA!


EN ESTE NEGOCIO, EN EL MOMENTO QUE SIENTES ALGO ES LA BALA





Pocos cineastas, entre ellos Kevin Smith, pueden conseguir una fotografía así de parte de su 'grupo de trabajo', como la que nos muestra a Edgar Wright con algunos de sus protagonistas. Y es que más importante que nada, una lección que debíamos aprender todos, es a reírnos de nosotros mismos, como paso previo para poder asimilar íntegramente las dosis de buen humor que nos intenta inyectar en vena el cineasta británico. Lo peor es el tránsito que debemos realizar en nuestra laguna Estigia particular, que nos permita superar los prejuicios que nos llevaron allí: para poder ver el arco iris hay que soportar antes la tormenta, le dice una futura víctima a Baby. Y no le falta razón.




Pero hay más. Para poder entender el cine de Edgar Wright también hay que conocer sus orígenes, en un sentido más vital que el frío trabajo de erudición enciclopédica que predica Tomás Fernández Valentí, una labor en la que nos orienta el propio cineasta inglés con una fórmula que él mismo se ha inventado, el Homage-O-Meter que ideó para la sitcom 'Spaced', que muestra los directores a que hace alusión en sus películas, un verdadero escándalo para los amantes de la pureza que diariamente violan las grandes compañías (quien ve mucho cine puede observar cómo está cambiando la relación entre compañías productoras, distribuidoras,salas de proyección y...cineastas; en Estados Unidos y en San Petersbugo). El actual ludismo tiene los días contados.




Para seguir profundizando en el estilo del director de la trilogía del  'Cornetto de tres colores', constituido por 'Shaun of the Dead (Zombies party.2004). Hott Fuzz (Arma fatal, 2007) y  The World's End (Bienvenidos al fin del mundo, 2013), unos films cuya materialización estilística es el resultado de sus influencias juveniles que formaron, usando como instrumento la provocación, un modo muy particular de hacer, que combina el estilo de comedia romántica (Brit Lick) con el bagaje cultural que transporta en su mochila a maestros del terror como George A.Romero y Sam Raimi. Edgar Wright demuestra como la provocación puede acabar constituyendo un artefacto que funciona como revulsivo de todas las formas de poder que intentar frenar la evolución social, desde unos privilegios adquiridos a través del tiempo, que acaban convirtiendo a los que los ostentan en algo más que zombis pero menos que los aristocráticos vampiros: los primeros tienen su talón de Aquiles en su reducido cerebro y los segundos son excesivamente vulnerables porque dependen del resto para mantener su ociosa existencia, ya que hacen uso de su merecido descanso durante el día, cuando las masas despiertan y se dirigen a sus lugares de trabajo a producir, entre otras cosas, los féretros donde estos 'distinguidos nobles' duermen cómodamente. Ese es el momento preciso para poder liquidarlos, según una iconografía que dio sus primeros y humildes pasos en la célebre velada en la que Mary Shelley, Polidori y Lord Byron se retaron para dar rienda suelta a su imaginación, cuyo fruto fueron dos mitos de nuestro tiempo: Frankenstein y los vampiros. Claro que la mujer era la hija de Mary Wollstonecraft, una de las precursoras de los movimientos feministas, en un universo poblado de socialistas utópicos.







De qué forma plasma estas influencias y diferentes texturas, en las que incluye la violencia tarantiniana, adquirida en un falso avance para Grindhouse, un programa doble de Quentin Tarantino y Robert Rodríguez, titulado "Don't" ?  Elige a un joven que había desempeñado papeles un tanto sosos en películas melodramáticas como 'Bajo la misma estrella' (dirigida por Josh Boone en 2014), acompañado de la también sosita Shailene Woodley, o en la franquicia Divergente/Insurgente, 2014/2015, dirigidas por Neil Burger y Robert Schwntke), lo convierte en un chico normal, un joven como el actor que lo representa que muestra ya cicatrices, que ha sufrido un trauma que intenta superar con la velocidad, la música y la libertad in extremis, y lo rodea de un grupo de gángster violentos y estrafalarios, de esos que llevan escrito el sello que los identifica como criminales en la frente, unos zombies que actúan como pollos sin cabeza y que convierten a este joven milagrosamente dinámico, gracias a la dirección de Wright, en un verdadero ídolo, pudiendo afirmarse al final que 'ha nacido una estrella', donde solo había un niñato.






La primera secuencia es propia de un cineasta experto y conocedor de su oficio, que va más allá de lo que exige un thriller correcto, y  que ha hecho rendirse a los pies del inglés, que no necesitaba apoyo ni presentación, al gran Guillermo del Toro que ha expresado su entusiasmo en twiter y ha aconsejado a sus lectores que no dejen de ver el film, animándoles con estas palabras: " Del Toro acaba de ver Baby Driver, la más reciente película de Edgar Wright protagonizada por Ansel Elgort, Jon Hamm, Jon Bernthal, Lily James y la mexicana Eiza González, sobre un enigmático y silencioso criminal que es obligado a participar en un último atraco.//Al parecer, el director de Cronos y Pacific Rim amó la película y usó su cuenta de twitter para demostrarlo. Después de verla, Del Toro comenzó una cadena en la que menciona que Wright cumplió la promesa de crear una fábula “rock n roll” con esta increíble historia que tiene a su propia versión del príncipe y la princesa de Disney. El mexicano comenta que la cinta de Wright es precisa y perfecta hasta en el más pequeño detalle que ayuda a convertirla en una versión ruda, sobre ruedas y en “crack” de An American in Paris (protagonizada por Gene Kelly en 1951) y los coloridos y energéticos musicales de la era dorada Hollywood." (1)


Al final vendrán las disidencias (pocas y sin demasiado estruendo), porque nadie ni nada es perfecto, si bien el alejarse del canon le provocará más de un rechazo en la intimidad. Yo me divertí, me lo pasé bien, disfruté del cine y sobre todo me quede perpleja al ver qué había hecho Edgar Wright con Ansel Elgort, una transformación que bien merece, por sí sola, asistir a la proyección. El contraste entre la pureza juvenil de un niño maltratado por la vida y los gansters sin cerebro, una carencia que los hace muy peligrosos, pone una nota de humor inteligente al film.

Estrenarla en julio, con lo cines vacíos, es un auténtico  crimen, que, sin embargo ayuda a paliar el desastre de las salas de proyección, ahora intergeneracionales gracias a Edgard Wright.



(1) Guillermo del Toro quiere realmente que veas Baby Driver. www.gq.com.mx.




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