La colina de las amapolas. Goro Miyazaki.Ficha técnica y crítica
Ficha técnica:
Título original: Kokuriko -zaka Kara
País: Japón
Año:2011
Duración: 91 minutos
Dirección: Goro Miyazaki
Guión: Keiko Niwa, Hayao Miyazaki
Dirección de Fotografía: Atsoshi Okui
Música: Satoshi Takebe
Edición: Takeshi Seyama
Dirección artística: Kamon Oba
Productores: Tetsurô Sayama, Tshio Suzuki, Chizoro Takahashi, Geoffrey Wexler
Productores ejecutivos. Kôjo Hoshino, Nobi Kawakami, Kathleen Kennedy, Frank Marshall
Estudio Ghibli
Compañías: WildBunch International; distribución: Netflix
Intérpretes:
Animación:
Sinopsis:
Japón, año 1963. Umi Matsuzaki es una estudiante de instituto que, en ausencia de su madre, cuida a sus dos hermanos y de su abuela a la par que administra un hostal de estilo occidental, el Coquelicot Manor, en lo alto de una colina y cercano al mar. La chica compagina tranquilamente sus responsabilidades con su vida escolar. Un día conoce a Shun Kazama, miembro del club de periodismo, y Shiro Mizunuma, presidente del consejo de estudiantes. Ambos son representantes del Quartier Latin, un edificio antiguo que alberga las diferentes asociaciones de estudiantes y que corre el peligro de ser demolido. Entre Umi y Kazama surgirá una profunda amistad que podría verse complicada con el inesperado descubrimiento de un secreto del pasado. Juntos descubrirán una forma de convivir entre el turbio pasado, el difícil presente y el esperanzador futuro en un momento del tiempo donde el Japón empezaba a levantar cabeza.
El film que dirige Goro Miyazaky, basado en un guión de su padre, el gran Hayao Miyazaki, ha sido muy bien recibido por la prensa y el público, un hecho que revelan páginas como Filmaffinity, que le otorga una nota media de 7, basada en 1,756 votos, y la norteamericana Imdb, que eleva un poco esta media, hasta 7,4, basada en 28,567 votos de sus usuarios.
Los argumentos que dan los críticos de los grandes rotativos son que, a diferencia de 'Cuentos de Terramar' (2006), un film que me interesó bastante y está disponible en Netflix , basado en la obra de Ursula Kroeber Le Guin (apellido de su padre: Kroeber, apellido del marido, el historiador Le Guin), cuyas historias beben de la tradición legendaria del Norte de Europa, poblada de magos, dragones y hechiceros, de la antropología cultural, del taoísmo (reflexiones acerca del equilibrio y la armonía), del feminismo (protagonismo de Theru y de Hare) y de los escritos de Carl Jung, así como de las leyendas de los nativos norteamericanos. Su siguiente película, de la que ahora hablamos, es "menos ambiciosa en lo contextual, sencilla en las formas y con líneas narrativas muy definidas y limpias, que emocionan con resortes muy básicos sin forzar la máquina" ( Pablo González Taboada, Cinemanía); fue la película japonesa más taquillera de 2011 (Filmaffinity); un bello ejemplo de la tendencia realista de la animación japonesa (A.O.Scott, The New York Times); una parábola sentimental que recrea cuidadosamente un Japón de post-guerra obsesionado con borrar su pasado (Roger Moore)...
Son muchos los amantes del cine como modo de representación audiovisual que conocen y siguen las producciones del género animé que sale de los estudios Ghibli, y especialmente las que llevan la rúbrica de Hayao Miyazaki o Isao Takahata, el autor de la terrible y perturbadora 'La tumba de las luciérnagas'.'La colina de las amapolas (Kokuriko -zaka Kara)' es un film de Goro Miyazaki, hijo de Hayao, que tan sólo cuenta en su haber tres largometrajes, todos ellos sobresalientes: 'Cuentos de Terramar' , 'La colina de las amapolas' y Sanzoku no Musume Rōnya (2014-2015), una serie televisiva, distinguida por los premios Emi como 'Mejor Programa de Animación Infantil'. En principio Goro que se resistió a seguir el camino de su padre, dedicándose al paisajismo, hasta que Toshio Suzuky lo convenció para que se integrara en los célebres estudios; su decisión de dirigir 'Cuentos de Terramar' lo enfrentó a su padre,que acabó respetándolo por su honestidad.
