Valerian y la ciudad de los mil planetas. Comentario.




Ficha técnica, sinopsis, crítica, cartel y trailer. (Pinchad aquí)



COMENTARIO:


Las críticas giran en torno a tres ideas, nada nuevas por otra parte: grandes inversiones, productos blockbuster y mainstream y bisoñez de sus protagonistas, sin que apenas aparezca un argumento que oriente en torno al film al que se va a enfrentar el espectador, sino a pre-conceptos tan manidos que ya han dejado de significar algo. Respecto a la primera de las etiquetas, que redondea su significado cuando le sumamos otro, 'mainstream', todo el mundo es conocedor de a qué se refieren los que usan estos anglicismos, que de alguna manera oscurecen ante el gran público su verdadero sentido. La expresión blockbuster comenzó a usarse en el mundo del teatro, y hacía alusión a "aquello que hace explotar el barril", un término que formaría parte de una especie de 'darwinismo económico' (cosecha propia), según el cual el éxito de una pieza conlleva la quiebra de las demás, lo que convierte en lógico el hecho de que los desempoderados se defiendan con el argumento de que las grandes inversiones que exige el producto triunfador, permiten presuponer la existencia de una 'mano invisible censora' de quienes invierten su capital en él, en este caso sería Europacorp. Si al término blockbuster añadimos el de 'mainstream', que significa 'corriente popular', la tesis aparece ya perfectamente definida: producto industrial de poca calidad, dirigido a masas con escasa formación; la asistencia a los cines en sus diferentes franjas horarias introducen muchas dudas al respecto. Olvidamos que, desde hace mucho años directores como Alejando Amenábar (Tesis, 1996) venían reclamando la creación de una industria cinematográfica que permitiera a los cineastas españoles optar a algo un poco más complejo que a la realización de películas snuff, subvencionadas, o cine de barrio.  Ignoro si por esta razón, o por no sumarse a la corriente que descansa en el humor que echa sus raíces en 'la otra generación del 27', que ahora se reivindica, es un cineasta muy denostado por amplios sectores de la crítica. Todos sabemos que un coche Mercedes es mucho más caro que un Opel Agila, y que lo compran los más acomodados y acomodaticios, pero a nadie se le ocurre decir que porque cuesta 'más' es peor.

¿Qué es Europacorp? Desde luego no es una compañía ubicada en Hollywood (quien se dedica al cine o la música sabe cómo funciona hoy esto: tú haces el producto con pequeñas compañías y, una vez elaborado suelen ser las grandes las que lo distribuyen, si les convence o  si coincide con la línea de los stocks de sus cajones) . EuropaCorp es una poderosa empresa francesa de cine con sede en Saint-Denis, un suburbio al norte de París y una de las grandes compañías de Europa, que incluye un gran número de firmas independientes, especializadas en la producción, y distribución de productos para el entretenimiento de en hogar. Junto a esta compañía aparecen otras como Fundamental Films, una firma china, ubicada en Shanghai (Wanda Films se está haciendo con el control del cine que muchos siguen llamando americano: Legendary, Paramount, Globos de Oro...) ; Grive Productions, una pequeña compañía que ha co-producido otros filmes de Besson; Gulf Filmes, la compañía distribuidora más grande de Oriente Medio, creada en 1989, centrada en la distribución de películas de grandes estudios, tanto de las que algunos denominan 'mainstream' como de otras que pertenecen al cine de los márgenes, según terminología de Luís E.Parés. (historiador de cine), dirigidas a audiencias de Oriente Medio; esta empresa es dueña de 150 películas, casi la mitad de las distribuidas en la zona, que pasean por las alfombras de Dubai a actores como Liam Neeson, sin olvidar que controlan el mercado del cine que se ve en estos países. Si realizáramos este ejercicio cada vez que se estrena un film entenderíamos lo desinformados que estamos de lo que ocurre en un mundo global, en el que cineastas y músicos que anatematizan el mainstream consideran que la calidad de su producto se mida por su capacidad para fascinar y fichar para estudios de la categoría de la Warner, Sony y otros del orden.  En el ámbito individual, que estas empresas te rechacen ¿está mal visto? ¿dónde queda la libertad del artista?

