Tribunal de menores. Crítica.

 



LA CRUDA HISTORIA QUE NO ADMITE UNA SEGUNDA TEMPORADA






Estamos ante una serie magnífica que aborda todos los temas relacionados con la delincuencia juvenil de un estado moderno, que no siempre proceden, aunque sí en mayor medida, de las clases más desfavorecidas. Temas que tienen que ver con el buying escolar, la gamberrada que busca hacer daño sin medir las consecuencias que tendrá en congéneres humanos, la violencia que los traductores han llamado doméstica y que ha sido muy discutida por expertos en la materia, con más o menos razón, la filtración de exámenes de enseñanza secundaria en centros privilegiados...Todo esto a lo largo de 10  intensos episodios que ponen sobre el tapete la escasez de recursos destinados a prevenir la delincuencia juvenil, que incide en la actuación de los jueces y en la desconfianza ciudadana respecto a la Ley, que solo es idónea cuando existen evidencias, como llaman algunos dobladores, o pruebas materiales y no solo circunstanciales e indiciarias de los hechos.

La falta de recursos (el número de jueces en Corea del Sur es ridículo) y la justicia se confía por los magistrados a la rapidez, ya que, con frecuencia la dilatación en el tiempo de los procesos acaba siendo injusta y muy perniciosa para los  afectados. No obstante la aceleración de los casos tiene otras derivadas que  inculcan en mentes en formación y cuerpos en desarrollo la idea de la impunidad, jóvenes en los que arraiga con fuerza esta idea, que acaba siendo una realidad, lo que los empuja a reincidir en conductas criminales. La propia protagonista podría ser recusada, como de hecho lo es en la ficción, por su especial implicación en los hechos que juzga.

Desconozco las razones por las que la segunda temporada de la serie ha sido abortada en preproducción, pero entiendo que en los temas que aborda son muy conflictivos para los intereses en juego. No obstante nadie da la razón de esta decisión.




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