Basada en hechos reales.Crítica.
LA ANGUSTIA ANTE EL PAPEL EN BLANCO Y EL TEMOR A DECEPCIONAR AL LECTOR ASIDUO.
Ficha técnica, sinopsis, lo que se dice, fotografías, cartel y trailer (Pinchad aquí)
Crítica:
Roman Polanski aborda el riesgo que para el artista suponen los enardecidos seguidores/lectores, cuyo abordaje a su ídolo culmina el proceso creativo e impone un último esfuerzo para el narrador de historias que agota a la protagonista, que se llama Delphine en la ficción, como la escritora de la novela en que se basa el film. Concluido el esfuerzo, el escritor se enfrenta de nuevo a la página en blanco, en la actualidad la pantalla del ordenador, cuando no ha superado todavía el desgaste que le ha supuesto el libro anterior. Fiel a la novela que sustenta el guión, para tratar este tema, Polansky opta por un relato de metaficción que, tomando como referente el texto literario de Stephen King, 'Misery', introduce una novedad importante: las protagonistas son dos mujeres hermosas, unidas por la seducción, una atracción que aparta a la homenajeada de sus invitados, centrándose en esta sola mujer. La debilidad que embarga a la escritora en este trance favorecerá su trayecto hacia la sumisión. Encarnadas por Emmanuelle Seigner, la esposa de Polanski, que no pierde morbosidad con la edad, en el papel de Danielle, y la maligna Eva Green, en el de Elle, cuya trayectoria profesional refuerza al personaje, estas dos mujeres se convierten en el sustento del cineasta polaco, que rechaza la narración lineal y nos conduce por un sendero malsano y claustrofóbico, que recuerda en parte 'El sirviente' de Joseph Losey (1963), para desembocar directamente en el drama de Paul Sheldon (Misery, Rob Reiner, 1990), cuya historia preside el relato de Delphine de Vigan. Polanski se autoreferencia a sí mismo al poner en boca de Elle la semejanza del papel que le propone realizar a la vulnerable escritora, el de Ewan McGregor en 'The gosht writer', el escritor fantasma, con una orientación absolutamente distinta a la que juega la joven en este relato y con motivaciones muy diferentes, cuyas verdaderas intenciones la aproximan a Anne Wilkes (Kathy Bates), la terrible protagonista de Rob Reiner, diseñada por Stephen King.
Tras una breve secuencia inicial que sitúa al espectador en el contexto emotivo y sentimental en que se va a desarrollar la ficción, el de la famosa escritora, extenuada y afectada por una crisis creativa, convive en una casa aislada del mundo, impedida, tras caer por una escalera, con una joven que se ha introducido en su vida y que se muestra muy solícita con ella, hasta llegar a convertirse en la sierva imprescindible, la que sustituye la pierna rota de Delphine, , una circunstancia que reduce notablemente su movilidad. Poco a poco el relato kingniano irá invadiendo la pantalla, e iremos viendo a la mujer célebre convertida en un muñeco de la teórica asistente, hasta que cinco minutos antes de concluir el film un giro final nos sitúe de nuevo ante un nuevo libro y el rito de las fans, al tiempo que desvela la verdadera naturaleza del relato, un desenlace del que ya había dado indicios el autor, que ha gustado mucho a unos y ha desagradado a otros, por la bursquedad con la que pone las cartas boca arriba.
La historia se inscribe en un background de mayor calado: la crisis del autor que ha perdido la inspiración, un tema que ha constituido el subtexto de gran cantidad de películas en las que la depresión se supera de muy diferentes maneras. Recordemos a Marcelo Mastroiani en Fellini ocho y medio de Federico Fellini, al que estimula precisamente la denuncia del crítico que le hace un elogio al papel en blanco, inspirado en Mallarmé; la historia mucho más oscura de Jack Torrance (Jack Nicholson), el protagonista de 'El resplandor', (Stanley Kubrick, 1980), con un terrible e inquietante final. Pero Polanski rechaza estos discursos lineales y opta por engañar a su público con una historia que titula 'Basada en hechos reales', lo que desorienta a una parte de los espectadores y los deja desconcertados. Puede que no sea lo mejor de su carrera, como han sentenciado algunos críticos, pero no cabe la menor duda de que es un film a la altura de su director, menos directo que el de Rob Reiner, pero más sórdido y tóxico que aquel, como corresponde a los tiempos cínicos que atravesamos.
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