Estoy pensando en dejarlo. Charlie Kaufman. Ficha técnica y crítica.



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A VECES UNA IDEA ESTÁ MÁS CERCA DE LA REALIDAD QUE UNA ACCIÓN. PUEDES DECIR O HACER CUALQUIER COSA, PERO NO PUEDES FINGIR UN PENSAMIENTO.



Ficha técnica:


Título original: I'm Thinking of Ending Thing
País: Estados Unidos
Año: 2020
Duración: 134 minutos

Guión: Charlie Kaufman, basado en la novela de Ian Reid
Casting: Jeanne MacCarthy, CSA, Rori Bergman, CSA
Dirección de Fotografia: Lucaszl Zal
Música: Jay Eadley
Editor: Robert Frazen
Director artístico: Gonzalo Córdoba,
Decorador del set: Mattie Siegel

Diseño de Vestuario: Melissa TothAnouck Sullivan
Jefe de Departamento de maquillaje: Anouck Sullivan
Jefe de Departamento de peluquería: Sarah Hindsgaul.

Productores: Anthony Bregman, p.g.a., Charlie Kaufman, p.g.a., Robert Salerno, p.g.a., Stephanie Aspiazu, p.g.a.
Productor ejecutivo: Gregory  Esbl
Diseño de producción: Molly Hughes
Compañías productoras: Likely Story, Projective Testing Service Production; distribución: Netflix


Intérpretes:


Jesse Plemons: Jake,
Jessie buckley: mujer joven, 
Toni Colette: Madr,
David Thewlis: Padre,
Guy Boyd: Janitor,
...

Sinopsis:


Una joven que tiene dudas sobre su relación acompaña a su nuevo novio a visitar a sus padres, que viven en una granja remota. Un viaje en el que nada es lo que parece.


Lo que se dice:


El film, a pesar de estar fuertemente determinado por los elementos de extrañeza que introduce en su discurso, y, a pesar del acuerdo de los críticos en torno a la dificultad de desentrañar aquello que nos quiere contar el director, basándose, como guionista en la novela de Ian Reid, ha sido valorado muy positivamente, 6,0 por los lectores de Filmaffinity y 7,69 por los de Rotten Tomatoes. La película ha sido calificada como una creciente desintegración del tiempo y la identidad con toda clase de bifurcaciones psicológico-culturales (Juan Manuel Freire, El periódico); un film fascinante con mucho material que extraer de él (Chris Agar, Screen Rat); película deprimente y taciturna (Owen Gleiberman, Variety); una clase magistral sobre como filmar cine surrealista (M.N.Miller, Ready Steady Cut)...


Crítica:



El hecho de cómo se está cuestionando la 'nueva normalidad' rechazada por muchos que desean que se haga realidad su idea de que viven, porque así lo quieren, en la 'normalidad de siempre, a la que podemos llamar vieja', parece cuestionar el planteamiento vital que se erige como marco de un discurso que unos sienten como surrealista con desviaciones constantes hacia el drama psicológico o el thriller, ya que si detenemos la marcha y nos comenzamos a preguntar quiénes somos y qué hacemos aquí, este diálogo con nuestra mente produce inquietud e incluso miedo. Por más que nos empeñemos la 'realidad', esa cosa que limita con nuestra propia percepción se empeña en llevarnos la contraria y contradecir el axioma de Ian Reid que encabeza su relato: A veces una idea está más cerca de la realidad que una acción. Puedes decir o hacer cualquier cosa, pero no puedes fingir un pensamiento". Los acontecimientos actuales parecen demostrar que quizá sí.

Se ha dicho que Netflix, la poderosa plataforma de cine en streaming, que dirigen Reed Hastings y Ted Sarandos, da libertad a los directores que se integran en su 'plantilla' y quizá esta sea la base de su éxito. El guión de Charlie Kaufman, un director y guionista muy sobrevalorado, es en realidad un texto metadiscursivo, de cómo se construye la ficción de los musicales, en el que el verdadero protagonista es el hombre, Jake, aunque parezca la 'mujer joven' que, se pone al frente de la narración y sugiere que la dirige y condiciona. Es una chica triunfadora, segura de sí misma, estudiante de física cuántica, escritora de ensayos, poeta, pintora y muy inteligente, de la que, en realidad, no sabemos nada, excepto lo que ella cuenta de sí misma, de manera espontánea o a requerimiento de los padres de él, un narrador objetivo, que no puede penetrar más allá de lo que ve, como el protagonista del cuadro del pintor romántico británico Friedrich 'El caminante sobre el mar de nubes' que figura en una habitación de una casa deconstruida que pone el marco de esta historia.

