Amor zombie. Jeff Baena. Ficha de identificación y crítica.

 


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LA MÚSICA INDIE QUE ABURRE Y ENFURECE A LOS MUERTOS, QUE PREFIEREN LA MÚSICA DE ASCENSOR, EL JAZZ O EL FLAMENCO. ALGO QUE SUENE


Ficha de identificación:

Título original Life After Beth
País: estados Unidos
Año 2014
Duración: 94 minutos
Género: Comedia de terror

Dirección: Jeff Baena
Guion: Jeff Baena
Casting: Cortney Bright, Nicole Daniels
Dirección de Fotografía: Jay Hunter
Música: Black Rebel , Motorcycle Clur
Edición: Colin Patton
Decoración del set: Lisa Goldsmith

Diseño de Vestuario: Negar Ali
Jefe de Departamento de peluquería: Alyson Bñack-Barrie
Jede de departamento de maquillaje: Autumn Butler

Productores: Michael Zakin, Liz Destro
Productores ejecutivos: Wendy Benge, Charles Sauveur Bonan, Christopher Herghelegui, Courtney Kivowitz, Kim Leadford, Daniel McCarney, Tim Nye, Brent Romagnolo, Elizabeth Stillwell, Brian Young
Diseño de producción: Michael Grasley
Compañías productoras:  Abbolita Productions, Amerizan Zoetrope, Starstrean Entertainment. Distribuye Netflix


Reparto:

Aubrey Plaza : Beth Slocum
Dane DeHaan: Zach Orfan
John C.Reilly: Maury Slocum
Molly Shannon; Greenie Slocum
Cheryl Hines: Judy Orfman
Paul Reiser: Noah Orfman
Matthew Gray Gubler: Kyle Orfman
Anna Kendrick: Erica Wexler


SINOPSIS:


Zach está devastado por la inesperada muerte de su novia, Beth. Cuando regresa misteriosamente, obtiene una segunda oportunidad en el amor. Pronto todo su mundo gira al revés...


LO QUE SE DICE:


El film no ha sido bien valorado por los espectadores, (las críticas no son tan negativas), como reflejan las notas medias que publican la página española Filmaffinity, 5,0, basada en 1769 , y la norteamericana Imdb que eleva esta media a 5,6, de acuerdo con la valoración de 22,000 usuarios. Rotten Tomatoes baja incluso la estimación con un índice de aceptación de la prensa del 45%, basado en 98 reseñas, y del 31% del público, pulsada la opinión de 5,000 lectores. A continuación veremos los argumentos que esgrimen los analistas.

Los críticos hablan de ejecución plana y repetitiva (Sheri Linden, Los Angeles Times); un relato que evita las explicaciones en busca de la domesticidad relajada (Mark Kermode, The Guardian); una de las propuestas más creíbles desde Zombies Party (John DeFore, The Hollywood Reporter); debut de Baena encantador, atento y divertido a carcajadas (Geoff Berkshire, Variety); se adentra de manera divertida en el territorio zombi, pero no sabe salir (Christy Lemire, rogerebert.com).


CRÍTICA: 


La película es, ante todo, una parodia de la cultura indie, más que independiente, seleccionada en el Festival de Sundance para la Sección Oficial de Largometrajes a competición, una caricatura que tiene su máxima representación en la canción que compone  Zach Orfan (Dane DeHaan) para su novia fallecida y resucitada como zombi,  Beth Slocum (Aubrey Plaza), una balada romántica que aburre a los muertos, tanto que lanza a su pareja recién devuelta al territorio de los vivos en brazos del jazz, el flamenco, o algo que suene y tenga una melodía discretamente envolvente. A partir del momento en el que el joven intenta llegar al corazón de su antigua novia muerta con esta composición y es rechazado, las alusiones al fervor que está invadiendo a una población que disfruta de la cercanía de un no-muerto, de cualquier música que se aleje de la hipster dominante es constante. La verdad es que es una anécdota curiosa.

El film nos muestra al zombi como a un ser individual, que recuerda a quién amó y no lo agrede, obviando esos movimientos alarmantes de masas que hacen tan atractivo al zombi y lo alejan del vampiro, el aristócrata que habita en su castillo, rodeado de bellas mujeres a las que ha vampirizado y duerme en su cripta en un ataúd forrado de seda, al tiempo que amenaza a la sociedad  víctima de su hambre de sangre. El zombi de Jeff Baena es un ser que se integra bien en la Ordinary People. Come carne, pero fuera de campo, en la extradiégesis, y lo creemos porque la pareja habla de ello, pero la nueva naturaleza de Beth es asumida por el novio como la relación con una pareja exigente y tóxica, a la que, a pesar de todo, quiere.  Comparar este film con 'Zombies Party' de Edgar Wright es sacar los pies del tiesto. Y no solo por el discurso de uno y otro título, más complejo en el film de Edward Wright, sino por la forma, por la contextualización y por la mirada a una generación que se extinguía. Jeff Baena sigue a rajatabla el decálogo indie, vuelve su cámara a la pareja y unos cuantos conocidos esporádicamente y se olvida del mundo en el que habitan sus personajes, más allá de la ridiculización de la música  indie. Un buen ejemplo de la cultura que se extiende por las élites que no pasan por las Universidades, sino que desembocan en escuelas de negocios.

Es difícil encasillar la película en un género concreto.

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