In & Out. Frank Oz. Volviendo la mirada a la era industrial y el apogeo de Hollywood.

 





Sinopsis:



Frank Oz lleva a la pantalla una historia inspirada en la entrega de los Oscar del 94, cuando Tom Hanks, al recoger su estatuilla por su papel en Philadelfia, tuvo unas emotivas palabras de agradecimiento para su profesor de Instituto. Howard Brackett (Kevin Kline) es un tranquilo profesor de literatura en Greenleaf, Indiana, donde la vida transcurre sin sobresaltos.. Pero dos cosas están a punto de volverle loco. Una es la noche de los Oscar, en la que su ex-alumno Cameron Drake ( Matt Dilon ) opta al premio, y la otra es su boda con Emily Montgomery  (Joan Cusack)


La ceremonia de los Oscar llega al fin y todo Greenleaf está enfrente del televisor cuando estalla la bomba: Cameron Drake gana el Oscar y en su discurso de agradecimiento tiene unas palabras muy especiales para Howard del que dice que...es gay!!!  Esta confesión hecha delante de mil millones de espectadores, hace que la vida de Howard se convierta en un caos: la prensa le persigue, sus alumnos le rechazan y su madre le amenaza con desheredarle si no se casa con Emily. Pero lo peor es el acoso que sufre por parte de Peter Malloy (Tom  Selleck) un afamado periodista que hará lo imposible por una exclusiva.


Comentario:

Hoy, 18 de junio de 2022, cuando nuestro mundo occidental presenta síntomas de depresión psicológica que incide en la creatividad en los diferentes modos de representación de la realidad humana, y decadencia económica, derivada tanto de la primera crisis global tras la caída de Wall Street en 2008, como de la primera pandemia también global, estoy rescatando películas que nos hicieron felices cuando estábamos contentos con nosotros mismos, a pesar de que nadie ha conseguido una perfección total, y no percibíamos signos del drama que nos domina en la actualidad. He pensado que In & Out, un film cuyo background es la salida del armario de un profesor , provocada por el outing irreflexivo, no premeditado, de un alumno, un film nada cínico, en el que se prioriza la lucha por la defensa de los que tienen una orientación sexual diferente a la de la mayoría de la población, cuyo protagonista es Kevin Kline en estado de gracia.

Frank Oz hace un valiente alegato a favor de la libertad de las personas y en contra de la discriminación en función de su orientación sexual, su exceso de peso, la edad o cualquier otra realidad  objeto de marginación, que  justifica la formulación de la  teoría del triángulo de la violencia de Johan Galtung, que contempla sus tres ángulos: estructural,  cultural y  directa. Esta última  es la que  provoca el despido de un profesor de un pequeño pueblo de Indiana por ser gay, por lo que debe ser considerada como una forma de agresión  que aparta a un hombre de su comunidad, su familia y la profesión que ha elegido. El realizador opta por el registro  cómico para meter con calzador a una  opinión pública conservadora el respeto a un colectivo reprimido en lo más íntimo, al que no sólo se rechaza, sino se le intenta insuflar un sentimiento de culpa que le obligue a retraerse en sí mismo; un hecho explica  la razón por la que existe un día internacional en el que los homosexuales  muestran su orgullo de ser lo que son.

Con mucha perspicacia, como si hubiera pasado media vida en un aula con adolescentes dentro de un aula, Oz sabe entender que jóvenes dotados de gran inteligencia emocional, captan de manera intuitiva que un hombre limpio, bien vestido, culto, sensible, puede ser gay, ( o no), antes que el mismo sepa interpretar sus emociones y los sentimientos que se derivan de ellas; quienes hemos pisado estas aulas somos plenamente conscientes de ello. Esto es lo que ocurre con un estudiante mediocre, como el que encarna Matt Dilon, que aprovechó hasta tal extremo las clases de literatura de su profesor que se convirtió en un actor que recibió la máxima distinción de la Academia de Cine  de Norteamérica, un Oscar. Los problemas que el antiguo estudiante  oscarizado crean  a su antiguo profesor provocan la introspección que éste realiza sobre su vida, sus gustos, su soltería  y su próximo casamiento, que desemboca en una maravillosa secuencia en la que Howard Brackett sale del armario, mientras escucha un casette de auto- ayuda y suena la música de Gloria Geynor cantando I will survive, pieza utilizada como himno gay.

Alfonso Rivera (Cinemanía) despreció el film tildándolo de 'cuento de hadas gay'. Al margen de que jóvenes heterosexuales creen que es estupendo que se haga este tipo de cuentos, creo que olvida algo el crítico: no hay nada de lo que trata el film que no sea una réplica de lo que pasa en la vida real, incluido no sólo el aire festivo con el que se realizan ciertas reivindicaciones, sino  las autoinculpaciones colectivas cada vez que sectores conservadores  intentan  recortar las libertades sociales penalizando al transgresor de sus convenciones, con el objetivo de restablecer la situación anterior al  estallido del conflicto.

Si es un cuento gay, ¡bienvenido el  cuento!. Magnífico el breve papel de Matt  Dilon. El cine se toma como referente a través de las películas que han marcado la vida de sus protagonistas, sus musicales, sus galas y sus entregas de premios. La novia despechada grita en la iglesia: " ¡Qué se joda Barbara Streisand!". Todos,-viejos, jóvenes, heterosexuales, homosexuales-, acaban su comedia bailando 'Macho Man' de Village  People y reorganizándose ciertas parejas con los fragmentos de otras anteriores. Una buena reflexión a la que la madre conservadora de este profesor de Literatura, interpretada por Debbie Reynolds, acaba por sumarse, como hace casi todas las madres, a las causas de sus hijos, con independencia de su ideología. Un film que no te puedes perder.





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