De Jake lo sabemos todo: es modesto, indeciso, retraído, balbuciente y ama los musicales (todos los que se han hecho en su país, que enumera en una larga lista, aunque el que más le gusta es el que se representaba cada año en su Instituto, Oklahoma). La forma y el discurso se unen para ofrecer una imagen claustrofóbica del joven (pantalla de cuatro tercios, primeros planos de la chica y él dentro del coche, delimitación de la casa de sus padres entre la planta baja, el lugar de la socialización, y la planta alta, donde reside el cerebro, como en las novelas de Poe, donde se cuecen las relaciones de la familia y los avatares que provoca el tiempo en su decurso, mientras el sótano, el lugar de los horrores, permanece sellado con pobres cintas adhesivas y arañado por un perro que huele mal. ¿Volvemos a la sinécdoque y la metonimia? ¿Se contaminan los personajes de la casa, los establos y las pocilgas, donde los cerdos mueren comidos por los gusanos?

El discurso, que incorpora versos de William Worthsworth (el autor de 'Esplendor en la hierba') , 'Insinuaciones de inmortalidad', pone en valor el conocimiento del hombre, el único animal que sabe  que su paso por la vida es finito, un conocimiento que contrarresta inventando la esperanza y enclaustrando a los viejos. Lo que el destino tiene reservado a cada hombre depende de la lotería genética, en un mundo en el que hay de todo y a cada cual le toca, por azar, desempeñar un papel. Jake no es tímido e inseguro por culpa de su madre, según la visión que ambos califican de misógina y retrógrada de Freud; cada hombre o mujer debe asumir su responsabilidad de ser quien es y como es, ya que las madres, principales víctimas del orden existente, ya sea como mujeres, ya sea como mayores, tienen su propio dolor, su propia historia de abandono y abuso. En el siglo XIX se  las cargó con el peso de todas las desgracias de la infancia: la esquizofrenia, el autismo, el narcisismo o la homosexualidad, este último el peor de los insultos, ya que si existe un culpable hay una culpa indiscutible, y una consideración de la orientación sexual que abandona el mundo hetero como una patología.

Cada etapa de su viaje proustiano en busca de sí mismo, del tiempo perdido, recorriendo el espacio temporal en todas las direcciones, están unificadas por la figura del conserje del instituto, un observador permanente de la vida de la escuela, que también tiene un papel determinante en la historia, cuya presencia fregando siempre el mismo pasillo o deambulando en torno a su camioneta, actúa como unificadora, como conectora de esta narración, que concluye con un Jake que ha conseguido realizar su sueño: representar el musical que ha guiado su existencia: Oklahoma. En un momento determinado se dice que el espectáculo no es un simple engaño visual producto de técnicas de difusión masiva; una visión del mundo que se ha materializado. ¿Que ha hecho a Jake ser como es? ¿Su madre dominante? ¿Las compañeras de instituto que lo menospreciaron en la adolescencia y contribuyeron a dar forma a su carácter retraído? ¿La docilidad de un padre que no se supo imponer cuando se llegó a la etapa que los psicoanalistas denominan 'del nombre del padre' y alejarlo de la influencia de la madre? ¿O simplemente el reparto de la lotería biológica, algo que parece confirmar una secuencia verdaderamente surrealista? ¿Por qué le gustaban los musicales y no las películas de acción y violencia?  Kaufman deja estas cuestiones en el aire y juega no solo con los espacios asfixiantes sino con la acentuación de los signos del paso del tiempo y su reflejo en las huellas que deja en las manos y en los rostros, imágenes que maneja sin un orden lógico aparente, relacionadas con el momento psicológico del personaje que observa.

Ideas interesantes con las que no todos estarán de acuerdo y que animan al debate y la reflexión. La estrenaron en Netflix el 4 de septiembre.

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