Sorry We Missed You. Ficha técnica. Crítica



RICKY, PERDIDO Y DESESPERADO ANTE EL MURO INFRANQUEABLE DE KAFKA

Ficha técnica:


Título original: Sorry We Missed You
País: Reino Unido
Año: 2019
Duración: 100 minutos

Dirección: Ken Loach
Guión: Paul Laverty
Casting: Kahleen Crawford
Dirección de Fotografía: Robbie Ryan
Música: George Fenton
Edición: Jonathan Morris
Dirección artística: Julie Ann Horan

Diseño de Vestuario: Jo Slater
Diseño de maquillaje: Anita Brolly

Productor: Rebecca O'Brien
Diseño de producción: Fergus Clegg
Compañías productoras: Sixteen Films, BBC Films, BFI Film Fund, Les Filmes du Fleuve, Why Not Productions, Les Flms  du Fleuve, Why Not Productions, Wild Bunch


Intérpretes:


Kris Hitchen: Ricky Turner,
Debbie Honeywood: Abbie Turner,
Katie Proctor: LisaJane
Rhys Stone, Seb,
Ross Brewster: Gavin Maloney,
...


Sinopsis:

Ricky (Kris Hitchen) y su familia han sufrido una tragedia personal, luchando con la depauperación y el paro desde que se inició la primera crisis global cuyo pistoletazo de salida fue la caída de Lehman Brothers en septiembre de 2008, cuando surge lo que parece una nueva oportunidad al presentarse una brillante furgoneta antigua que ofrece el más terrible de los engaños a esta familia: la posibilidad de crear su propio negocio, que encierra la mayor de las precariedades, que conlleva la apariencia de trabajo autónomo del 'empleado' que decide su jornada laboral, cobra honorarios en lugar de un sueldo, pero tiene que cumplir los objetivos de la empresa y, si enferma, debe contratar un sustituto, cuyos gastos y responsabilidades corren a su cargo. La situación es dramática por la dificultad de compaginar su jornada que supera con mucho las ocho horas diarias que consiguieron los trabajadores en la revolución industrial, con la de su mujer, interpretada por Debbie Honeywood, una cuidadora de ancianos, enfermos y deficientes,  sujeta a la misma precariedad. Aunque los lazos de la familia son sólidos, la tensión provocará  las primeras fisuras.

Lo que se dice:


La película, seleccionada por el Festival de Cannes para competir en la edición de 2019, y nominada al Mejor Guión y Mejor Actor para Kris Hitchen, y galardonada con el premio del público a la Mejor Película Europea en el Festival de San Sebastián, ha sido muy bien recibida por la prensa, una realidad que recogen páginas como la española Filmaffinity, que ofrece una nota media de 6,7, basada en 110 votos, una nota que la norteamericana eleva a 7,8, basada en 1,072 valoraciones. La página Rotten Tomatoes todavía no dispone de datos del público, si bien el Tomatometro proporciona un índice de aceptación de la prensa del 79%, consultadas 48 reseñas.

Los argumentos que se dan son que Sorry We Missed You es un drama social sustentado en un sólido trabajo actoral (Victor Esquirol, Filmaffinity); una forma de hacer transparente,frontal y ajena a sutilezas, que se traduce en una película tan ferozmente irrebatible como brutal (Luís Martínez, Diario 'El Mundo');  un Ken Loach veraz y emocionante (Carlos Boyero, diario 'El País)'; el problema;  de Loach es que cree demasiado en el binomio causa.efecto (Sergi Sánchez, Diario 'La Razón')...

Crítica:

La mañana del 30 de octubre de 2019, previa al estreno del film en la tarde del 31 del mismo mes, los Cines Lys han organizado un pase de prensa, que permite a los críticos hacer una valoración que oriente a los espectadores, una magnífica iniciativa que, como todos los esfuerzos que se realizan por quienes aspiran a abrir nuevas vías que abarquen diferentes aspectos del hecho cinematográfico, hay que saludarla más por el esfuerzo de quien los pone en marcha y se arriesga en el intento, que por la sensibilidad que muestran los sectores implicados.He podido vivir esta experiencia, lo que agradezco profundamente.

