La reina Victoria y Abdul.crítica.







BASADA EN UNA HISTORIA REAL



Ficha técnica, sinopsis, lo que dice la prensa, cartel y trailer (Pinchad aquí).



crítica: 




Hay varias líneas de fuerza que atraviesan el film de Stephen Frears: la desacralización por medio del ridículo de la Reina Victoria, la mirada nada complaciente que dirige al criado/maestro indio, en parte amante amigo de la soberana, en parte un claro trepa, que va subiendo escalones a un velocidad de vértigo, provocando la reacción envidiosa de una parte importante de la corte inglesa, incluido el heredero de la corona. Quien había encandilado a la prensa con películas como 'Mi hermosa lavandería' (1985), 'Las amistades peligrosas' (1988), 'Mrs. Henderson presenta', 2005,  y otras tantas que entusiasmaron a su público, demuestra en esta ocasión, desde las primeras imágenes, que no está en su ánimo idealizar a los protagonistas. Victoria, que rozaba los 70 años cuando se produjo el jubileo,  una mujer que había tenido nueve hijos y cuarenta y dos nietos, se muestra excesivamente envejecida, sin modales, durmiendo en la mesa o comiendo tan aprisa que dejaba a medias a los comensales que compartían la comida o la cena con ella, a los que se retiraba el plato tan pronto como acababa la reina.








Pero tampoco Abdul Karim se libra del ridículo y la burla del cineasta. Cuando su amistad con la reina se va estrechando, lleva a Inglaterra a su mujer y su suegra. Su llegada a Buckingham protagoniza una set piece espectacular, en la que domina la intriga: primero baja del coche Abdul, mostrando un fragmento de su cuerpo, las piernas rematadas con unas lujosas babuchas, poco a poco la cámara asciendo y nos muestra al joven cargado de medallas y vestido con una rica casaca bordada en oro fino y un espectacular turbante. Cuando introduce la mano dentro del carruaje para ayudar a descender a la esposa, el público occidental, expectante, aguarda con ansiedad la aparición de una mujer de pareja espectacularidad, y en su lugar bajan dos féminas cubiertas hasta los pies por un burka negro, que impide saber quien es la madre y quién la hija. Al solicitar la reina a Abdul que su mujer se destape ante ella, vemos a una chica redondita, con un recargado arete de nariz que une este órgano con la oreja, por medio de una cadena. Estas dos mujeres ya no volverán a jugar un papel, ni siquiera secundario, hasta el final del film.






Las intenciones de Frears son claras, ya que durante el jubileo la reina no era tan mayor como se la representa, ni debía ser tan ignorante como para confundir  los términos indio, hindú o musulmán, ya que era, por otra parte, la emperatriz de la India, y debía haber sido instruida sobre las cuestiones más importantes ,-etnias, castas, religiones, clases sociales...-,. Su desconocimiento sobre la gran colonia era total, lo que permite al que llega como criado acceder a la posición de favorito mediante su instrucción y los halago con que la colma. La mirada sobre los miembros de la corte es severa, y los muestra codiciosos, intrigantes, pusilánimes, acostumbrados a tratar a su señora como  los vasallos feudales, esperando a cambio un beneficio, que se cobran de golpe, tan pronto como fallece la soberana.








Un film divertido , que no se toma en serio a la muy ilustre monarquía británica, en la que las mujeres, muy longevas, han desempeñado un gran papel desde la gran Isabel I, y en especial la Reina Victoria que gobernó 63 años, en un momento en el que la institución todavía no había acumulado el desprestigio que soporta en la actualidad.


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