Yesterday. Danny Boyle. Ahora en Netflix.

 


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Netflix ha incluido en su parrilla el film 'Yesterday', un film realizado por Danny Boyle en la era pre-pandémica, en la primera mitad del año 2019, cuando el mundo era incapaz de imaginar la distopía que le iba a tocar vivir, muy semejante a lo que había podido imaginar a través del cine catastrofista y distópico de ciencia-ficción. A las puertas de la era tecnológica tocaba, al parecer, una mirada retro, una vuelta al pasado que pusiera en valor el legado de músicos de mediados de siglo XX, unos desaparecidos, otros a punto de dejar la música. Este film no mereció grandes críticas, y hoy entra en las plataformas de streaming, concretamente en la que parece que se va a convertir en la más avalada por el público, Netflix, creada en 1997, en California, con una política de alquiler de DVD por correo postal (la prehistoria de las nuevas tecnologías), cuyo nombre procede de Net (abreviatura de internet) y  flics, forma coloquial en inglés de películas. Su política actual de producción y distribución de series y films, que los socios conocen, amagan con convertirla en la más relevante de estas plataformas, lo que la coloca en el ojo del huracán. Ahora ofrece todo tipo de películas que aumentan sus fods, e incorpora esta dirigida por Danny Boyle.

En julio de 2019 decíamos esto del film: "Ha llegado la hora de homenajear a músicos que ya están muertos (Freddie Mercury), o que todavía viven pero que están a punto de retirarse de los escenarios (Elton John, Paul MaCarthy, Ringo Starr), mediante la realización de un biopic lo más espectacular posible, de acuerdo con la capacidad y los recursos del cineasta de turno. Danny Boyle comienza bien su 'glorificación' de los Beatles, aquellos jóvenes 'melenudos' que conectaron plenamente con una generación ávida de cambios, y el planteamiento da pie a una mirada realista sobre el mundo de la música en general, basada en un hecho excepcional: el célebre grupo ha caído en las redes, algo parecido a una muerte real, y sus restos se han convertido en muertos vivientes a los que ya nadie reconoce como sujetos activos que conmocionaron al mundo con sus canciones, un hecho que aprovecha un joven pakistaní con memoria  para llegar a la gloria resucitando las canciones que hicieron temblar de emoción a miriadas de  adolescentes.

Pero, tan pronto como pasamos de los prolegómenos y las presentaciones, el relato se torna convencional, utópico, con un sentido equivocado de la nostalgia, y un planteamiento inverosímil de cómo se alcanza la gloria en un tiempo record, por muy excelentes que sean los temas que defienden sus autores; es mucho más creíble la situación que padece el protagonista cuando acude por primera vez a un festival en el que flaquea su ánimo y siente la tentación de dejarlo todo y volver a su puesto de reponedor en una tienda de comestibles. A partir de su fichaje por una gran compañía discográfica, que dispone de grandes equipos de técnicos, comienza un auténtico disparate narrativo, agravado por la entrada en escena de una historia de amor romántico convencional y casposa, en la que la chica, una profesora de High School que en sus ratos libres actúa de manager, y que 'teóricamente' lucha para conseguir que su patrocinado, Jack Malik, interpretado por Himesh Patel, alcance la fama, cuando consigue su propósito, pone de manifiesto que lo que en realidad quiere es que el chico se quede con 'la pata quebrada y en casa', una situación muy  habitual con independencia del género de quien quiere vivir de acuerdo con sus capacidades y gustos, tachado generalmente de visionario y vago por amplias capas de la sociedad, de tal manera que el final brillante, explosivo y lleno de ritmo y color, la set piece más lucida de este musical-a-medias es, en realidad, el enaltecimiento de un fracaso.

Es una pena que uno de mis directores favoritos no haya entendido bien que hacer cantar a un chico las canciones de uno de los grupos más importantes de la época de las revueltas, rebeliones y revoluciones que cambiaron el mundo, superado el Ecuador del siglo  XX, no es suficiente para hacer un film memorable, siendo más que probable que, en las circunstancias actuales, el mito de ayer no lograra hoy un puesto modesto en el Olimpo del famoseo, y menos en tan poco tiempo; Marta Medina (El Confidencial) sostiene que ni Boyle ni Curtis saben qué convierte una canción en imprescindible. Es, quizá la película que menos me ha gustado de Danny Boyle, un cineasta al que admiro, realizador de un film inolvidable: Trainspotting, del que hizo una segunda parte cuando habían transcurrido veinte años desde que sus protagonistas cumplieron sus veinte años de edad biológica, conservando gran parte de su frescura. Cuando ha querido emular a su compatriota, Dexter Fletcher Brian Singer se retiró del proyecto de Bohemian Rapsody), en su enaltecimiento de Freddie Mercury o Elton John (Rocketman), no ha conseguido estar a la altura. Esta no deja de ser una opinión más, y las hay muy favorables, aunque no son pocos los que sitúan el protagonismo de su ejecución en el guionista Richard Curtis,  director de Love Actually y Notting Hill (Carlos Boyero, diario 'El País, Alberto Luchini, diario 'El mundo'), mientras otros tildan la película de boba (Nando Salvá, diario 'El Periódico'), bastante tonta (John DeForeThe Hollywood Reporter), fantasía musical genérica que no podrían salvar ni los Beatles (David Ehrlich, IndieWire)...Podían, por ejemplo, habernos contado como consiguió llegar al lugar en que se encuentra Ed Sheeran, protagonista secundario de su película."


Páginas consultadas: Imdb, Filmaffinity, Wikipedia.

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