Dunkerque. Comentario.





FICHA TECNICA, SINOPSIS, CRÍTICA, CARTEL Y TRAILER. (PINCHAD AQUÍ)


COMENTARIO:


Cuando hicimos la ficha técnica y 'Dunkerque' no era para nosotros nada más que un proyecto, nos colocamos la venda antes de la herida y en una actitud defensiva pusimos en valor a este cineasta que nos rindió a sus pies cuando era un joven arrogante y pretencioso y nos demostró en Inception cómo se pueden doblegar las mentes de los hombres por parte de quienes controlan los poderes, el primero y el cuarto, venciéndolas como se derrota a ciudades enteras hasta convertirlas en laberintos imposibles de Escher. O metió todo un universo y sus magnitudes espacio-temporales en una extraña habitación en 'Interestellar', o concibió a un hombre que perdía la memoria más cercana en 'Memento', basada en un guión hecho a cuatro manos con su hermana Jonathan Nolan. Hoy, al contrario de lo que temíamos, la prensa se ha puesto de su lado, en la representación de un hito histórico, una notable retirada en la que participó el pueblo inglés en una auténtica hazaña (así pareció entenderlo el pueblo británico) que evoca la de Julio César, en otra derrota en la que perdió su flota (De bello gallico: diversos capítulos del libro IV), navegando en sentido contrario. Ignoramos la formación de los críticos, alguno de los cuales presume de haber consultado textos históricos para obtener argumentos de autoridad en favor de su tesis y que intentan nadar contracorriente para lograr el ansiado título de 'top crític', que creen que se consigue siendo una 'mosca cojonera'. No lo vieron así los críticos-cineastas de la Nouvelle Vague. Lo que sí consigue Christopher Nolan, frente a todos los que han abordado este tema en diferentes películas, que todos hemos visto, (sin ir más lejos una película de Lone Scherfig, 'Su mejor historia' que muestra cómo intentó rentabilizar este hecho el gobierno inglés con su primer ministro al frente), es que este episodio de la Segunda Guerra Mundial entre con todos los honores y por primera vez en el imaginario colectivo.

La mañana que escribí aquel post, una socióloga hablaba en su libro 'La sociedad que seremos' en el que, barriendo para casa, distinguía entre sociedad analógica, en la que colocaba a los partidos convencionales, y sociedad digital capitaneada por los emergentes, confundiendo el producto con su creador; se puede utilizar los medios para difundir el mensaje más casposo. Ayer, en la sesión a la que generalmente van las mujeres de mediana y tercera edad, (curiosamente apenas concurren a una sala en la que se proyecta un film bélico, como si la guerra no fuera con ellas y no le ofrecieran el mejor tributo: sus propios hijos, ahora también hijas), había un público variopinto, constituido por jóvenes palomiteros, hombres y mujeres, que, al terminar la proyección aplaudieron, al unísono, no se levantaron cuando comenzaron a desfilar los créditos y seguían aplaudiendo cada vez que aparecía el nombre de los miembros del equipo técnico más distinguido, y los protagonistas principales, que no lo son tanto en un film coral como 'Dunkerque'. Al salir de la sala, un hombre, digno representante de la sociedad patriarcal, y al parecer defensor de su propio canon, afirmó en un ascensor lleno de mujeres a las que pretendía dar una lección: "Cine en estado puro". "Ni un efecto especial". Nos miramos estupefactas ante semejante afirmación de un espectador que no había entendido nada, que no distinguía el soporte y los medios y no sabía diferenciar al artista que trabaja de igual modo el mármol o el bronce y moldea con sus manos la arcilla. Christopher Nolan ha sabido esconder sus recursos hasta hacerlos prácticamente invisibles, a la manera de Howard Hawks, quitando 'lo que le sobraba', (Miguel Ángel Buonarotti) hasta dejar al descubierto su obra de arte.


El cineasta británico construye un relato de 'auténtico cine', pero no por las razones que daba 'el patriarca', sino por todo lo contrario: su gramática está elaborada casi exclusivamente por imágenes, con pequeñas acotaciones constituidas por breves diálogos insustanciales, sonidos y una banda sonora electrónica compuesta por Hans Zimmer, que avanza inexorable, como la maquinaria nazi, a la vez eficaz  y destructiva, un sustitutivo perfecto del ausente. Nolan estructura una historia de guerra nunca vista,  más antibelicista que nunca, organizada en  en tres compartimentos estancos que interactúan, se alternan en una batalla única que se da por tierra (en la costa y el espigón), mar y aire, y pone al frente a tres actores emblemáticos: Kenneth Branagh, Cillian Murphy y Tom Hardy, al que mantendrá tras su máscara hasta el último momento, actuando en el interior de su spitfire. El escalón más bajo de la jerarquía militar, los que no son ni ingleses, ni granaderos, ni artilleros, sino simples soldados de infantería, son los más jóvenes, casi niños, que quieren volver a su casa a toda costa, pero son los últimos en acceder al salvamento, usando para lograrlo la picaresca.