Netflix incluye 'La colina de las amapolas' en su oferta, una buena oportunidad para reflexionar en los tiempos difíciles de la primera pandemia mundial, que ha seguido a otros desastres globales que comenzaron con la crisis económica provocada por la caída de Lehman Brothers en septiembre de 2008. Todavía existen amplios sectores que miran por encima del hombro a los asiáticos, obviando que personajes como Donald Trump y uno de sus competidores republicanos, Joe Exotic, que protagoniza una serie de la plataforma, Tiger King, son magnos representantes de la white trash (basura blanca) americana, un grupo no reconocido sociológicamente, unos prototipos que empatizan con amplios sectores de los poderosos Estados Unidos.Ahora (os aconsejo que no paséis por alto esta serie), la Organización Mundial de la Salud está empezando a plantearse que quizá sería muy conveniente que las poblaciones occidentales cubrieran su rostro con las célebres, ansiadas y muy cotizadas mascarillas que durante tiempo el primer mundo despreció con el objetivo de combatir la polución ambiental y algunas epidemias. Es cierto que de poco, -aunque si de algo -, les ha servido a los chinos esta costumbre ante una pandemia de raíces más profundas que compete a los científicos investigar (de momento las únicas armas contra el bicho de que disponemos son las que tenían los habitantes de la Edad Media: la higiene, que acabó, de hecho con muchas enfermedades), pero resulta reconfortante ver a los miembros del ficticio Club Quartier Latin , un edificio antiguo, donde se refugian asociaciones de estudiantes, que va a ser demolido, limpiando el polvo acumulado durante años provistos de estas mascarillas (ellas, más atentas), menos cuidadosos ellos cubriendo su rostro con pañuelos a la manera de los bandoleros. Unas y otros enfundadas en el uniforme que ocultan las diferencias económicas y sociales, en el que se enfundan los estudiantes desde el capitalista Japón hasta el mastodóntico imperio chino, en el que se impone un capitalismo de estado que ha creado gigantes como Samsung. Lo cierto es que ya les hemos superado sus cifras de contagios y muertos de esta malhadada peste.
El relato va avanzando con tranquilidad, con la serenidad que caracteriza a estos pueblos, mostrando el compañerismo y la sororidad de jóvenes muy responsables, hasta que estalla un conflicto propio de las grandes tragedias griegas, aunque tratado sin la pasión desbordada que nos caracteriza en nuestras latitudes, a pesar del dolor que embarga a los amantes adolescentes. La resolución firme de ambos de satisfacer sus deseos se expresa con una libertad inusitada en Occidente, dominado por ideologías religiosas más puritanas, aunque Goro, basado en el guión de su padre Hayao, acabe buscando una desenlace aceptable en oriente, donde nace el sol, y occidente, donde el astro muere. Una animación destinada a un público adulto que templa los ánimos y hace partícipes a los espectadores de historias nada simples ni complacientes con nadie. Una buena oportunidad para aquellos que no conocen el cine que se hace en los famosos estudios japoneses.
Lo que se dice:
El film que dirige Goro Miyazaky, basado en un guión de su padre, el gran Hayao Miyazaki, ha sido muy bien recibido por la prensa y el público, un hecho que revelan páginas como Filmaffinity, que le otorga una nota media de 7, basada en 1,756 votos, y la norteamericana Imdb, que eleva un poco esta media, hasta 7,4, basada en 28,567 votos de sus usuarios.
Los argumentos que dan los críticos de los grandes rotativos son que, a diferencia de 'Cuentos de Terramar' (2006), un film que me interesó bastante y está disponible en Netflix , basado en la obra de Ursula Kroeber Le Guin (apellido de su padre: Kroeber, apellido del marido, el historiador Le Guin), cuyas historias beben de la tradición legendaria del Norte de Europa, poblada de magos, dragones y hechiceros, de la antropología cultural, del taoísmo (reflexiones acerca del equilibrio y la armonía), del feminismo (protagonismo de Theru y de Hare) y de los escritos de Carl Jung, así como de las leyendas de los nativos norteamericanos. Su siguiente película, de la que ahora hablamos, es "menos ambiciosa en lo contextual, sencilla en las formas y con líneas narrativas muy definidas y limpias, que emocionan con resortes muy básicos sin forzar la máquina" ( Pablo González Taboada, Cinemanía); fue la película japonesa más taquillera de 2011 (Filmaffinity); un bello ejemplo de la tendencia realista de la animación japonesa (A.O.Scott, The New York Times); una parábola sentimental que recrea cuidadosamente un Japón de post-guerra obsesionado con borrar su pasado (Roger Moore)...
