El truco final. (El Prestigio). Christopher Nolan. Crítica.





Ficha técnica, elenco, sinopsis (Pinchad aquí)


Crítica


El film de Christopher Noland reincide, con un nuevo paradigma de metalenguaje cinematográfico, un fascinante bucle estilístico en el que se reserva el truco que sustituye la vida real por la magia del relato de ficción, sin fronteras claras entre la una y la otra. Una metáfora visual reiterativa, la del pájaro encerrado en su jaula, que pretende sugerir al público, parafraseando al director, "algunas ideas de cómo la película despliega su narrativa y la gente entiende el efecto que le causa la película al rebelarse ante sus ojos." Podemos atender, como harán algunos, al análisis de la obra inscribiéndola en la propia producción del cineasta, muy preocupado por cómo funciona la mente humana, cómo construye su discurso basándose en la memoria o en las ideas implantadas por el poder (Memento, 2000; Inception, 2010), poniéndola en relación con las producciones de su época, o inscribiéndola en el contexto histórico, económico y social en el que surge. Vamos a optar por lo segundo, siguiendo nuestra tradición.

El truco final (el prestigio) ve la luz en 2007, fecha nada inocente y cargada del mayor significado para todos nuestros lectores, en vísperas de la mayor crisis mundial que se declaró abiertamente con la caída el 14 de septiembre de 2008 del gigante de las finanzas Lehman Brothers; dos meses antes, el 8 de julio de 2008, el Presidente del Gobierno español, José Luís Rodriguez Zapatero daba carta de oficialidad al término en una entrevista a la televisión española, entrando definitivamente en una etapa de penuria y depresión de larga duración. En 2007, cuando los nubarrones amenazaban con descargar la mayor tormenta que se recuerda, Christopher Nolan lanza al mundo una película ubicada en la Inglaterra victoriana, una época de grandes cambios, que ha sido contemplada como lóbrega y represiva, pero que él prefiere mirar como un tiempo emocionante, en el que se desarrollan los derechos humanos, la revolución industrial, se descubre la electricidad, el cine, la fotografía; se arma la teoría de la evolución, se construye el ferrocarril, que reduce el tamaño del mundo, la ciencia se transforma radicalmente y se producen cambios de tal envergadura que sus efectos siguen notándose hoy.

Poco a poco las cosas han ido empeorando, de acuerdo con la Ley de Murphy. Mientras los gobiernos se endurecían legislando normas restrictivas de los derechos ciudadanos,  se reducía el estado de bienestar y los hombres de Davos hacían caja, se producía una expansión de la ciencia y la tecnología sin precedentes; los periódicos tradicionales y los movimientos ciudadanos sucumbían mientras sustituidos por las redes sociales, los wikileaks destapan paraísos fiscales, en los que las agencias de inteligencia se mostraban impotentes, el poder de las iglesias se debilitaba, y en su lugar el individuo,desde su propio hogar, dejaba sentir su influencia, aportaba sus trabajos y algunos comenzaban a recoger sus frutos. Un mundo en revolución cuyas consecuencias nadie puede prever, pero que el equipo de esta película tratar de iluminar estableciendo un parangón entre el Londres del siglo XIX y el Tokio del XXI.

Tenemos derecho a soñar con la utopía, aunque pueda tener efectos perversos. Volviendo al pasado, ciertos descubrimientos como la electricidad, la corriente alterna y la aplicación práctica en inventos como la bombilla, el telégrafo sin cables o la radio, acercaron a personajes como Thomas Edison, Marconi o Tesla (interpretado por David Bowie) al mundo de los magos, mientras que éstos, hombres comprometidos con el engaño, utilizaron las imágenes que les proporcionaba la ciencia para vender viejos trucos de forma nueva, iconos que invadían las paredes y el mobiliario urbano con sus carteles, en un mundo que todavía no conocía el cine ni la televisión, y que el film nos muestra de manera profusa, sin apenas ver, en muchos casos, qué se esconde debajo de tan abundante cartelería.

Todos los niveles de la película, desde la propia estructura narrativa, deslizándose en el bucle por la historia y alcanzando a los propios personajes, esconden el truco que tiene reservado y que público y personajes conocen sólo al final, con alguna laguna de oscuridad, no suficientemente explicada, una fiel metáfora de la esencia de la investigación científica, cuyo requisito para seguir avanzando es la incertidumbre y la duda. Múltiples puntos de vista subjetivos (narración en primera persona, cuaderno de notas, cámara al hombro a la altura de los ojos...), apoyados en un tratamiento del tiempo no lineal, que va dando vueltas, apoyado en el flashback, en torno a unos cuantos hechos, construyen una visión objetiva, en la que, en ocasiones el espectador conoce detalles que ignoran los personajes.

Christoper Nolan, convierte en sujeto de esta historia a la rivalidad, basado en un planteamiento del conflicto, unas actuaciones y un prestigio final por el que todos luchan, buscando el paralelismo de todo efecto mágico, que consta de tres partes o actos: la presentación, en la que el mago muestra algo ordinario y puede invitar al público a que lo examine para que vea que no hay nada raro; el segundo es la actuación, en la que el mago hace de lo ordinario algo extraordinario. El público intenta descubrir el truco, pero no lo hace, porque en el fondo el público no quiere saber cuál es, quiere que le engañen. Por último tienen que hacer reaparecer lo que antes han hecho desaparecer. Este ultimo acto es el prestigio. El film recibió las mejores críticas de la prensa norteamericana y española, un thriller bien construido.

Estamos en 2020, un año que parece diseñado por Stephen King, en el que nos movemos como manadas de zombis, sin rumbo fijo y sin saber si queremos morir en un hospital o gozando de la vida, porque no depende del individuo, sino de la colectividad vencer al maldito virus,(y ésta parece haber decidido echarse en brazos del no muerto, que necesita un receptor para instalarse en su cuerpo como huésped,  en lugar de luchar por su supervivencia) el Covis-19, mucho más peligroso que el solanum que imagina Max Brooks (el hijo de Mel Brooks) en 'Zombi. Guía de supervivencia', más peligroso que el imaginado por el escritor, que convierte al hombre en un muerto viviente, sin corazón y con un cerebro infectado (¡menuda metáfora!) porque el último coronavirus que nos acecha se transmite por el aire, en forma de pequeñas gotas o aerosoles, y el clásico muerto viviente transmite su podredumbre por medio de una herida.

En este contexto, Christopher Nolan estrena nueva película, un thriller, en el que los mundos paralelos, las dimensiones alternativas se convierten en protagonistas, aunque el caso que intenta resolver es mucho más humano. Podemos ver, para prepararnos para este estreno en cines el día 2 de septiembre, cinco de sus películas en Netflix: El caballero oscuro: La leyenda renace, Interestellar, Truco Final (El Pretigio ), de la que estamos hablando, Origen, ( Inception) y Dunkerque, Unos títulos que garantizan la reflexión, el debate y el entretenimiento.

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