Tamaño natural. Luís García-Berlanga. Actualización

 






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DE VUELTA AL FILM MÁS INTERNACIONAL DE LUÍS GARCÍA-BERLANGA, QUE, DESDE UNA POSICIÓN CONSERVADORA, HIZO EN 1973, -QUIZÁ INFLUENCIADO POR EL NUEVO SOPLO DE LIBERTAD QUE RECORRÍA EUROPA-, TAMAÑO NATURAL, UN FILM QUE SE ADELANTA EN EL TIEMPO Y , DESDE UNA ÓPTICA MASCULINA, DENUNCIA LA COSIFICACIÓN DE LA MUJER.



En abril de 2016 publicamos una crítica del film que Luís García-Berlanga hizo en 1.972, tras el mayo francés de 1969, y la ubicó en Francia, seleccionando como protagonista a Michel Piccoli. Es la más universal, internacional y actual de sus películas, un film que puede interpretar cualquier habitante del planeta, y que supuso un hito en el desarrollo teórico de las doctrinas feministas, dotando de una diégesis muy ilustrativa la historia de un afamado dentista parisino, quien a sus 45 años, tenía todo lo que podía desear: un buen trabajo, una esposa brillante y una amante joven y apasionada. Pero un día adquiere por capricho una muñeca de goma que, según su publicidad, era casi real, descubriendo toda la sumisión y docilidad que no puede encontrar en su esposa. La fijación llega a ser tan grande que empieza a tener celos y a desconfiar de aquellos que puedan desearla o “mancillarla” (sinopsis del film). Construyó este relato un valenciano que participó en la Segunda Guerra Mundial, formando parte de la famosa División Azul.

Crítica. 


Tamaño natural es la obra de un cineasta español, Luís García Berlanga,  difícilmente clasificable  en su momento por la ideología del cineasta que militó, como hemos dicho antes, en la división azul, para la extensión del nazismo en Rusia  y poco más tarde realizó algunas de las películas más mordaces de la época; Gracias a su inequívoca ideología pudo  esquivar de forma inteligente a la censura. La obra que ahora nos ocupa ha sido ignorada porque no se ha entendido, aunque trata un tema universal como la cosificación y objetivación de la mujer, sin explicitarlo abiertamente, sino haciendo un ejercicio de maestría,  de auténtico cine.  Pero no podemos pasar por alto que esta película fue hecha en Francia en 1973, cinco años después del célebre Mayo de 1968 que todavía escuece a quien no se integró en un movimiento que modernizó Europa.

Michel adquiere en Japón una muñeca de goma, una mujer de bella apariencia y cuerpo perfecto, que tiene una virtud: no protesta cuando le pegan, no pide nada, no desea joyas, yates ni pisos, se la introduce en el armario cuando conviene, etc. Incluso se lleva bien con su madre, que habla con ella horas y horas; el dentista, perteneciente a la élite parisina,  tiene una bella esposa, con la que juega a liberal y se cuentan 'con honestidad' todas sus experiencias; lo que ella ella no puede soportar es que la abandone por un florero. Es tremenda la imagen en la que la esposa lo espera en el dormitorio en la misma postura y desnudez que la muñeca, y él la tira dentro del armario para poner en evidencia que nunca la igualará en sumisión. Pero tiene un defecto: todos los hombres desean una mujer así, dándose situaciones muy chuscas, especialmente la de los trabajadores españoles hacinados en barracones, que la ultrajan y humillan, después de tratarla como a una virgen. Unas secuencias que deshonran al emigrante español y no vende bien la imagen de los pobres que se marcharon del país por necesidad.


La composición química del maniquí le permite sobrevivir a cualquier atentado con cuchillos, o destornilladores, que cuando se retiran no dejan huella; esa incombustibilidad la hacen invulnerable en accidentes que serían mortales para un ser humano, y es aquí donde el director, que hasta ese momento hacía un discurso de aparente denuncia contra la utilización de la mujer, su cosificación y posterior maltrato, termina la cinta haciéndola sobrevivir a las tragedias de sus amantes masculinos. ¿Qué nos quiere decir? ¿Es la mujer la culpable de estas situaciones? ¿son nefastas las mujeres-florero? No es que el dentista salga bien parado, pero si parece a la vez un poco mártir de esta elección. A nivel icónico la imagen es perfecta, no precisa palabras y es bien entendida por casi todos, muy eficaz y paradigmática de la idea que muchos tienen de cómo debe ser una mujer, y que tan pronto como se realizan las estadísticas se demuestra que esas puñaladas y agresiones con otros instrumentos sí dejan huella, y las víctimas no sobreviven para contarlo. Es posible que con un poco de cal y otro de arena eludiera a la censura. El film está muy bien realizado, con la suficiente distancia para favorecer la reflexión y la crítica del espectador, sin excesos ni melodramas. El trabajo de  Michel Piccoli es sobresaliente, ya que lleva casi en solitario el peso de la película. Es la menos española de las cintas de Berlanga, la más herética y en la que el protagonista es el metalenguaje fílmico, el voyeurismo. 

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