En buenas manos. Jeanne Herry. Crítica
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CRÍTICA:
Los franceses se han servido del cine para mostrar al mundo cómo funcionan sus instituciones públicas; en este acaso apunta a sus servicios de acogida y adopción, a cómo trabajan los servicios sociales, los profesionales de todo tipo y aquellos que acogen a niños despojados de todos sus derechos como menores, ciudadanos e incluso seres humanos por el simple hecho de nacer en el sitio y el momento desafortunados. Pero el film hace trampa y con una lenguaje visual nítido y brillante, en tono de publirreportaje, se abre con un conflicto entre dos hermanos adolescentes en la casa de acogida, el hogar de uno de los protagonistas que realiza esta tarea a cambio de un sueldo, un hecho en el que se insiste bastante y que está a punto de acabar en un fratricidio , para inmediatamente pasar a una historia mucho más light, sensiblera y fácil de ver para el público conservador que no le hace ascos al mainstream más televisivo: la dación de un hijo por parte de una joven que no quiere hacerse cargo del recién nacido y su adopción por una mujer de cuarenta años, mucho más apta para cuidar y educar a un niño. A partir del parto el film se desliza por una senda amable, complaciente y sentimentaloide, un acto de propaganda del savoir faire de los franceses, que pueden vender su moto en su propio país y en otros como el nuestro, en los que la población se desentiende de estos problemas y exige a las autoridades que repriman a unos jóvenes condenados a convertirse en carne de cárcel, sin llegar a interesarse por la ardua tarea de los servicios encargados del cuidado, protección e inserción social de estos menores, lo que los hace susceptibles de cnvertirse en receptáculos de cualquier campaña publicitaria.
El tono de documental, de publirreportaje, de que he hablado da lugar a un discurso plano, aburrido,con multitud de primeros planos de un bebé al que vemos crecer hasta que los profesionales de bienestar social consideran que ha llegado el momento de dejar hacer a la madre adoptiva. Un título que huye de la poética, que se distancia de la política de autor de películas como Juno de Jason Reitman, porque su interés no es cuestionarse el drama de una adolescente que es víctima de un embarazo no deseado, cuya consecuencia es tener que decidir entre el aborto o la cesión del hijo recién nacido para ser entregado en adopción, una historia tratada de forma poética, valiente..., sino mostrar al espectador cómo funciona el proceso institucional y burocrático desde el alumbramiento hasta la entrega a la madre adoptiva que desea ser madre, pero su naturaleza se lo impide. Tiene pues razón Paula Arantzazu Ruíz (Cinemanía) cuando afirma que Herry consigue interpelar a las emociones del espectador, aunque no logra esquivar este aspecto propagandístico.
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