El tranvia. Kim Moon Kyo. Reflexión en torno a los 5 primeros capítulos.

 



EL DILEMA MORAL DEL TRANVÍA


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'El tranvía' es una importante reflexión sobre aquello a lo que renuncia un político en el ámbito privado y en el público, y sobre los dilemas en que se ve involucrado a causa de las contradicciones vigentes en la sociedad, que impiden que se puedan crear estrategias , aunque sean a largo plazo, holisticas, es decir que satisfagan a todos,  porque, en el mejor de los casos, solo serán aceptadas por la mayoría de los agentes sociales, y hay amplios sectores de la población que ni siquiera vota y son un nicho permanente de descontento. Los creadores de esta serie, un proyecto de envergadura y larga duración (¿16 episodios?), que va suministrando Netflix periódicamente, confían en la paciencia del espectador, aunque el público coreano parece (digo solo que parece) más tranquilo.

Ya conocéis la característica principal del kdrama, que es el que parece seguir más fielmente la receta de la 'Nouvelle Vague', un camino que recurre la suya propia a la que llaman Hallyu: abrir nuevas ventanas al mundo con un discurso de cinéma vérité. El ser humano es un ser social, tiene una familia, una esposa e hijos, amigos, vecinos y familiares, y no puede controlar ni siquiera a los que tiene más cerca. Esta realidad que se vive con normalidad y que, generalmente, provoca la solidaridad de los que tenemos más cerca en caso de ser víctimas de una desgracia o un infortunio, se transforma en una amenaza para el político, su carrera, su estabilidad familiar; esto ocurre con el protagonista principal, y se plantea en la misma presentación de los personajes, en cuyo decurso se produce una tragedia familiar que va a servir al partido en el gobierno para arremeter contra la oposición, a pesar de que el político que lo provoca es un empresario investigado, junto con su familia, por un caso sucio de corrupción; intenta convertir la desventura del enemigo en la tapadera de su desvergüenza. La desdicha del político honrado atraerá a todos los desaprensivos como la luz a las polillas, ya que para los hombres públicos con responsabilidades no existe el 'in dubio pro reo', y cuando deciden dar este paso, el de ponerse al frente de la defensa de los derechos de los ciudadanos, no solo deben estar limpios ellos sino sus familiares, amigos y los que los rodean. Demasiada gente.

He considerado que el título del film merecía una consideración especial, porque nuclea todo el subtexto del film. Su justificación aparece, como por azar, en el tercer episodio, en el que una profesora pregunta a sus alumnos adolescentes, si saben qué es un tranvía, y estos contestan que no. No han visto, a causa de su juventud, ninguno de estos viejos medios de transporte. Entonces la profesora, probablemente de ética, les formula el dilema moral del tranvía, un experimento mental de Philippa Foot, una cuestión planteada con frecuencia en derecho penal, e incluso regulada en códigos penales y en derecho civil. El dilema es una pequeña narración que habla de un tranvía que circula fuera de control por su vía y en su camino se hallan 5 personas atadas ella por un filósofo malvado. Afortunadamente existe una solución. Hay una palanca que si la acciones, desvía el tranvía hacia otra vía, pero desgraciadamente, en esta también hay una persona atada por el filósofo. ¿Deberíamos pulsar el botón? Los alumnos se dividen entre la primera y la segunda opción. Ninguna de las dos opciones morales es correcta en sí misma, y los alumnos lo dejan para el día siguiente. Pero el político está obligado a enfrentarse a estos problemas cada día, y su responsabilidad no es transferible a nadie, es personal y no puede delegar. Este es el núcleo de un relato que tiene como protagonista a un hombre que, además de político, es un ser sintiente y racional. Pero todos los cálculos, por muy racionales que sean pueden fallar.

Este es el tercer capítulo de 16, e ignoramos que más le puede pasar a este hombre, castigado en el primero de todos ellos. Un drama político interesante, al que le faltan, sentadas las premisas, muchos capítulos para poder emitir una opinión sobre su background, aunque sí podemos afirmar que se mantiene en el nivel del drama coreano, con un grado de inocencia y creencia en el interés público que hace aguas en Occidente. Veremos si es así o si a mitad de recorrido triunfa el cinismo y la perversión. La aconsejo para un espectador con paciencia.





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