Better than Us. Crítica
FICHA DE IDENTIFICACIÓN, SINOPSIS, LO QUE SE DICE, AVANCE DE LA CRÍTICA.
CRÍTICA:
¡LOS HUMANOS ANTES QUE LOS ROBOTS! Los liquidadores
Andrei Dzhunkovskly, Alenxadr Dagan, Alexandr Kessel, creadores de la serie, guionistas y directores, avanzan en 2018 un discurso que, si bien ha quedado obsoleto en parte, especialmente a nivel visual, aunque con una imagen no exenta de romanticismo y muy adecuada al mensaje que pretenden trasladar. Por otra parte, el relato demuestra las interconexiones que hay en todos los países del mundo a escala global, tanto en los discursos como en la forma que se elige para construirlos, como veremos. Los acontecimientos que se están produciendo estos días en París demuestran que nos encontramos en una fase de marcado carácter ludista: el ciudadano europeo, como el liquidador ruso, se refugian de nuevo en el socialismo utópico, en la esperanza de una imposible vuelta al pasado en un momento en el que no podemos hacer prácticamente nada sin recurrir, bien directamente o bien de forma indirecta, a través de familiares nacidos con el siglo, los famosos centennials o generación Z, a los que aprietan por detrás los Alpha, más integrados todavía. Unos y otros han convertido el móvil en una prolongación de su brazo, y no para comunicarse telefónicamente con sus progenitores que les compran estos dispositivos con el propósito de controlarlos mejor, sino para comunicarse a través de sitios con millones de cuentas, que transmiten, como hace Instagram, imágenes a través de mensajería instantánea, que informan dónde están los sujetos y qué pueden estar haciendo, y otros espacios con diferentes propósitos por los que circulan noticias, contactos, intercambio de opiniones en chats de distinto signo, etc. Aquí todavía aparece el robot como un servidor doméstico de la familia, concretamente de carácter sexual, que sustituye al ama de casa díscola, sustituyéndola por otra dócil y entregada, y que es capaz de matar para proteger a su familia.
El robot reemplaza al emigrante que ofrece su trabajo más barato que el local, y como consecuencia inspira en los revolucionarios el mismo discurso: nos quitan el trabajo y por tanto hay que liquidarlos. De este modo surge un grupo revolucionario, identificado con los jóvenes que llevan tatuajes, ropa alternativa y están dispuestos a jugarse la vida para volver atrás, prescindiendo de todos aquellos avances tecnológicos que destruyen puestos de trabajo, y son muchos más que cuatro robots de apariencia más o menos humana. Todos sabemos que esto no es posible, que la revolución tecnológica es imparable, y ahí reside el carácter utópico de los rebeldes. El film resuelve esta cuestión con realismo, en cuanto al destino de los jóvenes revolucionarios, pero también en el final que corresponde a las élites industriales, políticas y policiales, cuyos tinglados son muy difícil de desmontar. Negocios fraudulentos, estafas considerables de aquellos a quienes les ha caído un regalo proporcionado por la suerte, pero ignoran que no pueden engañar sempiternamente a la sociedad. De este modo, la serie es un buen compendio de una idiosincrasia de transición entre dos medios de producción, que se está produciendo de forma mucho más acelerada que en nuestro pasado histórico reciente, quizá porque el capitalismo financiero ha tenido mucho tiempo para organizarse y realizar sus inversiones de futuro. El film, ruso, sitúa el origen el robot más perfecto y avanzado, Arisa, en China, que, por otro lado, como hemos dicho ha sido superado por algo mucho más extendido en la sociedad que crear un ama de casa perfecta, a la antigua, que está dispuesta a dar la vida por los suyos.
Hay una gran confusión en torno a si habrá una segunda temporada (en realidad una tercera, ya que la que hemos visto como primera parece ser una fusión de la primera y la segunda), de esta serie en la que los robots no cumplen las tres leyes de la robótica de Isaac Asimov, que aparecen por primera vez en el relato ' Círculo vicioso' de 1942 (1. Un robot no hace daño a un ser humano, ni permite por inacción que se le haga; 1. Un robot está obligado a cumplir las leyes de su dueño, siempre que no se contradiga la primera ley; 3. Un robot debe proteger su propia existencia, sin entrar en contradicción con las leyes anteriores. Estas leyes se recuerdan en muchos relatos literarios y cinematográficos y en series como la que nos ocupa). Han transcurrido muchos años y Asimov no pudo ni imaginar la encrucijada en que nos encontramos; los robots de apariencia y comportamiento humano no han tenido el desarrollo que imaginó la ciencia-ficción de comienzos del siglo XX, y antes de que esa fantasía humana se hiciera realidad aparecen términos como metaverso, multiverso, realidad aumentada, realidad virtual, que tienen sus aplicaciones prácticas en múltiples aspectos de las ciencias e incluso en la detección de afecciones humanas. Se ha creado la oferta, pero no se ha desarrollado la demanda porque los salarios son muy bajos y los productos tecnológicos se comportan como las sedas y las especias del comercio medieval; no habrá desarrollo si no se crea este mercado, porque la riqueza deriva de la producción para las masas. De hecho Zuckerberg ha ralentizado su proyecto de metaverso, sencillamente porque perdía dinero.
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