Okja. Bong Joon-ho. Un film que potencia la reflexión sobre las pandemias que amenazan con acabar con el ser humano como especie dominante.
El 4 de noviembre di mi opinión sobre esta película de Bong Joon-ho, cuya importancia radica en la construcción de un lenguaje audiovisual que da gran relevancia a los diferentes niveles en que se estratifica la sociedad, y que el discurso más amarillo se empeña en oscurecer, eliminando todo lo que diferencia a los hombres, y que tiene sus raíces en el estatus económico que, aunque no siempre, con frecuencia condiciona la ideología de los individuos. Un mensaje que la Academia de Cine de Estados Unidos ha sabido entender, valorar y recompensar. Cuando el cineasta surcoreano Bong Joon-ho recibió todos los premios Óscar que recompensan al mejor director dentro y fuera del territorio americano, y a la mejor película, un predecesor de Jordan Peele, que se ha convertido en un modelo para otros realizadores, cuya intención y funcionalidad artística, así como su política de autor, han dejado su huella. Ambos realizadores se han convertido, quizá, en referente de directores como el vasco Galder Gaztelu-Urrutia, (El Hoyo), si bien la crisis pandémica actual está dejando imágenes que muchos creadores no fueron capaces de imaginar.
Netflix ofrece este film . Hace dos días, mi hijo y yo, confinados en nuestro hogar, como millones de españoles, decidimos volver a ver una película que reflexiona sobre lo que nos está pasando con la suficiente dosis de ironía y humor para suavizar la terrible sensación que anida en el imaginario colectivo a escala mundial. El cartel que anuncia el film es lo suficientemente representativo de la situación por la que estamos pasando y demuestra que los mensajes literarios y cinematográficos que dejan volar la imaginación más allá de lo positivo y demostrable en un laboratoio, atendiendo más a una intención poética que científica, con frecuencia aciertan más que los pseudointelectuales y charlatanes que abundan por doquier. Una niña tira de la cuerda que guía los movimientos de un enorme cerdo de latex que transporta en sus lomos una industria pesada y contaminante. Sus protagonistas, una niña surcoreana, Mija, un enorme muñeco que representa a Okja, un ejemplar porcino creado por una industria que se llama Mirando Corporation, su directora y la hermana gemela de ésta, ambas interpretadas por Tilda Swinton, un conductor-estrella de un programa de televisión, que encarna Jake Gylenhaall , y un insuperable Paul Dano, como el inútil líder de un grupo terrorista de liberación animal (FLN), que lleva armas pero no las utiliza y pide perdón si daña por azar a alguien, rodeado de jóvenes punkies, de cabellos desleídos y teñidos de colores brillantes, veganos y con una indumentaria y una camioneta de look setentero.
Cuando nadie era capaz de imaginar la que se nos venía encima, en 2017 Bong Joon-ho denunciaba la manipulación genética a que eran sometidos los animales por las industrias alimentarias, cuyo resultado eran ejemplares transgénicos con alteraciones morfológicas. Mirando Company, para atraer a sus clientes y despistar su atención de sus manejos, crea unos cuantos ejemplares perfectos que distribuyen por granjas de todo el mundo. Okja le corresponde al modesto abuelo de Mija, que cuida del prototipo y logra que crezca bello y poderoso, gordo y sano, gracias a un desarrollo en libertad, su continuo retozar por el bosque, sumergirse en sus lagos y disfrutar de sus cascadas, lo que lo convierte, paradójicamente, en el idóneo candidato para ser exhibido y sacrificado en pro de la cuenta de resultados de la compañía. El discurso poético convive con otros más realistas como el de Pandémic, una serie documentalista producida y distribuida por Netflix, o incluso adaptaciones de cómics por parte de Compañías como Marvel que profetizaba la aniquilación del 50% de la población mundial en películas como Infinity War. Con frecuencia la capacidad de análisis está donde muchos no la esperan y siguen haciendo planteamientos pequeños sobre grandes y graves hitos en los que la humanidad se juega su supervivencia. Pero, a veces, la realidad supera a la ficción más distópica: el director de ese gran hospital que responde al modelo Arca de Noé en el Ifema de Madrid, acaba de tildar en la SER, , el diseño del lugar habilitado para recibir a enfermos de esta terrible pandemia de 'llamativa'. Una imagen que quedará impresa en el recuerdo de los españoles para siempre, y, que, si bien, al ser un espacio abierto, sin tabiques, anula cualquier tipo de intimidad y muestra el dolor al desnudo, permite a los enfermos, según el médico, darse un paseo por las instalaciones, un recorrido que deberán realizar varias veces al día para evacuar e higienizar su cuerpo. Un diseño más acorde al cine de Yorgos Lanthimos que a reducir la incomodidad de los enfermos, ubicados en camas con protectores a ambos lados.
Cuando nadie era capaz de imaginar la que se nos venía encima, en 2017 Bong Joon-ho denunciaba la manipulación genética a que eran sometidos los animales por las industrias alimentarias, cuyo resultado eran ejemplares transgénicos con alteraciones morfológicas. Mirando Company, para atraer a sus clientes y despistar su atención de sus manejos, crea unos cuantos ejemplares perfectos que distribuyen por granjas de todo el mundo. Okja le corresponde al modesto abuelo de Mija, que cuida del prototipo y logra que crezca bello y poderoso, gordo y sano, gracias a un desarrollo en libertad, su continuo retozar por el bosque, sumergirse en sus lagos y disfrutar de sus cascadas, lo que lo convierte, paradójicamente, en el idóneo candidato para ser exhibido y sacrificado en pro de la cuenta de resultados de la compañía. El discurso poético convive con otros más realistas como el de Pandémic, una serie documentalista producida y distribuida por Netflix, o incluso adaptaciones de cómics por parte de Compañías como Marvel que profetizaba la aniquilación del 50% de la población mundial en películas como Infinity War. Con frecuencia la capacidad de análisis está donde muchos no la esperan y siguen haciendo planteamientos pequeños sobre grandes y graves hitos en los que la humanidad se juega su supervivencia. Pero, a veces, la realidad supera a la ficción más distópica: el director de ese gran hospital que responde al modelo Arca de Noé en el Ifema de Madrid, acaba de tildar en la SER, , el diseño del lugar habilitado para recibir a enfermos de esta terrible pandemia de 'llamativa'. Una imagen que quedará impresa en el recuerdo de los españoles para siempre, y, que, si bien, al ser un espacio abierto, sin tabiques, anula cualquier tipo de intimidad y muestra el dolor al desnudo, permite a los enfermos, según el médico, darse un paseo por las instalaciones, un recorrido que deberán realizar varias veces al día para evacuar e higienizar su cuerpo. Un diseño más acorde al cine de Yorgos Lanthimos que a reducir la incomodidad de los enfermos, ubicados en camas con protectores a ambos lados.
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