Crítica:
Son muchos los amantes del cine como modo de representación audiovisual que conocen y siguen las producciones del género animé que sale de los estudios Ghibli, y especialmente las que llevan la rúbrica de Hayao Miyazaki o Isao Takahata, el autor de la terrible y perturbadora 'La tumba de las luciérnagas'.'La colina de las amapolas (Kokuriko -zaka Kara)' es un film de Goro Miyazaki, hijo de Hayao, que tan sólo cuenta en su haber tres largometrajes, todos ellos sobresalientes: 'Cuentos de Terramar' , 'La colina de las amapolas' y Sanzoku no Musume Rōnya (2014-2015), una serie televisiva, distinguida por los premios Emi como 'Mejor Programa de Animación Infantil'. En principio Goro que se resistió a seguir el camino de su padre, dedicándose al paisajismo, hasta que Toshio Suzuky lo convenció para que se integrara en los célebres estudios; su decisión de dirigir 'Cuentos de Terramar' lo enfrentó a su padre,que acabó respetándolo por su honestidad.
Netflix incluye 'La colina de las amapolas' en su oferta, una buena oportunidad para reflexionar en los tiempos difíciles de la primera pandemia mundial, que ha seguido a otros desastres globales que comenzaron con la crisis económica provocada por la caída de Lehman Brothers en septiembre de 2008. Todavía existen amplios sectores que miran por encima del hombro a los asiáticos, obviando que personajes como Donald Trump y uno de sus competidores republicanos, Joe Exotic, que protagoniza una serie de la plataforma, Tiger King, son magnos representantes de la white trash (basura blanca) americana, un grupo no reconocido sociológicamente, unos prototipos que empatizan con amplios sectores de los poderosos Estados Unidos.Ahora (os aconsejo que no paséis por alto esta serie), la Organización Mundial de la Salud está empezando a plantearse que quizá sería muy conveniente que las poblaciones occidentales cubrieran su rostro con las célebres, ansiadas y muy cotizadas mascarillas que durante tiempo el primer mundo despreció con el objetivo de combatir la polución ambiental y algunas epidemias. Es cierto que de poco, -aunque si de algo -, les ha servido a los chinos esta costumbre ante una pandemia de raíces más profundas que compete a los científicos investigar (de momento las únicas armas contra el bicho de que disponemos son las que tenían los habitantes de la Edad Media: la higiene, que acabó, de hecho con muchas enfermedades), pero resulta reconfortante ver a los miembros del ficticio Club Quartier Latin , un edificio antiguo, donde se refugian asociaciones de estudiantes, que va a ser demolido, limpiando el polvo acumulado durante años provistos de estas mascarillas (ellas, más atentas), menos cuidadosos ellos cubriendo su rostro con pañuelos a la manera de los bandoleros. Unas y otros enfundadas en el uniforme que ocultan las diferencias económicas y sociales, en el que se enfundan los estudiantes desde el capitalista Japón hasta el mastodóntico imperio chino, en el que se impone un capitalismo de estado que ha creado gigantes como Samsung. Lo cierto es que ya les hemos superado sus cifras de contagios y muertos de esta malhadada peste.
El relato va avanzando con tranquilidad, con la serenidad que caracteriza a estos pueblos, mostrando el compañerismo y la sororidad de jóvenes muy responsables, hasta que estalla un conflicto propio de las grandes tragedias griegas, aunque tratado sin la pasión desbordada que nos caracteriza en nuestras latitudes, a pesar del dolor que embarga a los amantes adolescentes. La resolución firme de ambos de satisfacer sus deseos se expresa con una libertad inusitada en Occidente, dominado por ideologías religiosas más puritanas, aunque Goro, basado en el guión de su padre Hayao, acabe buscando una desenlace aceptable en oriente, donde nace el sol, y occidente, donde el astro muere. Una animación destinada a un público adulto que templa los ánimos y hace partícipes a los espectadores de historias nada simples ni complacientes con nadie. Una buena oportunidad para aquellos que no conocen el cine que se hace en los famosos estudios japoneses.
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