Colossal. Nacho Vigalondo. Comentario.
Ficha técnica, sinopsis, críticas, cartel y trailer. (Pinchad aquí)
Crítica:
Antes de realizar nuestro comentario y pasar revista a la crítica, queremos felicitarnos por el hecho de que un realizador español hyaa conseguido un lugar destacado en el panteón de los cineastas que han concitado la unanimidad de la prensa y el público. Pocos directores, norteamericanos o españoles, han conseguido una aceptación del 80% de los 'top critics', a pesar de comprometerse seriamente con los más débiles por cualquier razón,. Porcentaje que se obtiene tras consultar 190 reseñas en Estados Unidos,un indicador que rebaja el público al 63 %, conseguido de la media de la opinión de 12,454 usuarios, un hecho en el que pueden haber pesado cuestiones ideológicas.
Nacho Vigalondo se enfrenta a un tema muy complejo: el último en entender su propio desempoderamiento es la víctima, pero cuando llega a este conocimiento su pequeñez se transforma en una expansión tan gigantesca como la capacidad del director de transmitir esa metamorfosis, apoyándose estilísticamente en Spielberg y en el más mágico Shyamalan, al servicio de uno de los mejores subtextos que han sustentado, en los últimos tiempos, un relato envolvente y embriagador, que representa con una sensibilidad muy especial una cautivadora Anna Hattaway, acompañada de un elenco de actores masculinos, inigualables en un papel que abarca las diferentes caras del prisma del ser masculino, que van desde el más ingenuo pero también más humano, al más falso de los tres hombres que rodean a la chica.
Hay dos condiciones exigibles para disfrutar del film: el gusto por los bichos y la conservación de la inocencia necesaria para seguir oyendo el cascabel de Santa Claus de Robert Zemeckis en Polard Express (2004). Es necesario seguir creyendo en los 'reyes magos' para entender la contundencia y la fuerza poética de Vigalondo, que no hace el prosaico retrato, de que habla Jordi Costa, de " los pasos erráticos de una treintañera alcohólica en una pequeña localidad estadounidense (que) encuentran su inesperada, delirante correspondencia con las destructivas apariciones de un monstruo gigante sobre la ciudad de Seúl, y que consigue que " Colossal se levante sobre la fragilidad de esa idea, que convierta en absolutamente irrelevante todo empeño de justificación racional y que, finalmente, acabe construyendo un emotivo, poderoso y humanísimo discurso sobre el poder interior (o la toxicidad moral) de sus desamparados personajes no es ya meritorio, sino una jugada triunfal en toda regla." (1)
Por muy efectivo que parezca el análisis es, desde nuestro punto de vista, más errático que los pasos de la treintañera alcohólica. El último que entiende que tiene un problema, que ha generado un monstruo en su cabeza, es el que padece este trastorno, muy extendido en la transición de la era analógica a la digital, en la que muchos jóvenes y no tan jóvenes están inmersos en la llamada 'economía colaborativa', que consiste en trabajar mucho y no cobrar nada, como le ocurre a la protagonista, Gloria; si una de estas personas convive con un triunfador, va cayendo en una depresión basada en un hundimiento de la autoestima que puede conducirle a una actividad frenética y al exceso en el consumo de bebidas alcohólicas y otras sustancias (no es el caso) y a una hiperactividad irritante que no permite el análisis del propio comportamiento. No es difícil de entender, pero si se consigue es profundamente placentero y curativo. Uno no nace alcohólico, se hace.
Es difícil imaginar una forma más poética de representar en la pantalla la revelación de la razón que hace infeliz y desempodera a un individuo. En este sentido Luís Martínez nos induce a pensar que "Colossal, de Nacho Vigalondo, no es tanto una película en sentido estricto como una advertencia. Y de ahí los monstruos que la habitan con aspecto de, en efecto, minotauros."(...) "En realidad, es una puerta a otra dimensión, una manera completamente inédita de colisionar mundos. A medio camino entre la extravagancia cinéfila, el drama sobre la dificultad de crecer y el simple delirio, la idea es hacer que las retinas estallen, que los alvéolos pulmonares se atasquen y que el patio de butacas se sienta ante la obligación de decidirse. Como decía aquél: es hora de o cortarse las venas o dejárselas largas." (2)
Es una forma de decir algo sin decir demasiado. Es cierto que hay un viaje en el tiempo, en busca de los orígenes de un desequilibrio que ha forjado una mentalidad particular y que ha predispuesto a una mujer (incluso, en ocasiones, a un hombre) a una actitud afectada por la inseguridad y como consecuencia tendente a una sumisión castrante. Y los encuentra. La cuestión reside en qué se basa y en qué se apoya, y aquí surgen algunas dudas, que no vamos a resolver, desde nuestro modesto punto de vista, para evitar el spoiler: por qué un monstruo que evoca, en efecto al minotauro se enfrenta a un claro y masculino transformer, por qué la peregrinación no es a Jerusalén, cuna de las religiones dominantes en medio mundo, sino a Seul. No es tan difícil. Como le ocurre al protagonista de Marc Vallée, en C.R.A.Z.Y., que acude a la ciudad sagrada en busca del origen de la fe que le ha inculcado su madre y que ha levantado una barrera infranqueable entre él y su verdadera condición homosexual y con el objetivo de encontrarse a sí mismo, Gloria busca su propia catarsis en una peregrinación sacrosanta a la capital asiática de Corea del Sur, un santuario de las nuevas tecnologías, inspiradoras de los Kaiju Eiga, en la que la protagonista espera también encontrarse a sí misma y conseguir su regeneración personal, eliminando sus propios monstruos, tan inmensos como los que destruyen todo a su paso, deambulando entre enormes rascacielos. Estos momentos finales son de los más poéticos y emocionantes que hemos vivido y experimentado en el cine de los últimos tiempos, y estamos de acuerdo con Luís Martínez cuando en la entradilla de su artículo afirma que : "El director se confirma con la voz más anómala, explosiva y extravagante sobre el planeta cine." Yo añado, de las más brillantes.
