Vientos de libertad. Michael Herbig. Ficha técnica y crítica






ELLOS VERSUS NOSOTROS O NOSOTROS VERSUS ELLOS. ¿DOS PARTIDOS QUE TIENEN TODO PARA ENTENDERSE?



Ficha técnica:


Título original: Ballon
País: Alemania
Año: 2018
Duración: 120 minutos

Dirección: Michael Herbig
Guión: Kit Hopkins, Thilo Röscheisen
Dirección de Fotografía: Torsten Breuer
Música: Ralf Wengenmayr
Edición: Alexander Dittner
Dirección artística: Helena Holmes
Decoración del set: Kerstin Grund

Diseño de vestuario: Lisy Christi

Productor: Michael Herbig
Compañía productora: herbX film GmbH, Studio Canal, Seven Pictures Film


Intérpretes:


Friedrich Mücke: Peter Strelzyk,
Karoline Schuch: Doris Strelzyk,
Alicia von Rittberg; Petra Wetzel,
David Kross: Günter Wetzel,
Thomas Kretschmann: Teniente Coronel Seidel,
Jonas Holdenrieder: Frank Strelzyk,
Ronald Kukulies: Erik Baumann,
Emily Kuscje: Klara Baumann,
Christien Näthe: Hauptmann Heym,
...


Sinopsis:


En los años 80 dos familias alemanas de la Alemania Oriental (RDA) intentan pasar a la Alemania Occidental (RFA) en un globo aerostático  casero.


Lo que se dice:



El film ha despertado escaso interés (el día del estreno apenas había 10 personas en la sala; es un ejercicio mucho más interesante ir a la primera sesión de una película que a un preestreno cuyo único objetivo es promocionar un film, pero que no recoge una parte importante de la creación de su diégesis: la reacción del público) entre los creadores de opinión, que prácticamente lo han machacado, aunque la nota media que ofrece Filmaffinity, basada en tan solo 58 votos, es de  6,7, que contrasta abiertamente con las valoraciones de los críticos. Imdb eleva esta nota a 7,6, basada en una muestra más amplia: 3,594 usuarios.

Los argumentos que han dado los críticos son que el film huele a ajuste de cuentas con una Historia que está en manos de un solo bando (Victor Esquirol, Filmaffinity); una historia a la que le falta contexto  (Antonio Weinrichter, diario 'ABC'); una historia de gastada original en el tratamiento de situaciones circunstanciales  (Javier Ocaña, diario 'El País'); drama con aire y aspiraciones de thriller estadounidense (Carmen L.Lobo, diario 'L Razón')...


Crítica:


La mediocracia* está intentado introducir a martillazos en la mente de los lectores.oyentes o espectadores de los medios la idea de que la izquierda y la derecha forman dos bloques compactos, sin matices, aunque la realidad se empeña en llevar la contraria a los informadores que se dirigen a lo que consideran una 'medidad' irrefutable (el promedio entre la superioridad y la inferioridad), de la que por supuesto se excluyen ellos mismos. En la Segunda Guerra Mudial la mayoría de los conservadores occidentales se opusieron a Hitler, y en el otro lado, se produjo una división entre los comunistas que gobernaban Rusia desde 1917 , que ocuparon la zona oriental de Alemania, en el reparto que sucedió al armisticio de la Gran Guerra, a la se llamó la República Democrática Alemana, que pasó a depender de la URSS, y los que siguieron al 'renegado Kautsky' (denominado así por Lenin), que renunció a la dictadura del proletariado que propuso Marx,  una posición ideológica que desembocó en el SPD (Sozialdemokratische Partei Deutschlands), que nace como Asociación General de Trabajadores de Alemania, impulsado por Ferdinand Lasalle en 1863 ( derivado de las célebres AITs), transformada en el partido democrático más antiguo del mundo, que desde 1890 ha ido quedando siempre en primer o segundo lugar en las elecciones del país, excepto en el periodo del III Reich . En 1961 se levantó el muro de Berlín, que dividía la ciudad en dos zonas, la occidental que tenía como Alcalde a Billy Brandt, del SPD, y la oriental bajo la égida de Erich Honecker, Presidente del Consejo de Estado de  la la zona comunista. En la primera secuencia, en la que se inscriben parte de los créditos, se hace un relato que incide en las víctimas que produjo el levantamiento de un muro entre dos culturas, dos formas de entender la vida y la política, 38.000 víctimas, datos ilustrados con algunas imágenes de aquellos que murieron entre 1979, siendo canciller alemán  Helmut Schmidt, del SPD, hasta la caída de este 'limes' cruel durante el gobierno del conservador Helmut Kohl, diez años después,  que pone fin a la historia. Se insiste en que se basa en hechos reales, y,  para que no quepa duda, se incorporan fotografías de los protagonistas reales de esta aventura en globo, una técnica muy usada en muchos filmes, cuyos autores consideran que la incidencia en la veracidad de los acontecimientos repercute en la eficacia de la narración.

