La forma del agua. Próximo estreno.




ciencia-ficción


Fotografía cedida por BMA House a cinelodeon-com




LA MUJER Y EL MONSTRUO EN EL LABORATORIO:

CORREN TIEMPOS DE GUERRA FRÍA




Pronto llegará a los cines la esperada película escrita y dirigida por Guillermo del Toro, una producción de Double Dare You, distribuida por Searchlight Pictures, protagonizada por Sally Hawkins, Michael Shannon, Richard Jenkins, Doug Jones, Michael Stuhlbarg y Octavia Spencer. (Ficha técnica, sinopsis, notas de dirección, cartel, fotograías y trailer. Pinchad aquí).

La forma del agua es un cuento de hadas sobrenatural, ubicado en un espacio y un tiempo concretos:  la Norteamérica de 1962 en un periodo de Guerra Fría. La acción se sitúa en un laboratorio oculto de alta seguridad del gobierno, donde trabaja la solitaria Elisa (Sally Hawkins) que se halla atrapada en un soledad continua. Su vida cambia para siempre cuando, junto con su compañera Zelda (Octavia Spencer), descubre un experimento clasificado como secreto. Guillermo del Toro logra la fusión de dos géneros importantes: el de las clásicas películas de monstruos, amables o de terror, y el cine negro, una  simbiosis que consigue a través de una historia de amor "que no se parece a ninguna otra" y que nos permite explorar nuestras fantasías, los misterios que no podemos controlar y los monstruos cotidianos a los que nos debemos enfrentar.

Del Toro comienza su cuento sumergiéndonos bajo el agua. A partir de ese momento, todo el filme se convierte en un acto de inmersión asfixiante, en  el que zambulle  a su público en un mundo de los años 60, lleno de elementos que nos resultan muy reconocibles –poder violencia, intolerancia, así como soledad, determinación y sorprendentes y emocionantes conexiones– y una extraordinaria criatura que no identificamos en absoluto. Un inexplicable “activo” biológico del Gobierno de Estados Unidos, una mujer de la limpieza muda, sus mejores amigos, espías soviéticos y un audaz robo, son elementos que van a desembocar en un singular romance que excede los límites más inconcebibles. Un ser anfibio, envuelto en el misterio que ha sido arrastrado desde aguas profundas y oscuras, y que parece poseer las fundamentales cualidades adaptativas del agua, tomando la forma física de cada humano con el que se topa, y dando réplica también tanto la agresividad como el insondable amor.

Dentro de la narrativa audiovisual de Del Toro, temas como el bien y del mal, la inocencia y el peligro, lo histórico y lo eterno, la belleza y la monstruosidad, se entrelazan unos con otros, revelando que ninguna oscuridad puede vencer totalmente a la luz.  Para el cineasta mejicano la pasión por cautivar y lograr la aprobación del público se remonta a mucho tiempo atrás. Natural de Guadalajara, México, el hombre se nutrió desde la infancia de la infinitud de misterios que pueblan historias de fantasmas, películas de monstruos y leyendas, lo que exacerbó su particular y extremadamente imaginativo mundo fantástico. Cuando comenzó a escribir y dirigir películas, todas estas influencias confluyeron dando lugar a su propio y visceralmente expresivo estilo visual, que parecía conectar directamente con la psique humana. Conocido por sus tres inspiradas películas rodadas en español, que reinventan y cambian drásticamente la propia noción de género, (la ganadora de múltiples premios de la Academia El laberinto del Fauno, Cronos y El espinazo del diablo), con cada uno de estos filmes revive su fantasmagoría que transita por los peligros morales y físicos de un mundo lleno de corrupción, autoritarismo y guerra.



Sus películas de acción sobrenatural son igualmente imaginativas: Bade II, la saga Hellboy y Pacific Rim, así como su romance gótico La Cumbre Escarlata. La forma del agua, continúa esa tradición, pero en esta ocasión la acción tiene lugar en la  América socialmente dividida de los años 60, al borde de la guerra nuclear y de radicales cambios culturales. Del Toro zigzaguea por el vertiginoso paisaje del enamoramiento, cuando una solitaria mujer, de traumático pasado, descubre un amor tan abrumador que desafía la desconfianza, el miedo y la biología. El hecho de que los dos protagonistas de la película no hablen, al menos no de forma convencional,  realza la historia de amor eliminando los problemas de comunicación que a menudo interfieren en las relaciones humanas.