(1) Gloria bajo el terror de la resaca. Diario 'El País', 30 de junio de 2017.
(2) Viglondo fuera de sí, Diario 'El Mundo, 20 de septiembre de 2016.
Por muy efectivo que parezca el análisis es, desde nuestro punto de vista, más errático que los pasos de la treintañera alcohólica. El último que entiende que tiene un problema, que ha generado un monstruo en su cabeza, es el que padece este trastorno, muy extendido en la transición de la era analógica a la digital, en la que muchos jóvenes y no tan jóvenes están inmersos en la llamada 'economía colaborativa', que consiste en trabajar mucho y no cobrar nada, como le ocurre a la protagonista, Gloria; si una de estas personas convive con un triunfador, va cayendo en una depresión basada en un hundimiento de la autoestima que puede conducirle a una actividad frenética y al exceso en el consumo de bebidas alcohólicas y otras sustancias (no es el caso) y a una hiperactividad irritante que no permite el análisis del propio comportamiento. No es difícil de entender, pero si se consigue es profundamente placentero y curativo. Uno no nace alcohólico, se hace.
Es difícil imaginar una forma más poética de representar en la pantalla la revelación de la razón que hace infeliz y desempodera a un individuo. En este sentido Luís Martínez nos induce a pensar que "Colossal, de Nacho Vigalondo, no es tanto una película en sentido estricto como una advertencia. Y de ahí los monstruos que la habitan con aspecto de, en efecto, minotauros."(...) "En realidad, es una puerta a otra dimensión, una manera completamente inédita de colisionar mundos. A medio camino entre la extravagancia cinéfila, el drama sobre la dificultad de crecer y el simple delirio, la idea es hacer que las retinas estallen, que los alvéolos pulmonares se atasquen y que el patio de butacas se sienta ante la obligación de decidirse. Como decía aquél: es hora de o cortarse las venas o dejárselas largas." (2)
Es una forma de decir algo sin decir demasiado. Es cierto que hay un viaje en el tiempo, en busca de los orígenes de un desequilibrio que ha forjado una mentalidad particular y que ha predispuesto a una mujer (incluso, en ocasiones, a un hombre) a una actitud afectada por la inseguridad y como consecuencia tendente a una sumisión castrante. Y los encuentra. La cuestión reside en qué se basa y en qué se apoya, y aquí surgen algunas dudas, que no vamos a resolver, desde nuestro modesto punto de vista, para evitar el spoiler: por qué un monstruo que evoca, en efecto al minotauro se enfrenta a un claro y masculino transformer, por qué la peregrinación no es a Jerusalén, cuna de las religiones dominantes en medio mundo, sino a Seul. No es tan difícil. Como le ocurre al protagonista de Marc Vallée, en C.R.A.Z.Y., que acude a la ciudad sagrada en busca del origen de la fe que le ha inculcado su madre y que ha levantado una barrera infranqueable entre él y su verdadera condición homosexual y con el objetivo de encontrarse a sí mismo, Gloria busca su propia catarsis en una peregrinación sacrosanta a la capital asiática de Corea del Sur, un santuario de las nuevas tecnologías, inspiradoras de los Kaiju Eiga, en la que la protagonista espera también encontrarse a sí misma y conseguir su regeneración personal, eliminando sus propios monstruos, tan inmensos como los que destruyen todo a su paso, deambulando entre enormes rascacielos. Estos momentos finales son de los más poéticos y emocionantes que hemos vivido y experimentado en el cine de los últimos tiempos, y estamos de acuerdo con Luís Martínez cuando en la entradilla de su artículo afirma que : "El director se confirma con la voz más anómala, explosiva y extravagante sobre el planeta cine." Yo añado, de las más brillantes.
(1) Gloria bajo el terror de la resaca. Diario 'El País', 30 de junio de 2017.
(2) Viglondo fuera de sí, Diario 'El Mundo, 20 de septiembre de 2016.
Un apunte para la reflexión: vamos a ver a un hombre y a una mujer pegándose, en un film que Vigalondo concibió como un Kaiju Eiga, evocando a Godzilla, llegando hasta donde le permitieron los recursos económicos.
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