Lo que parece ignorar la mayor parte de los que llevan la voz cantante en la actualidad es que la diferencia entre unos y otros, entre socialdemócratas y comunistas, no estriba tanto en el fondo, sino en las estrategias para conseguir el poder, que los conservadores consideran que les pertenece por la gracia de Dios, que pasa  o por tomarlo por la fuerza o conseguirlo por las urnas. En los últimos tiempos pueden haber evolucionado ambos, pero las heridas que se produjeron casi desde el nacimiento (Kautsy y Marx, Rosa Luxemburgo o Engels son coetáneos) son incurables, como se pone en evidencia en los países europeos en los que aumenta el descontento por la destrucción de un sistema económico sustituido por el que impone la nueva era tecnológica y que hace temblar los cimientos de la sociedad que construyó la revolución industrial. Este es el contexto en el que inscribe su film Michael Herbig, que no incide tanto en quienes son los perdedores y quienes los ganadores (en esta batalla no los veo con claridad), sino en lo que se refiere a la división dentro de la izquierda, ya que cuando los protagonistas de esta historia huyen a Alemania Occidental, ésta está gobernada por los socialdemócratas que levantaron el estado del bienestar,- el Welfare State, hoy amenazado -,  sino entre dictadura y democracia. En el lado oriental todos parecen sospechosos, porque es así como las gentes se ven unas a otras cuando prima el temor a ser denunciado, pero luego vemos que las cosas no son lo que parecen, y que aquellos que han transmitido temor al público no son unos delatores, como todos hemos pensado a un lado y otro de la pantalla, y, que incluso el perverso teniente coronel es partidario de dejar ir al que no está a gusto en la zona, o se lamenta de los recursos que se malgastan en magras operaciones para impedir su huida.

La imagen es  tan oscura como los tiempos que describe, con un final que pretende evocar los giros pletóricos de Steven Spielberg, que dice más de la parcialidad o imparcialidad, en cuanto a su glorificación de la libertad, del autor que otras imágenes, que no se decantan tanto por una u otra visión del mundo, sino por recordar a la humanidad unos tiempos en los que el hombre creyó, muchos de buena fe, ya que se enfrentaban a totalitarismos muy asentados, que la única forma de lograr sus objetivos era silenciando a los demás mediante la dictadura. En la actualidad, bastante después de la caída de la Unión Soviética, como líder del mundo dominado por los soviets, podemos comprobar que años de educación en igualdad no sirvieron para hacer hombres y mujeres respetuosos con los demás, y que  la Rusia actual ha dejado de ser una fábrica de licenciados y deportistas de élite para convertirse en un mundo de negocios despiadado; el que deciden sus ciudadanos. Una situación que se repite en las repúblicas dependientes del viejo 'imperio', partidarias, en muchos casos, de desmontar el estado del bienestar. Parece que han cambiado muchas cosas, pero siguen en pie las rencillas entre los socialdemócratas y los comunistas (pasamos por alto otro frente del que se ha ocupado Ken Loach en sus películas: los anarquistas), que hoy prefieren llamarse de otra manera, cuyas razones actuales nadie es capaz de dilucidar, a pesar de que escriben libros con títulos rimbombantes,  que acaban culpabilizando  a una de las ideologías que combaten por el poder con argumentos muy parecidos, pero con estrategias y tácticas muy diferentes. Como siempre; en eso no parecen haber cambiado muchas cosas.

Los intentos de escapar y jugarse la vida atravesando el muro eran reales, tanto como la utilización de esta realidad por parte de unos de los bandos, el occidental, en una guerra fría que duró hasta la caída del comunismo en la URSS; los medios que se utilizaban en divulgar estos hechos eran tan potentes que exigían del otro lado la utilización de todos los recursos que tenían a mano para evitarlo, y en eso Herbig es muy explícito. La gente en el cine parecía interesada, a pesar de que el film es duro de ver por la rudeza deliberada de su puesta en escena, que recrea las condiciones de vida de los alemanes del este, no demasiado diferentes en lo material de las que imperaban en la otra zona, pero que impedían a las familias reunirse, algo que tenían tan a mano como cruzar una calle. Una situación de la que se convierte  en emblema la Puerta de Brandenburgo, que aparece en el film como recordatorio de una de las páginas negras de la historia.

Páginas visitadas. Filmaffinity e Imdeb. Wikipedia.


*"La mediocracia es la antesala de la revolución". Alain Denault

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