Nureyev. David Morris, Jacqui Morris. Ficha de identificación y crítica.

 

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LAS GRANDES PERSONAS SON METEOROS DISEÑADOS PARA ARDER Y ASÍ ILUMINAR LA TIERRA (Napoleón Bonaparte)

Ficha de identificación:

Título original: Nueyev

País: Reino Unido

Año: 2019

Duración: 109 minutos

Género: documental

Equipo técnico-artístico: 

Guion y dirección: David Morris, Jacquelin Morris

Dirección de Fotografía: Michael Woods

Música: Alex Baranowsky

Edición: David Fairhead, Tim Moss

Compañías productoras: Little Compton Films, Rattling Stick Films, asociado con Lawrence Gornall    distribución: Universal, Netflix

Intervenciones:

Rudolph Nureyev

Grace Jabbari,

Marlon Dino,

Dana Fouras,

María Fonseca,

Aysa Malliphant

Faitth Pendergrast,

Jordan Kennedy

...

Sinopsis:

El documental sigue la trayectoria de Rudolf  Nureyev, el bailarín más famoso del mundo, cuya fama lo convirtió en un icono. (Filmaffinity). En una innovación pionera para un largometraje documental, las secuencias de baile recién encargadas se entrelazan con imágenes de archivo y entrevistas con quienes lo conocieron para contar la historia épica de Rudolf Nureyev. (Imdb).

Lo que se dice: 

El documental ha sido bien valorado por la prensa y el público que ha participado en páginas como Filmaffinity, que publica una nota media de 6,3, basada en 29 votos, una media que Imdb eleva a 7,6, con una participación también muy modesta: 37 usuarios.

En sus comentarios los críticos se muestran también moderados, y la califican de película bien elaborada y documentada, aunque no  un documental definitivo (Owen Gleiberman, Variety); retrato demasiado seguro del bailarín (Martha Schabas, The Globe and Mail); irresistible para los fans de la danza (Frank Scheek, The Hollywood Reporter); un reflejo hábil de la época que vivió el bailarín (Leslie Felperín, The Guardian); tono respetuoso y efusivo (Kevin Maher. The Times)...

Crítica:

El documental comienza ubicando el relato en los primeros momentos de la revolución soviética, con unas imágenes elocuentes de Lenin, y recordando que el ballet era un espectáculo concebido para las élites, cuyo futuro era pues bastante incierto. No parece que el tiempo haya dado a la pareja de guionistas-directores la razón, pues el ballet no ha muerto y sigue siendo prohibitivo para las clases populares. Por otra parte, quien haya tenido la suerte de ver Valentino, (Ken Russell, 1977), en la que el bailarín interpreta más que al otro Rodolfo a sí mismo es posible que quede muy defraudado. Aquí el narrador se centra en el enfrentamiento entre cultura y política, y concluye que la superpotencia soviética salió mal parada. Este es el marco en el que se inscriben las opiniones de quienes lo conocieron y estuvieron cerca de él, y es precisamente el montaje de nuevas y viejas tomas lo que produce un ritmo lento y rutinario. Se han hecho muchas versiones sobre su huida de Rusia, pero se han fijado bastante menos que Russell en el hombre dotado de gran atractivo que era Nureyev.