Las películas de monstruos son, con frecuencia, el resultado de la mezcla de muchos géneros cinematográficos , desde el musical suntuoso al intrigante cine negro, un subgénero que revitaliza 'La forma del agua, explotando emociones primarias como el miedo, el desamparo y el peligro, aunque también la curiosidad, el asombro y el deseo. Hay algo evocador y cercano en estos monstruos, perseguidos por muchedumbres armadas con horcas, alarmados por su diferencia, lo que los obligaba a vivir solo en un estado de degradación, que permite identificar con ellos a los excluidos, una circunstancia a la que se añade su carácter sensual e impotente para satisfacer las necesidades de su espíritu y de su cuerpo. El más desgarrador de todos estos seres era el humanoide anfibio de 'La mujer y el monstruo' (1954) de Jack Arnold protagonizado por Ben Chapman (en tierra) y Ricou Browning (bajo el agua). Del Toro quería subvertir el concepto de monstruosidad con una historia de amor completamente entregada a hacer que el protagonismo recaiga en la criatura y que los seres humanos alineados contra ella sean las verdaderas fuerzas de la siniestra oscuridad. 

El viaje que Elisa emprende desde la soledad y la impotencia hasta su transformación en heroína que asume enormes riesgos, conforma el eje central de  la película, hecho aún más extraordinario puesto que el papel prácticamente no requiere palabras. Tras quedarse muda debido a un trauma infantil, Elisa se comunica mediante la lengua de signos americana (en inglés, American Sign Language, ASL), sin embargo, sí que es capaz de expresarse efusivamente cuando se encuentra con la extraña criatura acuática que está retenida en el laboratorio gubernamental donde trabaja como limpiadora. El intrépido y rico mundo interior de Elisa cobra vida a través de la luminosa interpretación que realiza la actriz nominada al Premio de la Academia Sally Hawkins, que propulsa la historia a cada instante.  Hawkins podía tener agobiantes dudas que la animaban a ir más allá de sus propias expectativas, pero los realizadores no las tenían.  Para ella no había otra forma de hacerlo sino zambullirse en la parte más profunda del personaje y abandonarse por completo, abriéndose camino por el floreciente coraje de Elisa, así como por una vida de condimentada fantasía que inesperadamente se convierte en realidad; junto al más inesperado de los compañeros.

   Asumiendo un papel que se halla en la frontera entre lo humano, lo animal y el mito, se halla el actor
Doug Jones, quien, para crear a la criatura, echó mano tanto de prótesis meticulosamente diseñadas para su aspecto como de su extraordinaria facilidad para expresarte físicamente. Jones posee un raro conjunto de habilidades, habiendo trabajado repetidamente con Del Toro encarnando sus personales creaciones. En la mente del realizador nunca hubo ni pizca de duda respecto a que sería Jones quien interpretara a la criatura. Ya se han visto antes en el cine híbridos de humano y pez o tritones – incluyendo el personaje de Abe Sapien creado por el propio Guillermo Del Toro para Hellboy–, pero con la criatura de La forma del agua quiere superar a todos sus predecesores. 

El realizador proyectó elevar el listón hasta un nuevo nivel de realismo, confeccionando un ser de tal verosimilitud biológica que pudiera inspirar la loca pasión de una hembra de la raza humana.Del Toro estaba tan comprometido con hacer la criatura perfecta que financió el diseño de la misma de su propio bolsillo, gastando cientos de miles de dólares en un proceso cuya gestación llevó unos nueve meses. La inspiración inicial del diseño de la criatura provino directamente de la naturaleza; su piel bioluminescente, sus ojos estratificados y sus marcados labios succionadores se fusionaron con una elegante forma de características humanoides. Para aquellos cuyo amor está esculpiendo nuevas formas de vida, la proposición de crear algo tan original resultaba alucinante. 

Shane Mahan explica: “La idea desde el principio era efectivamente dar la sensación de una forma de vida acuática que ha existido durante milenios, y hacer que pareciera una criatura del mar realmente viva con el tipo de cambiantes y fosforescentes colores que podrían verse en peces tropicales, pero, al mismo tiempo, con una carnosidad que resultara creíble”.Buscando a alguien que puliera aún más todo el proceso, Con este objetivo Del Toro reclutó a Hill, cuyas realistas figuras de monstruos, exhibidas en una convención de cine de terror, le habían cautivado recientemente. “Mike tiene una asombrosa conexión con los monstruos, y a mí me pareció que necesitábamos ese nivel de percepción”, afirma el director. 


Comentarios

  1. Magníficas e impresionantes colas de mujeres, dotadas de una gran dignidad y cuidado de una imagen digna, esperando para entrar en el lugar de trabajo, ya fuera una laboratorio, como en 'La forma del agua' de Guillermo del Toro, o el taller del afamado modisto que protagoniza 'El hilo invisible' de Paul Thomas Anderson, en un momento en el que la economía colaborativa devuelve a los trabajadores a sus hogares, imponiendo una modalidad de trabajo que en la Primera Revolución Industrial se denominó 'Putting Out'. El cine tiene un valor testimonial y supone una gran crónica al servicio de los historiadores.

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  2. En Inglaterra se llamó Puttig Out Workshop System a una organización del trabajo industrial en el que el trabajo se realizaba de forma dispersa en el domicilio de los trabajadores, que en plena revolución tecnológica se llaman 'profesionales on line'.

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