Girl. Lukas Dhont. Crítica




NO QUIERE SER UN EJEMPLO, QUIERO SER UNA CHICA

DE NUEVO EL PROTAGONISTA ES EL CUERPO


Ficha técnica,  sinopsis, lo que se dice (Pinchad aquí)



Crítica:

Si bien el film recibió el aplauso generalizado de la prensa, hay algunas objeciones que poner a la opera prima de Lukas Dhont, tanto en la estructura del film como con el giro final que propone el jovencísimo director que conecta bien con la cuarta ola del feminismo, un movimiento que ha recibido su mayor impulso de las mujeres de generaciones más jóvenes, lo que explica que una chica trans no tenga problemas ni en clase ni en el gimnasio, y ni siquiera en las duchas, - el profesor pregunta a las compañeras si tienen alguna objeción para desnudarse delante de ellas, a lo que todas responden negativamente-. Por lo tanto Dhont nos presenta el arquetipo de una joven que no quiere ser un ejemplo, sino solo una chica, que parece que existe en la realidad. Estos son los mimbres con los que el belga construye su relato, que tiene un protagonista que se siente encarcelado en un cuerpo equivocado y cuenta con el apoyo de su padre, de profesión taxista, dispuesto a hacer frente a un proceso complejo y duro física y psicológicamente por amor a su hija, un apoyo moral inalcanzable para muchos otros jóvenes que se encuentran en este trance.

Los problemas de Lara, interpretada por Victor Polster, son de índole psicológico, empeñada en luchar contra la realidad: es más alta que sus compañeras, tiene los dedos de los pies más largos, lo que le provoca lesiones constantes, y no está dispuesta a seguir los tiempos que le marcan psiquiatras y especialistas médicos para las operaciones de transformación de su cuerpo, que se ha de someter a intervenciones quirúrgicas difíciles, descritas minuciosamente en el film. Para contar esta historia  su director opta por una aproximación al cinema du corps francés, eligiendo a un actor muy bello, que soporta muy bien los primerísimos primeros planos de su cara y de su cuerpo troceado y distribuido en un bucle sin solución de continuidad que lo desplaza en  tres espacios y tres tiempos: su hogar, el Instituto y el lugar dedicado al entrenamiento en la danza, hasta desembocar en un giro final, seguido de un plano que cierra el  film que muestra a una Lara pletórica y exultante. Una imagen junto a la otra permite extraer conclusiones muy claras, ya que la imagen viene precedida por un episodio trágico, que lanza necesariamente un mensaje a los adolescentes, muy protegidos generalmente. Es difícil de saber como pueden procesar este mensaje.

Nadie parece haberlo visto así, y se ha calificado el film de interesante, empático, arriesgado, una de las películas más importantes del año, etc. Ha sido recompensada en Festivales con premios a la mejor actuación , ópera prima y FRIPESCI en Cannes; Premios del cine europeo  (Premio Discovery); premio del público en San Sebastián a la mejor película europea... Nadie pone reparos a un film que comulga con el nuevo pensamiento feminista, el de la cuarta ola, que entiende a la perfección la nueva división entre cisexuales y transexuales, en el que tienen gran protagonismo las más jóvenes, aunque ya hay algunos precedentes como aquel capítulo tan divertido de South Park en el que un profesor gay quiere que lo despidan por escandalizar a unos alumnos tan bien educados, son tan solidarios y comprensivos con los homosexuales que ni pestañean ante las provocaciones del maestro, que los mira desolado. La única revolución triunfante es precisamente la de las mujeres, lo que incrementa el respeto y la tolerancia; Lara no tiene ningún problema con los demás, sino consigo misma. El cambio de domicilio de una familia, en la que no existe la figura de la madre, responde a las inseguridades de la chica y no a problemas de carácter social, como pone de relieve la conversación entre el padre y la hija en torno a este tema. El problema para mí no reside en el qué, sino en el cómo Lara consigue realizarse como persona. El spoiler me impide ser más precisa, si bien mi experiencia docente es la que me impone ser cauta con los mensajes que se lanzan a los adolescentes, que se llaman así precisamente porque están creciendo ( de adolescere, que significa crecer o desarrollarse)




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