Hoy se abordaba el preestreno, muy limitado, de la última película de Ken Loach, Sorry We Missed You, un film del director que se ha curtido en el realismo social y el activismo político, el cineasta más destacado en el género a este lado del Atlántico junto a Mike Leigh, que sigue la misma política de autor. A pesar de la sintaxis audiovisual y el tono desgarrado, áspero, sin aparente romanticismo y descarnado del cineasta británico, su escritura no está exenta de poesía, por muy distópica que sea. Ken Loach, director de películas, militante del realismo social y activista político destacado, miembro de equo, llamado guerrero social por ciertos sectores de la prensa, ha realizado a lo largo de su carrera un cine comprometido con los más débiles,  que ha dejado una huella profunda en países como España, por su análisis incisivo de la Guerra Civil que se inició con la rebelión militar de Franco en  'Tierra y libertad''. Destacado director de TV y Cine,  se inició con una serie de docudramas que denunciaban las injusticias sociales que provocaron y provocan la irascibilidad y la reacción de los sectores europeos más conservadores, que alcanzaron su punto álgido en  Cathy Come Home  (1966).

El film en VOSE comienza con una voz en off que introduce cierto grado de perturbación en una pantalla en negra, carente de imágenes que  sitúen el relato en su contexto, mientras discurren por el encuadre los créditos iniciales. A esta introducción inquietante, un elemento duro de extrañamiento,  suma otro factor que 'tensiona' el discurso, en el que es difícil establecer la causa y el efecto de la realidad que se describe, ya que los protagonistas se integran en una sociedad nueva, líquida ignorante de las contradicciones en las que con frecuencia caen los individuos, sin aparente lucha de clases, -todos son clase media, autónoma e independiente -, en la que hombres y mujeres se enfrentan a un muro infranqueable que se interpone entre ellos y su bienestar, tras el que se esconde el victimario que engaña a sus víctimas, que las trata como socios, no empleados, y las vigila por medio de un gran ojo que los acecha, y, como en el cuento de Orwell, se materializa en la figura de un capataz, Maloney, un controlador cruel, que alterna el tratamiento del socio con el del explotador que no permite a sus trabajadores descansar o acudir en ayuda de sus hijos en situaciones difíciles, una explotación de su fuerza de trabajo y de sus sentimientos que provoca en el trabajador precario un sufrimiento que cualquier padre puede entender. Que no les permite descansar  cuando están agotados, introduciendo el dedo en cualquiera de las llagas y retorciéndolo en su interior para provocar el mayor daño posible. La última secuencia es de una gravedad, no por cotidiana, más insufrible.

Ken Loach orienta las denuncias que han caracterizado su expresión ideológica desde el principio de su carrera en el contexto de la nueva era tecnológica, en la que no sólo tienen gran presencia los instrumentos  que favorecen la comunicación de los individuos, sino las nuevas relaciones de producción en cuyo seno se ha diluido el propietario de los medios de producción, ahora todos son dueños de estos medios y están solos ante esas inmensas puertas que se interponían en 'El proceso' de Kafka entre la Justicia y  el que reclamaba  inútilmente sin entender lo que le pasaba, un tormento tortuoso que afecta a toda la familia del repartidor. Así pues su cámara se convierte en un testigo de excepción del nacimiento de nuevas relaciones laborales que impone la era tecnológica, del dolor que provoca en los empleados que se integran en la nueva economía, ante la indiferencia de los de su clase y la dependencia de sus propios hijos a los nuevos instrumentos que ponen a su disposición las grandes compañías de dispositivos móviles, unos pequeños objetos en cuyo interior reside toda su vida, sus amigos, sus fotografías, sus conversaciones, que los hace vulnerables ante la nueva piratería.

Determinadas tragedias  que se producen en la vida real (muerte de jóvenes repartidores con bicicleta) que distribuyen en la ciudad los productos de grandes empresas como Amazón o Zara (empresas citadas por Loach, entre otras), que ocupan las primeras planas de los diarios más importantes,y padecen las sentencias de tribunales supremos y constitucionales que retiran sus derechos a los trabajadores enfermos, que están pulverizando todo el bienestar adquirido por la clase obrera en sus luchas desde la Revolución Industrial, demuestran que es posible el retroceso y que el avance permanente es una quimera, unos hechos que ponen de relieve que  Ken Loach y su guionista habitual Paul Laverty no andaban muy desencaminados en sus diagnósticos. Una realidad que comprenden muy bien los más jóvenes, en gran parte universitarios, obligados a emigrar.

Un film duro que se integra en el realismo social, realizado por un octogenario, uno de los más laureados por el Festival de Cannes, donde ha ganado dos Palmas de Oro, una por 'El viento que agita la cebada,2006, y otra por  I, Daniel Blake, 2016, y  que no ha perdido su espíritu combativo, cuyas reflexiones siguen suscitando el interés de amplias capas del público, que padecen también el desmantelamiento del estado del bienestar, y que soportan comentarios como el de Nando Salvá, para quien las películas de Ken Loach son como cuartos de libra con queso (...) y no sólo por la rapidez con que las hace, que también, sino por lo mucho que se parecen.

Páginas visitadas: Imdb, Filmaffinity y Rotten Tomatoes.

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