Se ha interpretado la historia desde perspectivas filosóficas, como hace Luís Martínez, que habla de Kierkegaard y el miedo del hombre por dentro, al que llamaba angustia, al tiempo que reconoce el salto cualitativo que ha dado el cineasta en este film: "un irrefutable ejercicio expandido de cine sin el menor asomo de complejos, sin modestia, sin sentido de la medida... Llámenlo arrogante. Furiosamente consciente de su grandeza y, sin embargo, tan delicada, tan sencilla. Muda. O casi."- También se ha contemplado desde la historia, desde la literatura y el cine o desde la propia experiencia individual: Boyero se olvida de que es una película y comparte lo que sienten sus personajes. (2)  Mas, para entender qué ocurrió en esta dantesca playa, y la interpretación que hace de los hechos históricos el realizador inglés, hay que conocer la historia. Es imposible entrar aquí en el estudio de la Segunda Guerra Mundial, pero sí vamos a situar el episodio de Dunkerque, que se produjo en lo que se dio en llamar 'guerra de broma', en el contexto de la Batalla de Francia, en el que miles de soldados ingleses quedaron atrapados en la playa, como auténticos objetivos a merced de la aviación alemana, que demostró con claridad que estaba bien predispuesta, no sólo a arruinar el arsenal militar enemigo, sino a exterminar a hombres indefensos que hacía colas junto al mar para huir del infierno, y eran perseguidos por tierra mar  y aire hasta la liquidación total de cualquier esperanza de supervivencia. La reacción del pueblo británico de acudir en ayuda de sus jóvenes en pequeños barcos deportivos y de pesca, que  constituían múltiples objetivos, más difíciles de abatir, convirtió una retirada en una hecho heroico, aunque sus protagonistas se manifiestan de todas las maneras posibles, incluso quemando los famosos 'spitfires', contra las guerras, poniendo un contrapunto al discurso épico y propagandista de Wiston Chirchill. Un alegato final pide ayuda al nuevo mundo, frente a una Europa decadente; el viejo que llega con su hijo y un amigo  en ayuda de sus compatriotas reniega abiertamente de guerras que montan los adultos y mandan  pelear a niños en edad de jugar.

Christopher Nolan ha obligado a los críticos a volver su mirada a uno de los grandes maestros, que junto a  Lucas, introdujeron al cine en la modernidad, Spielberg, y a comparar su forma de trabajar con la del alumno aventajado. Se habla de emoción y sensibilidad en el primero y control en el segundo, lo que no es del todo cierto. Nolan no muestra el descuartizamiento de los hombres a causa de las bombas. No hace falta. Desde la primera secuencia, en la que un joven huye con cuatro compañeros de quienes les están disparado desde un lugar incapaces de visualizar, el hecho de que mueran cuatro de los cinco que se desplazan juntos, da buena cuenta de lo que nos y les espera. La muerte se alza con todo su potencial amenazador, espera en cualquier lugar, cuando los soldados creen que están a salvo de un buque, cuando se tiran al agua, cuando se unen de nuevo a los que esperan en las playas. La muerte es omnipresente a manos de un enemigo que no se nombra, lo que hace más efectiva la presencia de  Hitler. No hay banderas, no se ven alemanes (actúan desde el aire, como se hace en las guerras actuales y denuncia James Cameron en Avatar). Y es el ciudadano de a pie, el que no ha declarado la guerra, el que usa sus modestos medios para arrancar de los manos del monstruo a sus hijos, el encargado de quitarles la gloria de la matanza, como hicieron las madres rusas en Chechenia, de tal forma que, aunque se estaban retirando arrebataron la satisfacción de la victoria a los genocidas y los dejaron sin juguetes. Una historia digna de ser contada, por quien, como Christopher Nolan ha sabido distribuir el dolor y el placebo de la salvación de una muerte segura, aunque quienes participaron en este hito histórico, jugando el papel de víctimas, jamás podrán olvidar.


Un film inexcusable, un solaz para el espíritu  y el disfrute de una obra maestra.



(1) Dunkerque: el miedo por dentro. Diario 'El Mundo', 18 de julio de 2017.
(2) Horror por tierra, mar y aire. Diario 'El País', 21 de julio de 2017

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