Navidades por encargo. Sam Irvin. Ficha de identificación y breves reseñas

 


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NO SABEMOS QUÉ SIGNIFICA EL ESPÍRITU NAVIDEÑO, PERO DESPUÉS DE VER ESTE FILM ENTENDEMOS QUE NO TIENE NADA DE BUENISTA Y BIENINTENCIONADO, TAN  SOLO  DE HEDONISTA  Y DILETANTE CON POSIBILIDADES


Ficha de identificación:


Título original: Made to Order

País: Estados Unidos

Año: 2018

Duración: 80 minutos

Género: Comedia; subgénero: Navideño


Dirección: Sam Irvin

Guion: Matt Marx, Anna White, basado en una historia de Jeffrey Schench, Peter Sullivan

Casting: Jennifer Bustell, Dean F. Fronk, Donald Paul Pemrick

Dirección de Fotografía: Theo Angell

Música: Nick Soole

Edición: William Boodell

Decoración del set: Abby Woods


Diseño de Vestuario: Nancy Cannon

Maquillaje y peluquería: Stephanie Sandford Anderson


Productor: Brian Nolan

Productores ejecutivos: Barry Barnholtz, Zelma Kiwi, Jeffrey Schenck, Peter Sullivan

Diseño de producción: Melissa Mas

Compañías productoras: Production Media Films, Hybrid; distribuye The Halmark Channel y Netflix


Reparto:


Alexa PenaVega: Gretchen

Jonathan Bennett: Steven

Jo Marie Payton: Rachel

Jacob Young: Jeff

Chelsea Gilson: Marie

Andrew Roach: Tom

Nathan Nonhof: Nolan

Bailee Michelle Johnson: Paige

April Matson: Kirsten 

Tamarit Dunbar: Lindsay

Rick Macy: Ben

Anne Sward: Ellen

Scott Christopher: Davis

Darya Gemmel: Líder


SINOPSIS:

Este año Steven no tiene más remedio que acoger a su familia en Navidad; incapaz de hacer frente a este embrollo y compatibilizarlo con el trabajo, contrata a una organizadora de eventos para que le ayude a planear  su fiesta familiar.


LO QUE SE DICE: 



El film no ha sido bien acogido por el público, porque como apunta la página Rotten Tomatoes, en Estados Unidos no han encontrado una reseña, y el índice de aceptación del público es del 27%. En las páginas que consultamos habitualmente, la española Filmaffinity y la norteamericana Imdb hay disparidad de opiniones. La española la suspende sin paliativos con una nota media de 4,1, basada en los votos de 272 lectores, una media que la norteamericana eleva a 5,7, según la valoración de 4,400 usuarios, quizá por un sentimiento de respeto al espíritu navideño de su país. Todos estos datos revelan que  ni aquí ni allí se es condescendiente con este bodrio que ahora analizaremos.


CRÍTICA:



Cualquier lector se podrá preguntar por qué comentamos un film que se llama 'Navidades por encargo'. La cosa está muy clara, las fiestas de fin de año de Occidente, que se extienden en lo que respecta a los aspectos comerciales y de consumo de todo lo consumible, desde un petardo, una bombilla, una caja de puros, hasta una trenka, un patinete o un traje de lentejuelas de grandes marcas, dirigidos a todos los consumidores de cualquier tipo, ideología, posibilidad económica o edad, al otro lado, a Oriente. Es ya corriente ver árboles de Navidad en grandes almacenes en las series surcoreanas. Claro que 'Navidades por encargo'  parece ya demasiado. Sin embargo animo a los espectadores a acercarse a esta película, aunque sean unos minutos, para entender de forma clara, contundente y permanente,  algo que cuesta un poco más en una lección de arte: Qué es el 'horror vacui', en castellano 'horror al vacío'.