Por último. algunos se ceban en la bisoñez de los protagonistas y en la aplicación de efectos especiales para construir espacios, bichos, naves y otros elementos necesarios para un film como el que abordamos; películas hechas para la TV como 'It' (1990) movían a sus criaturas con técnicas de stop motion, (todavía no hemos entrado en el análisis del film, sino en las circunstancias que lo rodean). Si repasamos la historia del cine veremos cosas sorprendentes: Humphry Bogart tenía 31 años cuando  inició su carrera en el cine, 42 cuando hizo 'El Halcón maltés': James Stewart 31 cuando protagonizó 'Caballero sin espada', Dave DeHaan 31 cuando encabeza el reparto de 'Valerian y la ciudad de los mil planetas'. Si su apariencia es más aniñada se debe a que los usos en la indumentaria han cambiado; hoy es fácil encontrar a jóvenes de 40 años que jamás se han puesto una 'americana' (curioso el nombre con que nuestros mayores llamaban a la clásica chaqueta), mocasines, calcetines diplomáticos o pantalones con raya; no usan fijador para pegar sus cabellos al cráneo y dentro de nada, y debido a sus posibilidades profesionales, se integrarán con los millennials, que ya no abarcan sólo a los nacidos en el nuevo siglo, sino que han retrocedido hasta la década de los 80. Lo mismo ocurre con las mujeres, mucho más sofisticadas a tan tierna edad, como Marilyn que falleció a los 36 años cuando ya había creado un mito imperecedero en gran cantidad de películas, con un look que hoy sólo osaría reproducir una 'choni'; las divas actuales, entre las que se encuentran Scarlett Johanson, Charlize Theron o ahora Clara Delevigne, son explosivas, atractivas, y a la vez 'action women', que, cuando usan finos y altos tacones lo hacen no solo como complemento erótico, sino como arma fatal. Sólo nos quedan los efectos especiales, las músicas estridentes y otros elementos que harían las delicias del mago Méliès y su icónico viaje a la Luna. Así pues, en un mundo globalizado ya nada es ni tan americano, ni tan de los márgenes, ni tan independiente, ni tan puro en sus esencias.





Vamos a hablar ya de la película. 'Vamos al lío' como dice Julio Tarin, autor de 'La fábula de Isidoro', procurando no aburrir al lector. Jordi Costa comienza ubicando en su contexto cultural el nuevo proyecto de Luc Besson, y buscando los orígenes eruditos del mismo en los dibujos de Mézièrs: "Cuando algún álbum de las aventuras de Valerian y Laureline cae por primera vez en manos de un incondicional de la saga galáctica de George Lucas, basta esperar unos pocos segundos para que aflore el brillo del reconocimiento en su mirada. Nacida en 1967, dibujada por Jean-Claude Mézières con guión de Pierre Christin, esta serie que quería discutir el gaullismo desde el espacio exterior y que modeló a su protagonista femenina siguiendo las enseñanzas de Simone de Beauvoir proyectó una influencia insoslayable sobre el cuerpo central del imaginario de la ciencia-ficción cinematográfica o dibujada inmediatamente posterior..." (1) Ahora Laureline ya no combatirá el gaullismo sino los guerras de expansión del actual colonialismo, mientras Jordi Costa olvida aplicar sus conocimientos a la interpretación del film concreto. Se limita a decir que algunas soluciones narrativas son brillantes, pero, para que nos vamos a engañar, las que hacen referencia al intocable Stanley Kubrick y al reverenciado Ridley Scott de Blade Runner.

Luís Martínez entra al trapo,  se moja y hace el análisis más curioso que se pueda hacer: " lo desmedido, lo inabarcable, lo sencillamente inútil, es lo que hace esta película única e irrenunciable."/ Con mucha más contención, menos egocentrismo y un casting aceptable probablemente estaríamos hablando de un prodigio. Pero, admitámoslo, de un prodigio vulgar, como tantos otros. Lo desmedido, lo inabarcable, lo sencillamente inútil, es lo que hace a esta película única e irrenunciable; tan perfecta en cada uno de sus infinitos errores que acaba por convertirse en simple y puro deseo. Ser el mejor fracaso del año es una forma, la más atrevida de todas, de ser. Ser por lo que nunca debería haber sido y se quiso ser. Eso es grandeza." (2) Estamos de acuerdo con la agudeza de este crítica, aunque tengamos también algo que decir. Si hubiera tenido más tiempo y no la obligación de escribir un día antes del estreno (así son las cosas), hubiéramos podido esperar más interés en su análisis.

