Una terapia de mierda. 38 edición de Cinema Jove de Valencia. Javier Polo Gandía

 





LA MIE**A, CUANTO MÁS LICUADA MEJOR, SE ESPARCE CON MÁS FACILIDAD EN PEQUEÑAS DOSIS BIEN REPARTIDAS. UNA DEFINICIÓN BASTANTE EXACTA DE LOS TIEMPOS QUE CORREN.


Ficha de identificación:


Título original: Una terapía de mierda
País: España
Año: 2023
Duración: 10 Minutos
Género: documental, comedia
Recomendaciones de edad: no se han publicado

Dirección: Javier Polo Gandía
Guion: Juanjo Moscardó Rius, Ana Ramón Rubio
Dirección de Fotografía: Celia Riera
Música: Daniel Bonnin Capsanes, Dani Espinet Nieto, Guillem Ibáñez Guevara, KQuimi Sages
Edición: Yago Muñiz


Productores: Jorge Acosta Sánchez, Javier Polo Gandía, Maxi Valero
Productor ejecutivo: Nathalie Martínez
Compañías productoras: Casabona Films, Inaudita, Los Hermanos Polo, Wise Blue Studios






Casting:


Jose Amigo: Mr. Antivacunas
Fernando Cervera : él mismo
Mariano Collantes: él mismo
Sixto Xavier García: Mr. Tierra Plana
Ana Ramón Rubio; Miss Anticambio Climático
JJ Ramón: Subastador


SINOPSIS:



En 2012, dos estudiantes de biología crearon el fecomagnetismo, una parodia de las pseudoterapias que aseguraba curar todo tipo de enfermedades mezclando caca con imanes. Solo querían hacer una crítica original y divertida, pero se les fue de las manos. ¿Cuánto tiempo tardaría la gente en darse cuenta de que todo era falso?


NO HAY RESEÑAS TODAVÍA.



CRÍTICA:



Cuando un cineasta es tan particular, desacralizador, blasfemo, imaginativo y divertido como Javier Polo Gandía el público le va elevando el listón en cada película. El productor y guionista del film, Jorge Acosta Sánchez lo ha definido como el Wes Anderson de Xirivella, en tono amable y distendido, aunque el norteamericano afincado en Francia no es  precisamente el parangón del valenciano: con calidad de recortable y empapado de idiosincrasia afrancesada el director de Moonrise Kingdom, brillante, desenfadado y menos plano el de 'El misterio del flamenco rosa', pero ambos tienen un talón de Aquiles: su publico espera siempre un poco más de ellos, porque uno y otro han entendido bien que la forma es el discurso, algo que no tengo tan claro que se comprenda de la misma forma por todos los espectadores, una realidad que obliga a los cineastas a comprometerse cada vez más con su obra y a superarse cada vez más en la búsqueda de un nuevo lenguaje audiovisual.

En esta ocasión, el guion no es de Javier Polo, como lo fuera en 'Europa en 8 Bits', estrenado en IDFA, 'The Mistery of the Pink Flamingo' (2020), cuya premier se celebró en South by Southwest, galardonado con tres Berlangas y nominado a Mejor Documental en los Gauíd. Recientemente ha realizado dos vídeos musicales para el grupo valenciano Johnny B. Zero, -Violets y Fotógrafo -, el primero premiado en el Festival Internacional de Cine de Baleares, y el Certamen  Carles Santos creado por la Generalitat Valenciana, y el segundo pendiente del reconocimiento. Todos estos trabajos han ido haciendo notable y peculiar su estilo cinematográfico, caracterizado por ser original, divertido y muy provocador, como ya he dicho antes.

En el corto que han presentado hoy en la 38 edición del Festival de Cinema Jove, Javier ha dado un giro importante a su escritura cinematográfica, que ha pasado de un desafío visual, que funciona como una bofetada indolora pero que nos espabila, a una imagen más sucia, más trash, que ya había experimentado en 'El misterio del flamenco rosa', en los cameos a John Waters, e intenta seducirnos de nuevo, de otra manera, con un formato retro caracterizado por el uso de pantallas cuadradas, colores más primitivos y kitsch, imagen con menos precisión y de evocación retro, que se refuerza con el diseño dorado del vestuario, la peluquería y el maquillaje,  los haces de luz que inundan el encuadre,  y la propia edición que, con frecuencia, parece ahogar a los personajes, por mucho que sean a lo sumo dos, dentro del plano. El tratamiento fílmico se retrotrae a las comedias de situación norteamericanas de la década de los 80 y el cine de serie B de John Waters, un cineasta al parecer muy apreciado por Javier Polo.

Un corte drástico con la forma de hacer a que nos tiene acostumbrados, aunque ya he dicho antes que ya hizo gala de aproximación a esta praxis en ciertos homenajes que se retrotraían con nostalgia al cine basura y de deshechos que se hizo en la segunda mitad del siglo XX en 'El misterio del flamenco rosa', y ahora acompaña con iluminación de luces difusas, ropas y peinados de otros tiempos que hoy se nos muestran casposos y pasados de moda. Un discurso de ayer que en realidad es un oxímoron, pues se encarga de analizar el actual trumpista, reaccionario y al parecer muy de moda, que se extiende por muchas partes de la Tierra, que, como el mejunje que generan los estrambóticos científicos en su laboratorio es mucho más eficaz cuanto menos materia marrón de desecho contenga, es decir de  mi**da, bien diluida en cantidades muy superiores de líquido, convirtiéndolo en una pócima muy eficaz, a la vez que peligrosa  por su simplicidad;  la escasa cantidad de heces fecales de cada pócima permite difundirlas mejor y con mayor rapidez, ya sea trate de la peligrosidad de las vacunas, el terraplanismo o la negación del calentamiento de la tierra. Un buen uso de la metáfora, y una mejor difusión del cine que se hacía antes del nuevo milenio y que muchos jóvenes pueden desconocer, si no tienen una inclinación cinéfila, que los puede enredar en discursos muy minimalistas sin llegar nunca a entender que toda simplificación es deformante.

Javier Polo la ha vuelto a hacer y ha salido airoso. Cierra el espectáculo con una irrupción en el proscenio de la metadiégesis discursiva subyacente en sus textos cinematográficos que funden en un plano la realidad y la ficción de sus historias; el brillo artificial y kitsch salta de la pantalla a la sala física en la que se representa su curioso relato.

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