En el interior. Crítica.






Ficha técnica, sinopsis, lo que se dice, cartel y trailer (Pinchad aquí)



Crítica:


Es curioso el  hecho de que Phyl Claydon, un joven cineasta británico que ha realizado con anterioridad tres películas que apenas han llamado la atención (Alone, 2002, Campeonato, 2002, y Asesinos de Lebosvampiry, 2009 ), renazca con un film, En el interior (Within), que conecta con otro muy especial, realizado este mismo año, mucho más canónico y convencional en la forma y con un subtexto radicalmente diferente:The boy, dirigido por William Brent Bell. El primero se desliza en apariencia por el tobogán de las casas encantadas y el segundo por el de los muñecos diabólicos; Within se desarrolla en un suburbio de clase media americana, y The boy en una mansión británica. Unos huyen de la pobreza y la mediocridad, mediante la adquisición de una buena casa en un buen barrio por un precio asequible;  la otra de su ex-pareja que la maltrata. Ambos, en mayor o menor medida, verán frustradas sus expectativas de mejorar su vida.

Se podrá arguir que el tema de las casas encantadas es un tema muy manido, no tanto que unos padres traten a un muñeco como si fuera su hijo, y acaben metiéndose en un lago con los bolsillos cargados de piedras.Pero en ambos casos la particularidad reside en que las dos residencias contienen algo en su interior que no tiene nada de mágico ni sobrenatural. En el film que nos ocupa se habla, en un momento determinado del relato, de un joven afectado por agorafobia, que se resiste a abandonar su hogar cuando su familia decide cambiar de casa, con consecuencias funestas. Terminada la película una leyenda advierte severamente a los americanos que la crisis del 2008 ha aumentado el número de okupas que no siempre son visibles, ni se comportan de acuerdo con sus convenciones; muchos de ellos se esconden en lugares, dentro de las casas, cuya existencia desconocen los propietarios. El posible spoiler nos impide desvelar el asunto.

Claydon irrumpe con una idea verdaderamente original y curiosa, al tiempo que advierte que el aumento de personas sin hogar no es algo que la sociedad deba tomarse a broma, aunque sea guiada por sus instintos más egoístas, como le ocurre a John Alexander (Michael Vartan), un hombre modesto que con el objetivo de mejorar el estatus de su familia compra una casa a bajo precio  que nadie quiere porque en su interior ocurrió una desgracia, una cuestión que abordó en el contexto de la crisis de  la década de los 70 Stuart Rosenberg en 'Terror en Amtyville' (1979) o James Wan en 'The Cnjuring', ya en 2013, cuando la familia que adquiere la casa está e franca decadencia como consecuencia de la primera crisis global del capitalismo financiero.  No siempre llega el agua al río, pero cuando ocurre se producen este tipo de tragedias no siempre alejadas de la realidad, y el  cine del género de terror es uno de los mejores testimonios que nos deja el hombre, mediante la expresión artística en cualquiera de sus manifestaciones para que no lo olvidemos nunca.

La prensa se despreocupó de este film, que Phyl Claydon dirige con soltura, con un elenco que hace su papel sin histrionismo, aunque se mueva por escenarios bien conocidos por el espectador, en especial si es fan del género, pero al ubicar su particular historia en un momento determinado, al poner el dedo en el mapa como hizo Capra en su 'Caballero sin espada' está diciendo más de lo que parece. Otra cosa es que, como advierte Noél Simsolo, la ceguera de los jueces está demasiado extendida y sólo se ocupan, en realidad, de los blockbuster, aunque sea para cuestionarlos (No hay publicidad mala decía Jordan Belfort, el protagonista de 'El lobo de Wall Street' de Martin Scorsese interpretado por Leonardo DiCaprio, 2013) o de las obras canónicas,en general adaptaciones de clásicos a la pantalla, los festivales y el cine de los márgenes. Fuera de esto no hay nada...


Comentarios

Entradas populares