La protagonista, representada por Alexa PenaVega, parece una bombilla más de los 'tinglados' que monta para grandes establecimientos, con decoraciones más abigarradas, llenas de color y diversidad de objetos, que las antiguas tiendas de 'todo a cien' , desde los tirabuzones de sus largos cabellos hasta la 'sonrisa de cliente de dentista', pasando por la superficialidad de sus proyectos, como el de montar una empresa para organizar festejos. Pero hay algo que parece enseñarnos, qué significa eso del 'espíritu navideño', (yo creía, 'sinceramente' que era otra cosa). Consiste en llenar la casa de su cliente, con paredes repletas de estanterías vacías (una se pregunta para qué habrá comprado alto tan inútil para él), y en la que parece no haber nada más que lo imprescindible: 'la isla' de la cocina que la separa de la zona del salón-comedor del loft, el sofá, la cama y presumimos que dos o tres cacerolas. Por arte y gracia de la decoradora, que tan solo es declara  dibujante de prospectos, quizá para no arruinar el oficio de quienes se dedican a vestir casas, ese espacio vacuo se llena hasta el rincón más recóndito de todo tipo de guirnaldas, bolas de cristal, muñecos, luces, objetos varios y un enorme árbol de Navidad. Por mucho que me exceda y la imaginación del espectador no tenga límites, una y otros nos quedamos cortos.

Nos enseña algo más. A su burguesa familia su cliente Steven, un arquitecto que proyecta edificios de conglomerados (una cosa es que no tenga tiempo, pero eso no implica que  no tenga gusto), les encanta esta decoración no solo interior, sino exterior, de la casa, visible probablemente desde la Luna. Además, como el chico no tiene tiempo para dedicarse a acompañar a su familia durante esos días, la contrata para que 'diseñe sus actividades festeras'. A partir de ahí he entendido lo que algunos entienden por 'espíritu navideño', que necesariamente no significa que esos días la gente sea buena o este imbuida de las mejores intenciones, sino que se pase el día entero realizando actividades navideñas, que para eso se ha creado un ambiente abigarrado jamás visto. ¿Y qué hacen? Eligen el árbol más grande del mercado de árboles, que están siendo sustituidos por los artificiales de papel para no dañar el medio ambiente. Después de comer hacen galletas navideñas y las decoran, cosen calcetines de Santa Claus, participan en fiestas en las que se hace sidra...ESTO ES EL ESPÍRITU NAVIDEÑO para Sam Irvin y su alucinada protagonista.

Esta mañana caminaba yo por mi ciudad y he entendido que, aunque todos digan que es aquella en la que mejor se vive en todo el mundo, sin embargo carecemos de este espíritu. Las decoraciones de los establecimientos son discretas, dentro y fuera de los mismos, y los árboles institucionales se yerguen solos y son minimalistas. Lo que nos produce mayor bienestar es ver las calles llenas de gentes que realizan todo tipo de actividades las mismas que las que los entretiene a lo largo del tiempo,  aunque el año no termine (bailar al ritmo del sonido de su aparato de radio, circular en bicicleta, hacer pompas de jabón... y ahora, excepcionalmente, patinar en una pista de hielo creada para la ocasión), especialmente desde que el centro, amplio y grande, se ha convertido en una gran plaza que favorece la convivencia de los ciudadanos. ¿Acaso será que no tenemos espíritu navideño? Pues va a ser que no. De todos modos, conviene ver aunque sea las dos primeras secuencias para entender la distancia que separa este cine familiar, no apto para todas las familias, de quien prefiere aprovechar la ocasión de despedir un año más a su manera y , entre otras actividades de ocio, ver películas como 'Crónicas de Navidad' que como muchas otras (Qué bello es vivir', Polar Express, Love Actually...)  nos permiten disfrutar unas horas de historias contadas para ser vistas y oídas en estos momentos en que la sociedad ha convenido darse un poco de felicidad poniendo su imaginario a trabajar. Eso sí, siempre que las hojas, - las bolas, los muñecos, las bombillas, el muérdago y un larguíisimo etc, - , no nos impidan ver el bosque. No puedo decir que repite tópicos, que nos enseña cosas ya vistas, etc. Yo esto no lo había visto nunca.

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