El cuento de las comadrejas. Juan José Campanella. Crítica.





UNA METAFICCIÓN QUE PONE SU FOCO EN EL MALTRATO DE NUESTROS MAYORES Y REIVINDICA EL EDADISMO.


Ficha técnica, sinopsis, lo que se dice (Pinchad aquí)


Crítica:


A pesar de las reticencias con las que acudí al cine con el propósito de asistir a la proyección de  'El cuento de las comadrejas', la película que dirige Juan José Campanella (El secreto de sus ojos) que enfría los ánimos desde el propio título que sugiere un film antiguo y casposo, la cinta me sorprendió mucho y me permite admitir que no sólo es brillante, sino además necesaria e incide en un tema cada vez más candente en sociedades envejecidas, en las que nacen pocos niños, y en las que el grupo de los felizmente jubilados está constituido por hombres y mujeres con un pasado basado en el esfuerzo , lo que los aproxima a la idea que Cicerón tenía de lo que debía ser la vejez, a la que dedicó  un magnífico elogio, De senectute. Pero no sólo su esfuerzo y su trabajo ha conducido a la mayoría de ellos a disfrutar de un óptimo nivel de comprensión de la realidad que los circunda, sino que siguen desempeñando un papel útil socialmente en el apoyo a sus descendientes. Pero no faltan jóvenes desaprensivos que practican viejas formas de discriminación, sin percatarse de que los viejos de hoy afortunadamente ya están formados y la mayoría son leídos, a lo que suman la experiencia de una larga vida que les hace merecedores de ocupar un lugar en el 'senado' de su colectividad.

Para sostener su discurso Campanella, buen conocedor de su profesión y sin olvidar los tiempos de la represión de la Junta Militar Argentina, se inclina por una relato de metaficción cinematográfica, cuyos entresijos conoce bien, cediendo el protagonismo a un guionista, un director y dos buenos actores en decadencia, que conviven en una gran mansión en el campo que cubre todas sus necesidades: una inmensas escaleras por las que desciende la antigua diva, a la que el director no se toma en serio, (le han escrito películas tituladas 'La santa guaucha', 'Las mujeres patrióticas...), a la que se trata como la Gloria Swanson argentina, protagonista de Sunset Boulevard (Billy Wilder, 1950), a la que podría atribuirse la célebre frase que pronuncia la americana, que define su ya decrépito glamour y que se incluye en el memorandum del cine: " Yo era una estrella grande, son las películas las que se han quedado pequeñas"; tras una agria crítica de Norma Desmond de la industria de cine norteamericana, Gillis (William Holden) contesta con ironía "Para eso están las palomitas, par ano oír nada"; amplias estancias donde cabe una gran mesa de billar, espacios holgados donde los hombres de la casa consumen su ocio, y grandes habitaciones, en una de las cuales su ocupante, la actriz Marga Ordaz, interpretada por Gabriela Borges, conserva una reliquia del pasado: una inmensa cama que formaba parte el atrezzo de una de sus películas. Una casa con historia, llena de recuerdos, y de otras clases de ocupantes, que contrasta con las casas de acero y cristal, de decoración minimalista que ocupan jóvenes adanistas que prescinden de objetos inservibles como libros, discos, películas, cuadros, que sustituyen por vestidores que albergan innumerables pares de zapatos, vestios, trajes, corbatas, collares...

Todos tendemos al tedio y al aburrimiento cuando lo cotidiano domina nuestras vidas, y nos convertimos en presa fácil de jóvenes, 'hoy llamados 'consultores' en este lado del Atlántico, para cuya ambición no supone ningún freno estafar a quienes creen que la edad ha debilitado, halagando su ego, convirtiendo en ´víctima propiciatoria' a la que consideran la presa más fácil del grupo a causa de una debilidad, que reside especialmente en el hecho de ser mujer y haber perdido la fama, la juventud y la belleza. Pero estos jóvenes inexpertos desprecian lo que desconocen y se enfrentan, ni más ni menos, que a un guionista, [ un storyteller, una narrador de historias ], un realizador capaz de dar forma a sus ensoñaciones y dos actores preparados para representarlas, que no tienen dificultad alguna para construir relatos alternativos e interpretarlos. De este modo, Campanella utiliza su propia profesión no sólo para contar esta historia, sino para lanzar una advertencia a sus espectadores: "¡Cuidado con los jubilados que se han ganado la vida con  el producto de sus reflexiones y han construido mundos alternativos a los que han experimentado durante su recorrido vital."

Acierta Alberto Luchini en un artículo al que pone el título de "El cuento de las comadrejas:más sabe el diablo ... ", en el que define el film como "un lúcido análisis de las eternas luchas generacionales, con los jóvenes ambiciosos siempre dispuestos a ocupar el lugar de los mayores, que se defienden con sabiduría y experiencia"


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