El buen profesor. Olivier Ayache- Vidal.
Ficha técnica:
Título original: Les grands sprits.
País: Francia.
Año: 2017.
Duración: 106 minutos.
Dirección: Olivier Ayache- Vidal.
Guión: Olivier Ayache- Vidal. basado en una idea de Ludovic du Clary.
Casting: Justine Leocadie.
Música: Florian Cornet, Gadou Naudin.
Edición: Alexis Mallard.
Decoración del set: Angelo Zamparutti.
Diseño de Vestuario: Julie Brones.
Maquillaje: Sandra Loock, Marine Tesson.
Productores: Alain Benguigui, Thomas Verhaeghe.
Compañías productoras:Sombrero Films / France 3 Cinéma / Atelier de Production / Cofimage 28 / Centre National de la Cinématographie (CNC) / France télévisions / Ciné+ / Soficinéma 13 / Le Studio Canal+ / Procirep / Sofica Manon 7.
Intérpretes:
Denis Podalydès : François Foucault,
Abdoulaye Diallo : Seydou
Sinopsis:
François Foucault, de cuarenta años, es profesor de literatura en el prestigioso instituto de París, Henri IV. Una serie de circunstancias le obligan a dejar su puesto y a aceptar una plaza en un instituto del extrarradio de la ciudad, en una zona conflictiva. François se teme lo peor.
La prensa ha interpretado el film de manera muy diferente, y el resultado ha sido un amplio abanico de valoraciones. Las más positivas son las de: Javier Ocaña, para quien el cineasta "acude a buena parte de los arquetipos del subgénero, pero es sincera y nunca les tiene miedo, incluso al paralelismo del amor no correspondido y al cliché de la novela guía Otros." (1); Luís Martínez realiza una defensa de la escuela publica: "Cada vez que Francia nos envía una película sobre la educación necesariamente laica y pública (ni privada ni concertada) se nos saltan las lágrimas. No es tanto envidia, que también, como estupor. ¿Por qué les preocupa tanto algo que nosotros o ignoramos o simplemente despreciamos? Desde Cero en conducta a La clase pasando por Adiós muchachos, la tradición les asiste. La tradición, el gusto y la capacidad para abrir un espacio de libertad en el territorio siempre inexplorado de la infancia o primera juventud." (2); para Oti Rodríguez Marchante la educación es uno de los lugares a los que el cine suele mirar desde una esquina: el interior de una clase, de un colegio del extrarradio, de sus alumnos generalmente en la marginalidad y la adolescencia, y de unos educadores entre la vocación y la penitencia. El director de esta película, Olivier Ayache-Vidal, prefiere licuar su mirada (retrato a la acuarela) y ofrecer un dibujo de ambientes y de personajes no tan duro ni tan extremo como el de otros títulos (el baremo sería la magnífica «La clase», de Laurent Cantet) y deja una historia con más corazón que tripa, y desde luego entretenida, equilibrada en el drama y la comedia, útil y didáctica."(3)
Pero no falta quien se haya sentido disgustado con el discurso de Olivier Ayache- Vidal, entre ellos el intransigente Nando Salvá , quien parece ignorar el consejo de Bazin al buen crítico, cuando afirma que "todo cuanto necesitan los jóvenes de clases desfavorecidas para esquivar el fracaso escolar es que un docente de los barrios pijos acuda en su rescate." (3) No parece que lo suyo sea la enseñanza, y, sí, no estaría de más que algún profesor de la 'élite' desembocara en una verdadera escuela, en la que los jóvenes están más necesitados que en ninguna otra parte de aprender y salir de su bolsa de pobreza y marginación. Entendería muchas cosas, entre otras que no todos son preceptores de Alejandro Magno, ni colegas de un conquistador, sino simples muletillas de auténtica mediocridad; no hay máster que te enseñe ésto. Por otra parte, la escuela pública está repleta de profesores de barrios pijos que buscan la estabilidad del funcionario. Unos son buenos profesionales, otros no.
Tiene razón María Caballero cuando afirma que un exceso de información desarticula de algún modo el discurso, como ocurre con otros muchos, con brillantes excepciones imbricadas en excepcionales circunstancias, como 'Adiós muchachos' de Louis Malle, y particularmente para los docentes, entre los que me incluyo, cuyo trabajo puede alcanzar altos grados de impotencia y dolor por lo que no precisan acudir al cine para que les cuenten su propia vida. No ocurre lo mismo con la sociedad empeñada en opinar de todo, incluso de lo que desconoce, a los que no les viene nada mal mirar de cerca y reflexionar "sobre la realidad educativa de las zonas marginales. Sin embargo, no descuida otros aspectos temáticos, abordados con eficacia: la soberbia de la élite burguesa, la desigualdad de clases, la resignación aprendida de ciertos sectores, o la masa social inerte e hipócrita, que observa y no actúa. El resultado es una parábola del fracaso de las sociedades occidentales."
