Madama Butterfly. Giacomo Puccini (1858-1924). Diciembre de 2021. Palau de Les Arts de Valencia.

 



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o los promotores de la representación


Ficha de identificación:



Dirección Musical: An tonio Fogliani

Director de escena: Emilio López

Escenografía: Manuel Zuriaga

Vestuario: Giusi Giustino

Iluminación: Antonio Castro

Audiovisual: Miguel Bosch


Coro de la Generalitat Valenciana, director Fransec Perales

Orquesta de la Comunidad Valenciana


Reparto:


Marina Rebeka: Madame Butterfly, (Cio-Cio-San)

Cristina Faus: Susuki

Mariana Sofía García: Kate Pinkerton

Piero Pretti: B.F. Pinkerton

Ángel Ódena: Sharpless

Jorge Rodríguez-Norton: Goro

Tomeu BibiloniPrincipe Yamadori

Fernando Radó: Lo zio Bonzo

Luís Martínez (Coro de la Generalitat): Yakusidé

Alejandro Sánchez  (Centro de Perfeccionamiento): comisario imperial

Xavier Galán (Coro de la Generalitat): Oficial del Registro

Lucía Pitarch (Coro de la Generalitat): Madre de Cio-Cio-San

Pilar Marco (Coro de la Generalitat : La zia

Estrella Estévez (coro de la Generalitat): La cugina

Leone Carbonell (10, 16, 19); Giorgio Carbonell (13, 17, 22) : Dolore


Productor: Palau de Les Arts Reina Sofía


Autor  de la ópera: Giacomo Puccini (1858-1924)

Características.

Tragedia japonesa en tres actos

Libreto de Luigi Illica Y Giuseppe Giacosa, a partir de la obra teatral homónima de David Belasco, basada a su vez en un relato de John Luther Long.

Se estrena en Milán el 17 de febrero de  1904, en la Scala; la versión definitiva se  realiza en París el 28 de diciembre de 1906, en la Opera-Comique

Duración: 2 h 50 min, con un descanso de 25 min


Sinopsis:


Si bien Puccini escribió el primer texto dividido en dos actos, el fracaso de la apuesta lo llevó a cinco versiones, la última, llamada la standard es la que más se representa, si bien, en ocasiones, también se recurre a la primera,


La obra narra la historia de una quinceañera, Cio-Cio-San (Madame Butterflay) de la que se 'enamora un teniente de la armada norteamericana, que toma una colina en la que existe una casa, con el objetivo de vivir su amor con la preadolescente en este lugar. Por intermedio de un casamentero, Goro, el aericano arregla un matrimonio con la chica, pero mientras ella vive el romance como el amor de su vida, él lo hace como una aventura fuera de su país, hasta que encuentre la esposa que le conviene. Aprovecha la laxitud de las leyes nipona sobre el divorcio. Ella no sólo renuncia a su familia, su país, sino a su religión, abandonando el budismo para militar en el cristianismo, una conversión que descube su tío Bonzo, monje budista, provocando su aislamiento. Los amantes siguen el curso de sus intenciones y tienen su primera noche de amor. Tras tres años esperado a su amado, descubre finalmente que se ha casado con otra y...


Comentario sobre mi experiencia:

la fragilidad de las alas de la mujer. 


Ayer acudí a una representación de Madama Butterfly en el Palau de Les Arts de Valencia, y pude confirmar la reflexión de Ortega y Gasset que afirma que 'cultura es lo que queda cuando olvidas todo lo que has estudiado', y entran en contacto las diferentes acepciones de un concepto con el que has estado familiarizado desde diferentes ámbitos del pensamiento y las áreas prácticas en que te has formado. El primer choque se produjo cuando en el primer acto de la opera ( de opus-operis, sustantivo latino de género neutro, que se traduce por obra) entré de lleno en una batalla con mi mascarilla, mis gafas que se deslizaban por el trampolín de la tela del tapabocas, la pequeña pantalla en la que aparecían traducidos al catalán, los diálogos de las diferentes piezas, y especialmente el del protagonista, el militar americano enamorado de Butterfly, y el cónsul de EE.UU., también enamorado de la mujer. Era imposible atender a todo a la vez, especialmente cuando cada palabra del texto literario era de una importancia tal que permitía al espectador transitar del lenguaje racional al emocional del romanticismo extremo; lo que fuera a pasar con la mujer dependía de cómo fuera asimilando las llamadas del amor. 

 En esos diálogos se hablaba de la naturaleza de las alas de la Butterfly. Rápidamente comenzaron a fluir por mi cerebro otras imágenes en las que la mariposa funcionaba como una metonimia, más que como una metáfora, de la fragilidad de la mujer y sus limitaciones para emprender el vuelo. Se unieron a la obra de Puccini, las hermanas Mirabal, las tres dominicanas a las que se llamó 'Las tres mariposas', asesinadas por oponerse a la dictadura de Trujillo. a las que se homenaje el Día Internacional contra la Violencia de Género; el papel que desempeña la mujer en la serie coreana que se inscribe en el Hallyu, o la Ola de Korea , como sucediera en otro tiempo con la Nouvelle Vague en Francia, y se extiende por el país asiático, creada por Kim Ga-ram, cuyo protagonista deja a estos bellos insectos en libertad por no dañar lo dibujos de sus alas, a las que adornan, pero que encierran un riesgo: si los tocas pueden perderlos lo que les impediría volar, por lo que, como un taimado Cancerbero, las mantiene bajo su control (las flores no crecen para una sola mariposa, dice un personaje secundario), o la historia contada desde el punto de vista de un sociópata, The Collector, un film de William Wyler de 1965, cuyo protagonista colecciona...mariposas. Las alas del hombre son las de Icaro, hechas de Cera por su padre Dédalo, para que el joven aprendiera a volar, pero el presuntuoso se acercó tanto al sol que se le derritieron y se estampó contra el suelo. 

La joven japonesa se enamora del soldado americano, incapaz de entender que una mujer enamorada le puede esperar más de tres años, sin olvidarse de él. Un malentendido que sazona el relato, como ocurre generalmente en los romances amorosos, cuyo objetivo es subir la temperatura del lector-espectador y llegar al climax en el último acto, en el que a la protagonista se le reducen mucho sus posibilidades de supervivencia. Definitivamente le han roto las alas y ha caído al suelo sin posibilidad de alzar el vuelo. No puedo saber que fue antes, si el huevo o la gallina; si fueron los orientales los que crearon esta imagen de la fragilidad de la mujer, o fue Occidente el que les inspiró, pero ambas áreas la tienen incorporada en sus respectivas culturas. Terminada la representación, en el momentos de las ovaciones, se hace realidad otro aserto de Ortega: el de la asociación por parte del público, consciente o no, del actor y el personaje que ha representado, una realidad que evidencian los aplausos que ponen fin al espectáculo que nos ha servido una historia sometida a la dictadura de la partitura, realizada por genios como Puccini. Todos lloran un poquito y se van a casa, la mayor parte de ellos sin establecer la conexión entre sus vidas y la de Madame Butterfly. ¡Una lástima!

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