Subhumanos. Gary Sherman.
HAY QUE TENER CUIDADO CON DESAPARECIDOS DE CLASE ALTA PRIVILEGIADA: ¡VUELVA A SUS DELINCUENTES HABITUALES!
Ficha técnica:
Título original: Death Line.
País: Reino Unido.
Año: 1972.
Duración: 83 minutos.
Un clásico que esta semana se puede ver de forma gratuita en el videoclub de ONO.
Dirección: Gary Sherman (Muertos y enterrado, Poltergeist III)
Guión: Ceri Jones.
Casting: Mary Selway.
Dirección de Fotografía: Alex Thomson, B.S.C.; operador de cñamara: Colin Corby.
Música: Jeremy Rose, Will Mallone.
Edición: Geoffrey Foot G.B.F.E.; editor de sonido: John Hackney.
Dirección artística: Denis Gordon-Orr.
Diseño de maquillaje: Harry Frampton.
Productor: Paul Maslansky
Productor Manager: Joyce Herlihy.
Compañías productoras: Jay Kanter-Alan Ladd Jr. Production,
Intérpretes:
Christopher Lee: Stratton-Villiers, M15,
Donald Pleasance: Inspector Calhoun,
Norman Rossington: Sargento Rogers,
David Ladd: Alex Campbell,
Sharon Gurney: Patricia Wilson,
Hugh Armatrong: el hombre,
Clive Swift: Inspector Richardson
Heather Stoney: Alice Marshall,
Hugh Dickson: Dr. Bacon,
Ron Pember: ascensorista.
Sinopsis:
En los túneles del metro de Londres, entre Holborn y Russell Square, hay algo bastante espeluznante. Cuando un funcionario de alto rango es la última persona que desaparece, Scotland Yard empieza a tomarse el asunto en serio. Una pareja joven ayudará a la policía.
Crítica:
Dirigida por Gary Sherman (Muertos y enterrados; Poltergeist III), está producida por un hijo de Alan Ladd, Alan Ladd Jr., el mismo que ayudó a George Lucas a sacar adelante su proyecto de 'La Guerra de las Galaxias' en 1976, y su hermano David Alan Ladd en el papel de Alex, protagonista junto a Donald Pleasance, en el papel del inspector Calhoun, y de Sharon Gurney en el de novia de Alex. Sirviéndose de una imagen popera, colorista, especialmente en la primera secuencia, en la que se inscriben los créditos, plantea la eterna cuestión del arriba y abajo tan británica, usando para ello un lenguaje sencillo (entradas y salidas de campo, cámaras fijas, pequeños contrapicados y algún que otro travelling), iluminando las calles con los actualísimos neones de los locales de alterne; fracasado el intento de un hombre de paraguas y bombín de satisfacer sus deseos, éste desciende a la parada del suburbano en busca de una conquista fácil, una mujer necesitada dispuesta a vender sus favores sexuales. Su desaparición permitirá a la policía establecer relaciones entre la desaparición de este hombre y el extraño encuentro de Alex y Patricia en las escaleras del suburbano.
A medida que avanza el relato se irán desvelando los argumentos discursivos textuales que explican la sucesión de imágenes que nos introducen en el centro del relato, la fase de confrontación como la denomina Tubau en su 'Guión del siglo XXI'. Un experto asesora al inspector de lo que se puede encontrar en la red de túneles por las que circula el suburbano y le informa de que antes había una estación en el Museo Británico que se cerró cuando una compañía compró los terrenos de Holborn; aquello se convirtió en una madriguera, Cuando se estaba construyendo una nueva línea a finales del siglo XIX, parte del techo se derrumbó sepultando a 7 hombres y 8 mujeres (los hombres excavaban y las mujeres sacaban los escombros). Se produjo un auténtico escándalo, no pudieron rescatar los cuerpos y los dejaron abandonados, además se abandonó la línea. Hubo quien pensó que a pesar del poco oxígeno que había podían haber sobrevivido algunos obreros, pero la compañía se negó a escucharlos. Podían tener algo de comida, e incluso podían haber practicado el canibalismo como forma de supervivencia. Influencia de Poe y su temor a morir enterrado vivo.
Así pues, Gary Sherman no construye una historia de zombies, sino de supervivientes en condiciones extremas, de hombres que, obligados a vivir en la caverna, en plena oscuridad, han perdido la capacidad de aprendizaje, practican el canibalismo y apenas conocen tres palabras, las que pronuncia el conductor del metro, 'cuidado con las puertas'. Una especie de troglodita de los túneles que cuando sale de su guarida lo hace para cazar a los bien cuidados y rollizos cuerpos de los de arriba, un morlok como el que imagino G.H.Wells, aunque, a diferencia de éste, al haber sido definitivamente excluido de la sociedad no realiza ninguna función, ni hace ningún trabajo que favorezca la molicie de los de arriba, sino que, más cerca de los roedores, con los que convive sólo los usa cuando los necesita para su propia supervivencia. El giro final introduce cierta inquietud en esta historia radical y muy interesante.
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