(1) La revolución está en la educación, diario 'El País, 12 de abril de 2018.
(2) 'El buen maestro': educación pública o nada, diario 'El Mundo', 12 de abril de 2018'.
Lo que se dice:
La prensa ha interpretado el film de manera muy diferente, y el resultado ha sido un amplio abanico de valoraciones. Las más positivas son las de: Javier Ocaña, para quien el cineasta "acude a buena parte de los arquetipos del subgénero, pero es sincera y nunca les tiene miedo, incluso al paralelismo del amor no correspondido y al cliché de la novela guía Otros." (1); Luís Martínez realiza una defensa de la escuela publica: "Cada vez que Francia nos envía una película sobre la educación necesariamente laica y pública (ni privada ni concertada) se nos saltan las lágrimas. No es tanto envidia, que también, como estupor. ¿Por qué les preocupa tanto algo que nosotros o ignoramos o simplemente despreciamos? Desde Cero en conducta a La clase pasando por Adiós muchachos, la tradición les asiste. La tradición, el gusto y la capacidad para abrir un espacio de libertad en el territorio siempre inexplorado de la infancia o primera juventud." (2); para Oti Rodríguez Marchante la educación es uno de los lugares a los que el cine suele mirar desde una esquina: el interior de una clase, de un colegio del extrarradio, de sus alumnos generalmente en la marginalidad y la adolescencia, y de unos educadores entre la vocación y la penitencia. El director de esta película, Olivier Ayache-Vidal, prefiere licuar su mirada (retrato a la acuarela) y ofrecer un dibujo de ambientes y de personajes no tan duro ni tan extremo como el de otros títulos (el baremo sería la magnífica «La clase», de Laurent Cantet) y deja una historia con más corazón que tripa, y desde luego entretenida, equilibrada en el drama y la comedia, útil y didáctica."(3)
Pero no falta quien se haya sentido disgustado con el discurso de Olivier Ayache- Vidal, entre ellos el intransigente Nando Salvá , quien parece ignorar el consejo de Bazin al buen crítico, cuando afirma que "todo cuanto necesitan los jóvenes de clases desfavorecidas para esquivar el fracaso escolar es que un docente de los barrios pijos acuda en su rescate." (3) No parece que lo suyo sea la enseñanza, y, sí, no estaría de más que algún profesor de la 'élite' desembocara en una verdadera escuela, en la que los jóvenes están más necesitados que en ninguna otra parte de aprender y salir de su bolsa de pobreza y marginación. Entendería muchas cosas, entre otras que no todos son preceptores de Alejandro Magno, ni colegas de un conquistador, sino simples muletillas de auténtica mediocridad; no hay máster que te enseñe ésto. Por otra parte, la escuela pública está repleta de profesores de barrios pijos que buscan la estabilidad del funcionario. Unos son buenos profesionales, otros no.
Tiene razón María Caballero cuando afirma que un exceso de información desarticula de algún modo el discurso, como ocurre con otros muchos, con brillantes excepciones imbricadas en excepcionales circunstancias, como 'Adiós muchachos' de Louis Malle, y particularmente para los docentes, entre los que me incluyo, cuyo trabajo puede alcanzar altos grados de impotencia y dolor por lo que no precisan acudir al cine para que les cuenten su propia vida. No ocurre lo mismo con la sociedad empeñada en opinar de todo, incluso de lo que desconoce, a los que no les viene nada mal mirar de cerca y reflexionar "sobre la realidad educativa de las zonas marginales. Sin embargo, no descuida otros aspectos temáticos, abordados con eficacia: la soberbia de la élite burguesa, la desigualdad de clases, la resignación aprendida de ciertos sectores, o la masa social inerte e hipócrita, que observa y no actúa. El resultado es una parábola del fracaso de las sociedades occidentales."
(1) La revolución está en la educación, diario 'El País, 12 de abril de 2018.
(3) Crítica de 'El buen maestro: El hombre con clase indomable.Diario ABC, 13 de abril de 2018.
(4) 'El buen maestro': la docencia hecha cliché.
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