Casi lo único rescatable del artículo de Antonio Weinrichter para ABC es su acotación de que "(...) si bien su director Luc Besson enfureció en su día con títulos como "Diva" a los críticos cahieristas por traer el posmodernismo a la cuna misma del cine de autor, seguro que se seguirá notando su europeísmo respecto al cine corporativo yanqui…(3) Parece que le da la razón Todd MacCarthy (The Hollywood Reporter) cuando afirma que 'Los Razzie ya no necesitan esperar a fin de años para conocer al ganador de 2017, un hecho que hará respirar tranquilas a las grandes compañías norteamericanas, un argumento refrendado con más gracia por David Ehrlich de Indiwire que afirma que el film es una rareza, tan pagado de sí mismo que hace que 'Guardianes de la Galaxia" parezca una película de Ozu. Un gracia que quizá no sea de lo más oportuna, aunque no vamos a negar que parece que el film se ha realizado bajo los efectos colectivos de 'metainfetamina'.




Luc Besson comienza con un homenaje indiscutible y actualizado del ensamblaje de naves y estaciones espaciales que realizó Stanley Kubrick en 2001: Una Odisea del spacio (1968), sustituyendo el vals clásico , 'El Danubio Azul' de  Johan Strauss, por el Space Oddity de David Bowie, uno de los mitos de la Europa contemporánea, recientemente desaparecido. A continuación, Rutger Hauer, el primer replicante de la historia de la historia del cine, sustituido luego en sus funciones por el clon, nos trae a la memoria la obra cumbre de Ridley Scott, 'Blade Runner', que hace un breve relato de como en 400 años se pasa de una sociedad muy tolerante a una guerra destructiva, cuando de nuevo despierta el monstruo de la avaricia (silencio en la noche, ya todo está en calma, silencio en la noche, la ambición descansa, diría Carlos Gardel). Tras este preámbulo de lujo las imágenes se desbordan mostrando sus múltiples referentes, no sólo del cómic, sino de Lucas para unos, de Camerón para otros, sin olvidar sus propias raíces que parten de Fritz Lang y su 'Metrópolis', que tanto ha influido en los cineastas futuristas posteriores, sus propias realizaciones ('El quinto elemento' o 'Lucy', con las mujeres que imaginó Donna Haraway, no ya Simon de Beauvoir, en su manifiesto cyborg, no exento de ironía, una fémina en un universo que ha superado los géneros). Los juegos amorosos entre Laureline y el joven Comandante, Valerian, están sazonados con constantes requiebros amorosos, siempre acompañados de exigencias de igualdad entre ambos, a pesar de su  diferencia de rango. Hay algún toque dudoso en relación a este tema en el bar de Jolly el chulo (Ethan Hawke), cuando el joven protagonista se cruza con un pavo real que exhibe sus plumas . La ciudad intergaláctica de los mil planetas muestra un crecimiento desordenado en relación con su predecesora, protagonista de 'El Quinto elemento'. La civilización sojuzgada y malherida, habitada por hombres blancos como el nácar, evoca a los na'vi de Avatar, configurados con una estética kitsch (no tanto como los de Camerón) y preciosista, Luc Besson mete al espectador en un torbellino de color, mezcla de textos y texturas, indiferenciación de realidad (si es que existe) y realidad virtual, y consigue, honestamente, que durante más de dos horas se sumerja en una experiencia lisérgica sin hacerse demasiadas preguntas sobre el bien, el mal, la avaricia, la opresión. ¿Posmodernidad? Es posible. En ello estamos. Pero, al menos, se disfruta de un film que ha sido estrenado cuando todas las salas están vacía porque la gente ha huido de las ciudades a causa del calor, y es posible que en septiembre de alguna sorpresa.

Si el cine fue para Orson Welles el juguete más extraordinario con el que se le permitió disfrutar, está claro que 'Valerian  y la ciudad de los mil planetas' desempeña el mismo papel para el director de 'El profesional', que ha descubierto y lanzado al estrellado a muchas de las mujeres que hoy lo ocupan, empezando por la pequeña Natalie Portman. El más americano de los europeos, dicen, que siempre ha hecho lo que le ha venido en gana. Ahora también, y puedo asegurar que la gente que asistía a la proyección ha sabido detectar sus ironías y reírselas, así como disfrutar de dos horas del gran espectáculo que es el cine. El tiempo dirá si se consolida, se hunde o se lleva el premio Razzie.





(2) 'Space Odity'. Diario 'El País'. Bresson propone una barroca space-opera emborrachada de fosforescencias digitales. Diario 'El País', 18 de agosto de 2017.
(2) Valerian y la ciudad de los mil planetas: la seducción del error', 18 de agosto de 2017.

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